La cifra de periodistas encarcelados a escala mundial por el ejercicio de la profesión en 2019 se mantuvo casi a niveles récord, pues China afianzó su férreo control sobre la prensa y Turquía, que prácticamente había eliminado todo vestigio de periodismo independiente, liberó a periodistas a la espera de juicio o apelación.
Por cuarto año consecutivo, como mínimo 250 periodistas permanecen encarcelados en todo el mundo, pues gobernantes autoritarios como Xi Jinping, Recep Tayyip Erdoğan, Mohammed bin Salman y Abdel Fattah el-Sisi mantienen la presión sobre los medios informativos críticos. Un informe especial del CPJ, elaborado por Elana Beiser
La cifra de periodistas encarcelados a escala mundial por el ejercicio de la profesión en 2019 se mantuvo casi a niveles récord, pues China afianzó su férreo control sobre la prensa y Turquía, que prácticamente había eliminado todo vestigio de periodismo independiente, liberó a periodistas a la espera de juicio o apelación. El autoritarismo, la inestabilidad y protestas en el Medio Oriente provocaron un incremento en el número de periodistas encarcelados en la región, en particular en Arabia Saudita, que ahora iguala a Egipto como el país con la tercera mayor cantidad de periodistas encarcelados en todo el mundo.
En su relación global anual, el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) constató que, como mínimo, 250 periodistas se encuentran tras las rejas por el ejercicio de la profesión, con comparación con 255 el año anterior, una cifra que ha sido actualizada. Desde que el CPJ comenzó a recopilar estadísticas sobre la cifra de periodistas presos, la cifra histórica más elevada ha sido 273, en 2016. A continuación de China, Turquía, Arabia Saudita y Egipto, los países con las mayores cifras de periodistas encarcelados son Eritrea, Vietnam e Irán.
Si bien la mayoría de los periodistas encarcelados en todo el mundo han sido acusados de cometer delitos contra el Estado, lo cual continúa la tendencia de los últimos años, la cifra de periodistas acusados del delito de «publicar noticias falsas» subió a 30 en comparación con 28 el año pasado. El empleo de este delito, que el Gobierno del presidente egipcio Abdel Fattah el-Sisi aplica más que ningún otro, ha aumentado dramáticamente desde 2012, cuando el CPJ constató que apenas un solo periodista estaba acusado de este delito en todo el mundo. Durante el pasado año, países represivos como Rusia y Singapur han promulgado leyes que penalizan la publicación de «noticias falsas».
La relación de casos de este año arroja que, por primera vez en cuatro años, Turquía no posee la mayor cifra de periodistas encarcelados del mundo, pero la reducción en la cantidad de periodistas presos no indica que la situación de los medios turcos haya mejorado. Por el contrario, el descenso de 68 periodistas encarcelados en 2018 a 47 periodistas encarcelados en 2019 refleja el éxito de la campaña promovida por el presidente Recep Tayyip Erdoğan para eliminar la crítica y el periodismo independiente mediante el cierre de más de 100 medios noticiosos y la imputación de delitos relacionados con el terrorismo a muchos de sus periodistas. Con el sector de los medios informativos ya debilitado por el cierre de algunos medios y el traspaso al control gubernamental de otros, y con decenas de periodistas exiliados, desempleados o autocensurados, el 24 de octubre las autoridades promulgaron un paquete de propuestas legislativas que otorgó la posibilidad de presentar nuevas apelaciones a personas condenadas por ciertos delitos –como el de «propaganda a favor de una organización terrorista», uno de los delitos favoritos de los fiscales– y acortó algunos plazos de detención preventiva.
Decenas de periodistas turcos que actualmente no están en la cárcel, están a la espera de juicio o en la fase de apelación y aún pudieran ser condenados a penas de cárcel, mientras que otros han sido condenados en ausencia y serían arrestados si regresan al país. Tantos turcos –decenas de miles de soldados, policías, legisladores, jueces y fiscales, así como periodistas, según informaciones de prensa— han sido encausados desde el fallido intento de golpe de Estado de 2016, que lo que queda de Poder Judicial y organismos del orden público al parecer apenas dan abasto. Una periodista, Semiha Şahin, relató al CPJ cómo las autoridades la habían liberado a la espera de juicio pero, como nunca le colocaron un dispositivo de vigilancia electrónica, en la práctica ella gozaba de libertad, pero vivía con miedo de que la atraparan y la devolvieran inmediatamente a prisión.
