En su contribución a la serie de IFEX que marca el Día Internacional de la Mujer, el editor regional Naseem Tarawnah pinta una imagen inquietante del aumento de los ataques digitales y habla de la conexión directa entre la violencia en línea y fuera de línea contra las mujeres en la región.
Esta es una traducción del artículo original.
El aumento del acceso a las redes sociales en Medio Oriente y en el norte de África tiene graves repercusiones para la liberad de expresión en línea de las mujeres. En los últimos años, la autoridad patriarcal, ya existente en la vida diaria, amplió su alcance en línea, aprovechando el espacio digital para crear un entorno hostil para las mujeres.
Desde el aumento del acoso sexual y la violencia de género en línea, hasta el pirateo, las violaciones de privacidad y las campañas de desprestigio en línea, las mujeres en la región enfrentan una gran cantidad de métodos digitales que socavan su libertad de expresión y, en la mayoría de los casos, tienen consecuencias en el mundo real.
El hecho de que las mujeres activistas y defensoras de los derechos humanos sean blancos particulares y que las plataformas de redes sociales sean utilizadas para difamarlas y avergonzarlas públicamente en una sociedad dominada por hombres, sin duda tiene un impacto en la forma en que las mujeres usan estas plataformas para expresarse.
Reporteros sin Fronteras informó recientemente sobre una historia relacionada con este problema en Siria, que involucró a Merna Alhasan, una periodista independiente que ha sido una de las primeras mujeres en la región en adquirir un perfil mediático significativo como resultado de su cobertura de la situación en la región de Idlib: “Mira lo que le sucede a alguien que traiciona a su país”, fue la respuesta que se repitió en docenas de cuentas sociales pro-gobierno a principios de esta semana (incluyendo un miembro del Parlamento sirio), cuando se informó que Alhasan había sido violada por terroristas y dejada por muerta. La periodista negó esta información en Facebook y respondió: “¡Todos los días un nuevo rumor! Estoy bien, gracias.”
En Arabia Saudita, destacadas activistas por los derechos de las mujeres se enfrentaron a una campaña en línea que las etiquetaba como “agentes de embajadas”, días después de su encarcelamiento.
Si bien el acoso en línea no es nada nuevo para la región, es esencial comprender cómo está dando forma a la libertad de expresión de las mujeres, especialmente aquellas que están activas en la esfera pública, como activistas y periodistas, e identificar cómo se manifiestan y evolucionan actualmente estas amenazas digitales.
Iraq: campañas de sextorsión y de desprestigio
En 2018, mucho antes de que los manifestantes antigubernamentales llamaran a un levantamiento contra el sistema político, las elecciones parlamentarias en Irak se iban a celebrar con un aumento en la cantidad de candidatas mujeres. Con el apoyo de una cuota de mujeres en un intento por aumentar la representación, más de 2.600 mujeres compitieron durante la campaña electoral por un lugar en el Consejo de Representantes de 329 escaños. Sus afiches de campaña en las calles se podían observar junto a los de sus homólogos masculinos, ofreciendo un marcado contraste en una arena dominada por hombres y en una sociedad conservadora.
La reacción fue rápida. En las calles, se rayaron o rompieron los afiches de las candidatas, pero en línea, el daño fue aún peor.
Una candidata, la Dra. Intidhar Jassim, tuvo que retirarse de la campaña luego de que un video sexual de una supuesta infidelidad suya circulara en línea. La Dra. Jassim, quien es también profesora de Economía, esposa y madre de tres hijos, recurrió a Facebook para defenderse. “Estoy triste por una gran nación que cree en las fabricaciones podridas de los políticos que atacan el honor de los demás y publica clips fabricados”, escribió. “Todos conocen a mi familia y conocen a mi esposo, el Dr. Sa’ad Salih al-Hamdani … Yo soy hija de este país. Les imploro que no escuchen los rumores”, dijo también recordándoles a sus seguidores de su trabajo como profesora y las arraigadas raíces de su familia en la comunidad.
Horas después, la Dra. Jassim renunció.
Lamentablemente, Jassim no ha sido la única en esta situación. A otra candidata le robaron el celular, luego de lo que se distribuyeron, en línea, sus fotos con una falda corta tomadas en un evento privado. El aumento de las campañas de difamación dirigidas a mujeres candidatas durante las elecciones obligó a la ONU a emitir una declaración después de reunirse con varias de ellas.
