La edición 2018 de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa elaborada por RSF muestra un incremento de los sentimientos de odio hacia los periodistas.
Este artículo fue publicado originalmente en rsf.org el 25 de abril de 2018.
La edición 2018 de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa elaborada por Reporteros sin Fronteras (RSF) muestra un incremento de los sentimientos de odio hacia los periodistas. La hostilidad frente a los medios de comunicación, alentada por ciertos dirigentes políticos, y el deseo de los regímenes autoritarios de exportar su visión del periodismo, amenazan a las democracias.
La Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, que cada año evalúa la situación del periodismo en 180 países, muestra que existe de un clima de odio hacia los periodistas cada vez más marcado. La hostilidad de los dirigentes políticos hacia los medios de comunicación no es exclusiva de países autoritarios como Turquía (157º, -2) o Egipto (161º), que han caído en la «mediafobia», al punto de acusar de «terrorismo» a numerosos periodistas y de encarcelar de forma arbitraria a los que no les son leales.
Cada vez más jefes de Estado electos democráticamente ven a la prensa, ya no como uno de los actores fundamentales de la democracia, sino como un adversario frente al cual muestran abiertamente su aversión. Estados Unidos, el país de la Primera Enmienda, retrocede dos posiciones en la Clasificación y ahora ocupa el lugar 45. Su presidente, Donald Trump, adepto al media bashing, ha calificado a los reporteros de «enemigos del pueblo», frase que empleaba Stalin.
En ciertos países, la frontera entre la violencia verbal y la física es cada vez más tenue. En Filipinas (133º, -6) el presidente, Rodrigo Duterte, acostumbrado a insultar y amenazar a los medios de comunicación, advirtió: «el que sean periodistas no los librará de ser asesinados». En India (138º, -2), los discursos de odio contra los periodistas son ampliamente difundidos en las redes sociales por un ejército de troles a sueldo del primer ministro, Narendra Modi. En un año, en cada uno de estos países fueron asesinados cuatro periodistas.
En el continente europeo, aunque la situación de la libertad de prensa es mejor, también se han multiplicado los casos de violencia verbal de líderes políticos contra la prensa. En octubre de 2017 el presidente de la República Checa (34º, -11), Milos Zeman, apareció en una conferencia de prensa con un falso fusil de asalto kalashnikov en el que se leía: «para los periodistas». En Eslovaquia (27º, -10) Robert Fico, quien fue primer ministro hasta marzo de 2018, llegó a llamar a los periodistas «sucias prostitutas antieslovacas», «idiotas» y «hienas»; el periodista Jan Kuciak fue asesinado en ese país de Europa central en febrero de 2018. Meses antes, la periodista Daphne Caruana Galizia fue asesinada en Malta (65º, -18) con un coche bomba.
«Estas manifestaciones de odio contra los periodistas constituyen una de las peores amenazas para las democracias», indicó Christophe Deloire, Secretario General de RSF. «Los dirigentes políticos que propician que se deteste al periodismo son responsables de que se cuestione la existencia de un debate público basado en una apreciación plural de los hechos y favorecen el advenimiento de una sociedad de propaganda. Cuestionar hoy la legitimidad del periodismo es jugar con fuego», explicó.
En 2018, Noruega y Corea del Norte conservan el primer y el último lugar
En esta nueva edición de la Clasificación, Noruega sigue a la cabeza por segundo año consecutivo; Suecia (2º) le pisa los talones, al igual que el año pasado. Los países nórdicos, tradicionalmente respetuosos de la libertad de prensa, también se ven afectados por el deterioro general de la situación. La puntuación de Finlandia (4º, -1) se vio perjudicada por un caso de amenaza al secreto de las fuentes periodísticas. Así, este país baja en la Clasificación y pierde el tercer lugar, que ahora ocupan los Países Bajos. En el otro extremo se encuentra Corea del Norte (180º), que sigue en último lugar.
La Clasificación también muestra la creciente influencia de los “hombres fuertes” y de los contramodelos. Tras haber asfixiado a las voces independientes al interior de sus fronteras, la Rusia (148º) de Vladimir Putin extiende su red de propaganda a través del mundo gracias a sus medios de comunicación, como RT y Sputnik. Mientras que la China (176º) de Xi Jinping exporta su modelo de control de la información en Asia. Con su implacable represión de las voces críticas, estos Estados confortan a países que ya se encontraban al final de la Clasificación, como Vietnam (175º), Turkmenistán (178º) y Azerbaiyán (163º).
Cuando no son los déspotas totalitarios, es la guerra la que contribuye a transformar países en agujero negros de la información. Es el caso de Irak (160º, -2), que este año su ubica en la parte baja de la Clasificación. En el mapa de la libertad de prensa nunca tantos países habían estado en negro.
Índices regionales más bajos
Este año es en Europa, la zona geográfica donde la libertad de prensa se encuentra menos amenazada, que se registra el mayor deterioro del índice regional. De los cinco países que experimentaron los mayores descensos en la Clasificación 2018, cuatro son europeos: Malta (65º, -18), la República Checa (34º, -11), Serbia (76º, -10) y Eslovaquia (27º, -10). La lenta erosión del modelo europeo se confirma (leer nuestro análisis regional En Europa también se asesina a periodistas).