Desde que el CPJ comenzó a llevar estadísticas sobre casos de periodistas presos, a comienzos de 1990, con frecuencia Turquía y China se han disputado el abominable título de país con la mayor cifra de periodistas encarcelados. En 2019, el CPJ constató que, como mínimo, 48 estaban tras las rejas en China, uno más que en 2018; esta cifra ha aumentado progresivamente conforme el presidente Xi Jinping ha consolidado el dominio político sobre el país y ha instituido controles cada vez más férreos sobre los medios informativos. En un reciente caso, las autoridades chinas arrestaron a la periodista freelance Sophia Huang Xueqin en octubre, poco después de que ella describiera en su blog lo que significaba marchar con manifestantes prodemocracia en Hong Kong. Huang, quien se había desempeñado como reportera investigativa en varios medios chinos, ha sido acusada de «involucrarse en disputas y provocar problemas», una acusación de actos contra el Estado que se aplica comúnmente a los críticos a quienes el gobernante Partido Comunista Chino considera una amenaza.
Una campaña represiva en la provincia de Xinjiang –donde un millón de personas procedentes de grupos étnicos musulmanes han sido enviadas a campos de internamiento– ha llevado al arresto de decenas de periodistas, entre ellos algunos que al parecer han sido encarcelados por la actividad periodística de años anteriores. De los cuatro periodistas pertenecientes a la editorial estatal Kashgar, que publicaba libros y periódicos sobre temas como la política y sucesos demográficos y jurídicos, dos editores se habían retirado por lo menos hacía una década.
Las autoridades de Arabia Saudita –donde la cifra de periodistas presos ha aumentado de manera progresiva desde 2011– también escogieron como blanco a varios periodistas que aparentemente habían dejado de trabajar. En 2019, como mínimo 26 periodistas se encontraban tras las rejas en el reino del golfo Arábigo-Pérsico, lo cual convierte a Arabia Saudita en el país con la tercera mayor cantidad de periodistas encarcelados, junto con Egipto. Las autoridades sauditas apenas disimulan la falta de debido proceso; en 18 de los casos de periodistas presos, no se ha informado el delito de que se les acusa, y los que han sido juzgados han sido condenados de manera secreta y a menudo precipitada. Las denuncias de actos de tortura son comunes; informes médicos filtrados al diario The Guardian en marzo describen con detalle evidencia de que las autoridades golpean y queman a presos políticos, entre ellos cuatro periodistas, y dejan que se mueran de hambre. Los arrestos y las violaciones documentados muestran cómo el príncipe heredero Mohammed bin Salman, a quien los servicios de inteligencia estadounidenses y la investigación independiente de un relator de las Naciones Unidas apuntan como el responsable del asesinato del columnista del Washington Post Jamal Khashoggi en 2018, continúa su brutal represión contra la disidencia.
Las autoridades de Arabia Saudita –donde la cifra de periodistas presos ha aumentado de manera progresiva desde 2011– también escogieron como blanco a varios periodistas que aparentemente habían dejado de trabajar.
La violencia también caracterizó a un reciente arresto llevado a cabo por las autoridades en Egipto. El 12 de octubre, en la zona metropolitana de El Cairo, agentes de seguridad vestidos de civil y en autos sin identificación obligaron a salir de la vía a un auto en el que viajaba la reportera y columnista Esraa Abdelfattah, la sacaron arrastrada del auto y la golpearon, según su amigo y colega periodista Mohamed Salah, con quien viajaba. Abdelfattah denunció que, cuando estaba detenida, le propinaron otra golpiza por negarse a desbloquear el teléfono, y luego la mantuvieron encadenada durante horas. Por su parte, Salah declaró que los agentes que intervinieron en el encuentro inicial le habían vendado los ojos y lo había golpeado, y luego lo habían llevado a una carretera desierta, donde lo habían interrogado por una hora, le habían confiscado la tarjeta SIM del teléfono, y lo habían dejado abandonado. Las autoridades arrestaron a Salah seis semanas después y el periodista sigue encarcelado.
En total, la cifra de periodistas en las cárceles egipcias ascendió levemente en comparación con el año pasado, a 26 casos, pues varios periodistas fueron liberados en el transcurso del año. Sin embargo, en otra cruel manifestación del temor del Gobierno egipcio por el periodismo crítico, las autoridades les ordenaron a algunos presos liberados, entre ellos el premiado fotógrafo Mahmoud Abou Zeid, conocido como Shawkan, y el destacado bloguero Alaa Abdelfattah, presentarse cada noche en una estación de policía. Si bien depende del criterio de los agentes policiales presentes si los periodistas deben quedarse o solamente presentarse e irse, Shawkan ha pasado todas las noches en una estación de policía desde su liberación de la prisión de Tora el 4 de marzo, según un pariente, y por ello el CPJ mantiene el caso en su relación de periodistas presos. Abdelfattah también pasó todas las noches en la cárcel durante seis meses, de acuerdo con su hermana, hasta que lo volvieron a arrestar el 29 de septiembre.
Varios de los recientes arrestos en Egipto ocurrieron antes de las protestas del 19 de septiembre contra la corrupción en las fuerzas armadas, que incluyeron llamados a favor de la renuncia del presidente el-Sisi. La mayoría de los periodistas encarcelados en Egipto han sido agrupados en juicios masivos y han sido acusados de delitos relacionados con el terrorismo y la difusión de noticias falsas.