En Irak y en gran parte de la región, el sextorsión (el intercambio de fotos o videos privados sin consentimiento) apunta específicamente a la moralidad de las mujeres y tiene consecuencias en la vida real en una región en gran medida conservadora y bajo el dominio patriarcal. Por su libertad de expresión, las mujeres se enfrentan a una infinidad de consecuencias peligrosas que van desde ser repudiadas por su familia y rechazadas por la sociedad, hasta convertirse en blancos de ataques por parte de radicales y víctimas de crímenes de honor.
En septiembre de 2018, Tara Fares, una modelo iraquí de 22 años y una influencer de Instagram, fue asesinada a tiros por desconocidos mientras conducía en Bagdad. Fares, quien al momento de su muerte tenía más de dos millones de seguidores en Instagram, recibió amenazas e insultos en línea que la acusaban de publicar contenido indecente. Dos días después del asesinato, la ex Miss Iraq Shimaa Qasim recurrió a las redes sociales para informar a sus millones de seguidores que había recibido amenazas por mensajes de texto que le advertían que sería la próxima.
Este entorno cada vez más hostil se extiende más allá de los casos individuales y puede ocurrir en masa. Por asumir roles prominentes de participación y liderazgo en recientes protestas antigubernamentales, las jóvenes iraquíes se convirtieron en blanco de ataques similares.
Las mujeres manifestantes han informado de una campaña sistemática de difamación, incitación y doxing (publicación de información privada con el propósito de exponer, intimidar, humillar o amenazar) en las redes sociales que se dirige a las líderes feministas que encabezan movimientos de protestas. Facebook se ha convertido en una de las herramientas más utilizadas para desacreditar y tomar medidas enérgicas contra las mujeres activistas. Se ha hecho a través de páginas que circulan fotos de mujeres manifestantes y presentando cargos falsos contra ellas que van desde la inmoralidad y la indecencia hasta recibir financiamiento de organizaciones internacionales.
En febrero de 2020, el clérigo iraquí Moqtada Sadr tuiteó un código de conducta para protestas con 18 puntos. También acusó a los manifestantes antigubernamentales liderados por estudiantes de promiscuidad, y pidió la segregación de género.
Estos llamados fueron vistos como un intento de silenciar a las mujeres e hicieron que Sadr fue objeto de burlas en línea. Cientos de mujeres iraquíes se pusieron bufandas rosadas y marcharon por todo el país días después. Desafiando su llamado, las mujeres manifestantes enviaron un mensaje claro: nada las convencería de limitar su participación en las protestas y su papel en el tejido social del país no se vería disminuido por tradiciones obsoletas.
Miles de mujeres en Bagdad, Basora y Nasiriyah acudieron a los lugares de protesta para la primera Marcha de Mujeres en el país para rechazar los llamados de Muqtada al Sadr a la segregación de género en las protestas más amplias. Escenas de Bagdad #iraqi_women #IraqiRevolution
Palestina: autocensura y consecuencias violentas
Para las mujeres palestinas, el acoso en línea ha creado un clima favorable a la autocensura. Tomemos por ejemplo a Israa Ghrayeb, de 21 años, quien publicó un video de sí misma con su prometido en una cita acompañada por un chaperón. Cuando el video fue compartido con su familia, la golpearon tan severamente que se cayó del balcón del segundo piso de la casa familiar. Más tarde fue golpeada hasta la muerte mientras se recuperaba en el hospital, y se la podía escuchar gritar durante el ataque en una grabación que circuló en línea.
La tragedia reverberó y choqueó a toda la sociedad palestina, y particularmente a las mujeres. Inmediatamente después, la muerte de Ghrayeb inspiró una campaña de solidaridad en línea bajo la etiqueta #WeAreIsraaGhrayeb (somos Israa Gharayeb) y una protesta de mujeres que exigía protecciones legales más estrictas.
Sin embargo, las ramificaciones a largo plazo se centran en cómo este caso, y muchos similares, sirven para aumentar la sensación de miedo entre las mujeres sobre las posibles consecuencias de expresarse libremente.
