A pesar de recibir amenazas de muerte, la periodista Caddy Adzuba continúa su trabajo haciendo campaña para romper el tabú de las mujeres víctimas de violación en la RDC, cuyo número asciende a cientos de miles.
Hace quince años, algunas mujeres víctimas de violencia sexual dijeron que morirían, pero hoy en día, son líderes de sus comunidades... han vuelto a nacer.
El conflicto en la República Democrática del Congo (RDC) es en gran medida ignorado por los medios de comunicación internacionales. Desde 1997, cuando los rebeldes derrocaron al presidente Mobutu, la RDC ha sido un campo de batalla. Aunque la guerra civil que siguió a la expulsión de Mobutu duró oficialmente hasta el año 2003, la lucha aún persiste entre varios grupos armados en el este del país.
Esta aparente falta de interés internacional irrita a Caddy Adzuba, congoleña, periodista y defensora de los derechos de la mujer. «Todos los días se habla de Irak», dijo a El País en 2010, «pero en la República Democrática del Congo 3 millones de personas han muerto durante los 14 años de guerra… ¿Y quién sabe de esto? ¡Nadie!». Hoy en día, se estima el número de muertos en 6 millones.
Adzuba, de 35 años, ha estado luchando por las mujeres víctimas de la guerra – en particular aquellas que han sufrido violencia sexual – por más de quince años. En reconocimiento a su trabajo, ha recibido el Premio Internacional de Periodismo Julio Anguita Parrado y el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.
La entrada de Adzuba en el mundo de los derechos humanos fue inspirada en su experiencia personal. Cuando estalló la guerra, Adzuba que tenía dieciséis años, perdió el contacto con su familia y fue testigo de todo tipo de sufrimiento humano. Finalmente pudo reunirse con su familia, pero lo que había visto – «gente matándose unos a otros sin razón» – le hizo darse cuenta de que, a pesar de su corta edad, tenía una vocación: «Decidí hacer algo por los derechos humanos.» Ese «algo» fue trabajar por las mujeres víctimas de violación en la RDC.
En el año 2000, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó por unanimidad la resolución 1325, que insta a «todas las partes en conflicto armado a que adopten medidas especiales para proteger a las mujeres y niñas de la violencia basada en el género, particularmente la violación y otras formas de abuso sexual, y todas las demás formas de violencia en situaciones de conflicto armado». El conflicto en la República Democrática del Congo ha dado poca atención a la Resolución 1325. De hecho, como dice Adzuba, se ha «convertido a las mujeres en un campo de batalla». En la RDC, aunque las mujeres tienen a menudo fuertes roles de liderazgo dentro de la familia, las víctimas de violación son rechazadas. Por lo tanto, la violencia sexual es utilizada como un arma psicológica para quebrar primero a la mujer, luego la familia, y después a la sociedad a su alrededor. Un número impactante de 500.000 mujeres han sido sometidas a alguna forma de violencia sexual durante los combates.
En el 2000, cuando Adzuba tenía sólo diecinueve años, empezó a recoger las declaraciones de las mujeres que habían sido violadas durante el conflicto. Admite abiertamente que su primer intento terminó en fracaso porque estaba abrumada por lo que había estado escuchando: «No pude terminar la entrevista… me habló durante dos minutos y yo me levanté y me fui. No le dije adiós, no le di las gracias a esta mujer. Huí.»
Pero Adzuba se adaptó rápidamente a su difícil trabajo, y, como joven periodista radial, contactó a las estaciones de radio congoleñas para que pudieran emitir el testimonio de primera mano sobre la violencia sexual que había registrado. Sin embargo, los jefes de las radios no estaban dispuestos a dar tiempo de aire a un tema tan tabú.
Afortunadamente en 2002, la ONU ayudó a establecer Radio Okapi, una red de radio independiente nacional que sirve a la RDC. Radio Okapi le proporcionó a Adzuba una oportunidad para transmitir las declaraciones que había recogido, y se convirtió en la estación más popular en el país. Adzuba rápidamente se tornó una voz muy conocida en la estación, y ella, junto con los miembros de una organización que cofundó – la Asociación de Medios de Mujeres del este de Congo – utilizan las ondas de radio para denunciar la violencia sexual. (Adzuba también ha utilizado la radio para organizar el diálogo entre los protagonistas que siguen luchando en el este del país).
Adzuba también está involucrada en el lado práctico de la atención de víctimas de violencia sexual. Es una de las fundadoras de la Alianza de Mujeres para la Promoción de los Derechos Humanos, que se centra en la curación, tanto física como psicológica. Una parte esencial – y desafiante – de este trabajo es el uso de la terapia de grupo, donde se reune a toda la comunidad y las mujeres víctimas para hablar abiertamente sobre lo que han sufrido. El objetivo es construir una red de apoyo en estas comunidades, para alejar el estigma asociado a ser víctima de violencia sexual y, a partir de entonces, lograr la reinserción social.
Hablar abiertamente sobre violación en la RDC y pedir el fin de la impunidad para los autores de la misma es una tarea arriesgada, y Adzuba y sus colegas han recibido numerosas amenazas de muerte.
Sin embargo, a pesar de las amenazas, Adzuba es una «optimista» y sigue viviendo en la RDC. «Hace quince años», dijo en una entrevista de 2016, «algunas mujeres víctimas de violencia sexual dijeron que morirían, pero hoy en día, son líderes de sus comunidades… han vuelto a nacer.»
Ilustración de Florian Nicolle