ÍNDICES REGIONALES
En segundo lugar, aunque a una gran distancia –con más de diez puntos de diferencia–, se encuentra el continente americano, donde existen grandes contrastes (leer nuestro análisis regional Estados Unidos cae, Canadá asciende y Balance de América Latina: a medias tintas). En Centroamérica la violencia y la impunidad siguen haciendo que reinen el miedo y la autocensura. México (147º), donde fueron asesinados once periodistas, se convirtió en 2017 en el segundo país más mortífero del mundo para los periodistas. Venezuela (143º), donde el presidente Nicolás Maduro persiste con sus excesos autoritarios, desciende seis lugares; experimenta el mayor descenso de los países de este continente. Por el contrario, Ecuador (92º), donde se han reducido las tensiones entre el gobierno y los medios de comunicación privados, asciende trece lugares, lo que representa el mayor ascenso de la región este año. En el norte del continente, el Estados Unidos de Trump pierde de nuevo dos lugares en 2018, mientras que el Canadá (18º) de Justin Trudeau gana cuatro, ubicándose entre los primeros veinte lugares de la Clasificación, dado que la situación de la libertad de prensa se considera «más bien buena».
Le sigue África, con una puntuación ligeramente mejor respecto a 2017, aunque en este continente también se observan grandes contrastes (leer nuestro análisis regional El periodismo de terreno es muy peligroso en África). La frecuencia de los cortes del servicio de internet en Camerún (129º) y en la República Democrática del Congo (154º), que se suman a las numerosas agresiones y detenciones que sufren los periodistas, muestran nuevas formas de censura en la región. Mauritania (72º), que adoptó una ley que castiga la blasfemia y la apostasía con la pena de muerte, aunque el acusado se arrepienta, experimenta la mayor regresión del continente: desciende 17 lugares. Tras la partida de tres de los peores predadores de la prensa en África, se abre una era prometedora para los periodistas du Zimbabue (126º, +2), Angola (121e, +4) y Gambia (122º), que asciende 21 lugares, el mayor ascenso en la Clasificación.
En la zona Asia-Pacífico, región que se mantiene en cuarto lugar, Corea del Sur sube veinte lugares, la segunda mayor alza en la Clasificación, y se ubica en el lugar 43; la elección del presidente Moon Jae-In permite al país dar vuelta a la página tras una década negra. Sin embargo, las democracias de Asia del Norte encuentran grandes dificultades para preservar sus modelos frente a la todopoderosa China, que exporta sin reservas sus métodos para acallar toda voz crítica. Camboya (142º) peligrosamente parece seguir la senda trazada por China: las autoridades han cerrado decena de medios de comunicación independientes. Así, este país pierde diez lugares, uno de los mayores descensos de la región (leer nuestro análisis regional Las democracias de la zona Asia-Pacífico, amenazadas por el modelo chino de control de la información).
Por su parte, los Estados postsoviéticos y Turquía siguen formando parte de los países donde más se deteriora la libertad de prensa (leer nuestro análisis regional Declive histórico de la libertad de prensa en el espacio postsoviético y en Turquía). Cerca de dos tercios de los países de esta zona se ubican en torno o bajo el lugar 150 de la Clasificación y la mayoría de ellos continúa descendiendo. Como Kirguistán (98º), que sufrió uno de los mayores descensos de la Clasificación (-9) tras un año en el que se registraron múltiples presiones contra los medios de comunicación, como multas estratosféricas por «ofensa al jefe de Estado». En vista de estos lamentables desempeños, no es una sorpresa que el índice de la región Europa del Este y Asia Central se esté acercando al de la zona Oriente Medio y África del Norte.
Uno de los indicadores empleados para medir la situación de los países año con año es el de «ambiente» de trabajo de los periodistas. Oriente Medio y África del Norte fue la zona donde se registró un mayor deterioro en ese sentido (leer nuestro análisis regional Oriente Medio, desgarrado por los conflictos y los enfrentamientos políticos y el El periodismo enfrenta una dura prueba en Africa del Norte). Los persistentes conflictos armados en Siria (177º) y Yemen (167º, -1), las frecuentes acusaciones de terrorismo que padecen los periodistas en Egipto (161º), Arabia Saudita (169º, -1) y Bahréin (166º, -2), siguen haciendo de esta región del mundo el lugar donde es más difícil y peligroso para un periodista ejercer su profesión.
La Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, publicada cada año por RSF desde 2002, permite conocer la situación y la posición de 180 países, de acuerdo al pluralismo y la independencia de sus medios de comunicación, el ambiente de trabajo y el grado de autocensura de los periodistas, el marco legal, la transparencia y la calidad de la infraestructura para la producción de información. No se trata de evaluar las políticas gubernamentales de los países. Los índices globales y regionales se calculan a partir de la puntuación de cada país, que se obtiene a partir de un cuestionario –traducido en veinte lenguas– que es respondido por expertos de todo el mundo, al que se suma un análisis cualitativo. Entre mayor sea el índice, peor es la situación. El reconocimiento de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa hace de ésta una herramienta esencial de defensa y promoción.