#Protesta en #Ramallah para pedir que se haga #justicia con los familiares de Israa Ghrayeb que la asesinaron en un hospital en Beit Sahour. Los manifestantes piden que se ponga fin a la violencia contra las mujeres y que la Autoridad Palestina tome medidas contra quienes cometen estos crímenes terribles. #weareallIsraaGhrayeb #womensrights
Sin las protecciones legales adecuadas, las mujeres deben lidiar solas con las consecuencias. Muchas recurren a la autocensura como el recurso más seguro. En un informe publicado por el miembro de IFEX, The Arab Center for the Advancement of Social Media (7amleh), un tercio de las jóvenes encuestadas dijeron que habían sido objeto de violencia y acoso en línea a través de cuentas pirateadas, extorsión, publicación de datos personales y la recepción de fotos o contenido inapropiado.
En respuesta a los ataques, una de cada cuatro mujeres encuestadas en el estudio de 7amleh dijo que cerró sus cuentas de redes sociales y se retiró de Internet, y el 42.9% afirmó que se autocensuraba activamente.
Como el informe señala acertadamente, con un mayor acceso a las redes sociales, las mujeres palestinas todavía están sujetas a la autoridad patriarcal en línea, lo que en última instancia “limita su libertad y determina cómo interactúan en línea”.
Si bien existe una ironía trágica en que las mujeres que se autocensuren o incluso renuncien a las plataformas necesarias para desafiar las normas sociales que restringen su ejercicio de la libertad de expresión, la cautela es comprensible dados los peligros que enfrentan.
El futuro es irreal
A falta de un desmantelamiento completo de los marcos patriarcales que gobiernan las sociedades en la región, el futuro de las mujeres y su libertad de expresión en línea es preocupante, por decir lo menos. Los gobiernos han tardado en desarrollar las leyes necesarias para criminalizar el acoso en línea, y las autoridades tienen dificultades para investigar o brindar protección.
Las campañas de concientización que intentan mitigar el problema del acoso sexual y la violencia en línea han sido criticadas acertadamente por el miembro de IFEX, SMEX, entre otros, por estar diseñadas dentro de un marco patriarcal que asigna responsabilidad únicamente a las víctimas en lugar de a los acosadores.
Mientras tanto, las nuevas herramientas y tecnologías que se pueden utilizar para atacar maliciosamente a las mujeres están evolucionando a una velocidad vertiginosa. El aprendizaje automático profundo y la inteligencia artificial están creando nuevas amenazas digitales. Esto incluye el auge de la tecnología deepfake: la manipulación de video y texto para producir contenido falso que parece cada vez más auténtico.
La tecnología de los deepfakes ha evolucionado tanto en capacidad como en volumen, y los videos de deepfake se duplicaron en un solo año. Si bien gran parte del uso se ha centrado en la producción de contenido pornográfico y desinformación política, no es difícil imaginar la tecnología utilizada para ofensivas en línea basadas en el género, especialmente en esta región.
Según el Centro del Golfo para los Derechos Humanos, los deepfakes podrían ser usados contra las defensoras de los derechos humanos en la región para impulsar campañas de difamación y desprestigio, y alentar ataques sistemáticos de estigmatización, lo que las pone en mayor riesgo debido a su activismo.
Donde está la batalla
Las plataformas de redes sociales han creado nuevas vías para que las mujeres retrocedan, y en los últimos años se han visto numerosas campañas en toda la región que tienen como objetivo crear conciencia. Han proliferado las etiquetas regionales contra el acoso como #NotYourHabibti en Palestina, #EnaZeda (yo también) en Túnez, #MeshAyb (sin vergüenza) en el Líbano y #AnaKaman (#MeToo) y #Ismaani (#HearMeToo). Si bien algunas personas rechazan estas campañas vía etiquetas y las tildan de ineficaces, las mismas ayudan a crear un espacio crucial para que tenga lugar una conversación colectiva sin precedentes, y alientan a un número creciente de mujeres a compartir sus experiencias y construir una solidaridad comunitaria.
En la batalla cuesta arriba por la libertad de expresión en línea en la región, las mujeres, especialmente las que están en la primera línea del activismo, sin duda deberán armarse con las herramientas y el conocimiento para identificar amenazas y protegerse a sí mismas y a sus pares para mitigar los riesgos. Afortunadamente, organizaciones en la región como SMEX y 7amleh han ayudado en la causa con su trabajo, produciendo recursos indispensables para la comunidad.
Nota del editor: la cita de la Dra. Intidhar Jassim que se incluyó originalmente no era la cita correcta; ha sido corregida en este texto.