Mientras que las imágenes del sufrimiento de los migrantes de Rohingya han circulado por todo el mundo, los periodistas y políticos locales se enfrentan a restricciones al tratar de informar y hablar sobre el tema.
Imágenes de migrantes abarrotados en botes destartalados llamaron la atención del mundo en mayo. La mayoría de los mismos eran musulmanes Rohingya, huyendo de Birmania, que arribaron a las costas de Tailandia, Malasia e Indonesia, a veces solo para ser devueltos nuevamente al mar.
Los Rohingya son una minoría étnica musulmana que reside en el Estado Rakhine de Birmania, conocido anteriormente como Arakan. En marzo de 2014, Birmania anunció que los aproximadamente 1,3 millones de Rohingya tendrían que registrarse como «bengalíes», un término usado para negarles el reconocimiento y dar a entender que todos ellos son migrantes de Bangladesh. Se les niega la ciudadanía, se los agrupa en campamentos miserables y denigra socialmente, siendo a menudo el blanco de la retórica de los grupos nacionalistas budistas. Han sido llamados las personas más perseguidas del mundo, haciendo frente a lo que Human Rights Watch ha llamado una «limpieza étnica» por crímenes de lesa humanidad.
Obligados a huir al extranjero, se estima que 90.000 han sido víctimas de traficantes y contrabandistas desde principios de 2014. Las Naciones Unidas estiman que alrededor de 1.000 personas han muerto en el camino.
Birmania rechaza las críticas generalizadas de que su tratamiento de los Rohingya es una de las causas del éxodo actual. Y mientras que las imágenes de las familias que sufren en los barcos circulan por todo el mundo, los periodistas y los políticos locales se enfrentan a restricciones en su intento de informar y hablar sobre el tema.
Acceso bloqueado
A finales de mayo, la armada de Birmania se negó a que los periodistas se acercaran a la remota isla de Thamee Hla, en la desembocadura del río Irrawaddy. Se decía que más de 700 migrantes eran mantenidos allí después de que fueron encontrados a la deriva en un barco frente a las costas de Birmania. Los periodistas que trataron de llegar con pequeñas embarcaciones a la isla fueron regresados o detenidos e interrogados. Cuatro periodistas de Associated Press fueron detenidos. Algunos se vieron obligados a entregar las tarjetas de memoria de sus cámaras, o se les solicitó firmar documentos en los que debían prometer no volver a hacer el viaje.
Bloquear el acceso a Thamee Hla significaba que ningún medio de comunicación o grupo de ayuda pudo verificar el origen de los migrantes. Birmania niega que los llamados «refugiados del mar» fueran Rohingya, diciendo que todos eran de Bangladesh.
Amenazados, atacados
Amnistía Internacional acaba de publicar un informe que describe los peligros de la presentación de informes sobre los violentos enfrentamientos entre budistas y musulmanes, y sobre la situación de los Rohingya. A los periodistas se les destruyeron los equipos y se les enviaron cartas y llamadas abusivas además de amenazas de violencia física por parte de grupos nacionalistas budistas extremos. Algunos han sido insultados en las redes sociales. Los periódicos han denunciado haber sido amenazados con manifestaciones fuera de sus oficinas o advertidos de «acciones» que se tomarían en su contra.
Zarni Mann del grupo mediático The Irrawaddy, quien estuvo reportando sobre los enfrentamientos en julio 2014, le dijo a Amnistía:
«Durante el primer día de violencia, algunos hombres vestidos con túnicas de monje budista y hombres jóvenes armados con barras de hierro y espadas trataron de destruir mi cámara y teléfono. Nos dijeron que nos iban a matar a golpes ya que no querían sus fotos en el periódico y también gritaron: «No más preguntas. ¡Denles una paliza! Rómpales las cabezas». Algunos miembros de la multitud nos acusaron a mí y a mis colegas de ser miembros de un medio islámicos. También amenazaron nuestro fotógrafo diciendo que lo matarían si veían sus fotos publicadas.