Las autoridades de Irán, país que también ha sido escenario de importantes protestas en 2019, aumentaron el número de periodistas encarcelados a 11. El destacado periodista económico Mohammad Mosaed fue arrestado luego de decir en un tuit la frase «¡Hola, mundo libre!» y que había utilizado «42 proxies distintos» para conectarse a la Internet durante un apagón de la Internet que tenía como propósito suprimir las noticias sobre las protestas contra los elevados precios de la gasolina. En Argelia, como mínimo, tres periodistas fueron encarcelados durante jornadas de protesta a favor de la democracia.
En Rusia, siete periodistas permanecen tras las rejas, cuatro de ellos debido a la labor informativa que habían realizado en la ocupada Crimea, informando sobre la minoría tártara de Crimea y los ataques rusos contra esta minoría.
De los 39 periodistas encarcelados en el África subsahariana, la mayoría es de Eritrea, donde se ha carecido de noticias sobre la mayor parte de estos periodistas durante casi dos décadas. Camerún le sigue a Eritrea. Si bien la cifra de periodistas encarcelados en esa región en general se mantiene al nivel del año pasado, el CPJ ha constatado retrocesos en materia de libertad de expresión en dos de los países más poblados, Etiopía y Nigeria, lo cual no es un buen augurio para los periodistas.
Con 12 periodistas tras las rejas, Vietnam sigue teniendo la segunda mayor cifra de periodistas encarcelados de Asia, detrás de China. En todas las Américas, tres periodistas están tras las rejas.
Otros hallazgos de la relación anual de casos del CPJ:
- El 98 % de los periodistas encarcelados en todo el mundo son periodistas de la prensa local que cubrían las noticias de su propio país. Tres de los cuatro periodistas con ciudadanía extranjera estaban presos en Arabia Saudita, y el cuarto en China.
- De todos los periodistas presos, 20 son del sexo femenino, lo cual equivale al 8 %, en comparación con 13 % el año pasado.
- La política es el tema informativo que con mayor frecuencia ha provocado el encarcelamiento de los periodistas, seguido de las investigaciones sobre derechos humanos y la corrupción.
- Más de la mitad de los periodistas encarcelados eran periodistas que publicaban en la Internet.
Este año el CPJ agrupó en una base de datos el trabajo de varias décadas sobre casos de periodistas encarcelados y actualizó las cifras históricas para eliminar la duplicación de casos; para contar los casos a partir de la fecha de arresto y no de la fecha en que el CPJ tomó conocimiento de ellos; y para aplicar retroactivamente la metodología con la mayor rigurosidad posible. En el futuro, la relación de casos de cada año probablemente sufrirá pequeños ajustes respecto a las cifras de los años anteriores, conforme el CPJ tome conocimiento de los arrestos, las liberaciones o los fallecimientos en prisión. En 2019, se conoció de la muerte de un periodista que el CPJ había documentado como preso en las cárceles sirias: Ali Mahmoud Othman. Además, este año el CPJ constató que otros seis periodistas habían estado encarcelados antes de 2019, y descubrió que una periodista china había sido encarcelada por su poesía. En consecuencia, el CPJ ajustó la cifra de periodistas encarcelados en 2018 a 255 en lugar de los 251 casos indicados en diciembre de 2018.
La relación de periodistas presos solamente incluye a los periodistas encarcelados por las autoridades gubernamentales y excluye a los que han desaparecido o permanecen en cautiverio en poder de actores no estatales. (Tales casos –como los de varios periodistas cautivos de los rebeldes hutís en Yemen y el del periodista ucraniano Stanyslav Aseyev, cautivo de los separatistas prorrusos en el oriente de Ucrania– se clasifican como «desaparecidos» o «secuestrados»).
El CPJ define como periodistas a personas que cubren las noticias o difunden opiniones sobre asuntos de interés para la sociedad en cualquier tipo de medios, como los medios impresos, la fotografía, la radio, la televisión y la Internet. En sus estadísticas anuales sobre periodistas presos, el CPJ solamente incluye a los periodistas que, según ha corroborado, han sido encarcelados por su labor informativa.
El CPJ considera que un periodista no debe ser encarcelado por su labor informativa. En el último año, la labor en defensa de la libertad de prensa del CPJ contribuyó a la liberación adelantada de, como mínimo, 80 periodistas presos en todo el mundo.
La relación de casos del CPJ refleja el total de periodistas encarcelados al 1 de diciembre de 2019, y no incluye a los numerosos periodistas que han sido encarcelados y liberados a lo largo del año. Los datos sobre esos casos pueden consultarse en https://cpj.org. Los periodistas permanecen en la relación de casos del CPJ hasta que la organización determina con razonable certeza que han sido liberados o han fallecido en cautiverio.
Elana Beiser es directora editorial del CPJ. Anteriormente se desempeñó como editora de Dow Jones Newswires y del diario The Wall Street Journal en Nueva York, Londres, Bruselas, Singapur y Hong Kong.