Después vimos la imagen de nuestro fotógrafo circulando en Facebook por algunos individuos que apoyan los movimientos nacionalistas budistas, como el 969 y el Ma Ba Tha. Debajo de la foto se podía leer su nombre y el siguiente mensaje: «Encuentren a este hombre, es fotógrafo de The Irrawaddy, es reportero para los musulmanes, mátenlo o destruyan su cámara.»
Existían «fuertes sospechas» de que las autoridades militares podrían estar detrás de las amenazas posteriores y los ataques cibernéticos contra The Irrawaddy en octubre de 2014. El grupo mediático se ha cuestionado sobre si los grupos extremistas de Birmania, entre ellos el movimiento del monje budista U Wirathu 969, reciben el apoyo tácito de los militares
Encarcelado
El 2 de junio, el político birmano Htin Lin Oo fue condenado a dos años de prisión y trabajos forzados por los comentarios que hizo en un discurso en 2014 destinado a desalentar el extremismo budista y los llamados a la violencia contra los Rohingya.
El juez consideró que el ex oficial de información de la Liga Nacional para la Democracia (LND) de Aung San Suu Kyi había difamado a toda la religión budista. Amnistía Internacional criticó el veredicto como un duro golpe tanto a la libertad de expresión como a la tolerancia religiosa en el país, diciendo que «Htin Lin Oo no hizo más que dar un discurso promocionando la tolerancia religiosa – nosotros lo consideramos como un preso de conciencia que debe ser puesto en libertad sin condiciones».
La oficina de derechos humanos de la ONU estuvo de acuerdo, afirmando que el político había hablado con valentía en contra del uso del budismo como una herramienta para el extremismo. «En lugar de procesar a individuos que descaradamente llaman a matar a los Rohingya en un discurso de odio e incitando a la violencia, las autoridades han encarcelado a un defensor pacífico que se atrevió a cuestionar el mal uso y la manipulación de la religión con fines extremistas.»
Consecuencias políticas
Cuando la violencia religiosa entre budistas y los musulmanes rohingya estalló en Meiktila en Birmania central hace dos años, el político local de la LND Win Htein habló por los musulmanes minoritarios. «Me acusaron de parcialidad contra los budistas» El Win Htein le dijo a Reuters. «Nunca me he arrepentido de mi decisión de proteger a una minoría.»
La LND impugnará pronto una elección general, probablemente en noviembre, y Win Htein admite que sus acciones podrían perder los votos del partido entre la mayoría budista.
La líder del partido y Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi ha sido criticada en el extranjero por no hablar a favor de los musulmanes y otras minorías en Birmania. Win Htein, de 74 años de edad, un confidente de Suu Kyi y ex preso político, defiende su silencio. «Si habla a favor de los Rohingya, será acusada de ser una amante de los musulmanes. Si habla por los Rakhine, será acusada de ser una nacionalista y racista. Es por eso que se ha mantenido en silencio.»
Hace apenas un día, Suu Kyi dijo al noticiero de Canal 4 que se ha pronunciado en contra de la persecución rohingya pero tal vez no en el tipo de lenguaje «pirotécnico» que sus críticos esperaban.
La posición oficial de Birmania es que no hay Rohingya, y Human Rights Watch ha señalado que el Enviado Especial de la ONU para Birmania, Vijay Nambiar, ha evitado usar la expresión «rohingya». El Consejo de Derechos Humanos de la ONU fue más audaz en el uso del término en un comunicado reciente, que destacó la importancia de un enfoque a largo plazo para hacer frente a la crisis y sus causas profundas.
Mientras tanto, en el período previo a las elecciones, los observadores han expresado su preocupación por el creciente extremismo religioso en Birmania. ¿Qué significará esto para los Rohingya? Terminamos con las palabras de David Kaye, relator especial sobre la promoción y protección del derecho a la libertad de opinión y de expresión, quien subrayó en una entrevista en febrero de 2015, «la retórica y las políticas, tanto del gobierno como de la oposición tienen que ser mucho más abiertas a las necesidades de los Rohingya y mucho más protectoras de los mismos, dado el ataque a los que se están enfrentando desde varios frentes…. [y] el gobierno realmente debe tener claro cuál es el alcance del discurso legítimo, el cual es realmente amplio. Pero no se extiende hasta la incitación a la violencia contra las comunidades vulnerables».