El Dr. Ignacio Chapela explica por qué es optimista acerca del estado de la ciencia en el interés público a pesar de la influencia dominante de la industria en el mundo académico.
En noviembre de 2001, el Dr. Ignacio Chapela, un ecólogo microbiano y micólogo de la Universidad de California, Berkeley, fue co-autor de un artículo en la revista Nature acerca de su investigación sobre los cultivos de maíz en la región de México, Oaxaca. Los hallazgos del estudio – que las plantas nativas de maíz estaban contaminadas por cultivos genéticamente modificados – desataron una tormenta de críticas y de intentos de desacreditar a sus autores. Pero Chapela no era nuevo en el terreno de la controversia, cuatro años antes se había opuesto a un acuerdo de varios millones de dólares entre UC Berkeley y el gigante agro-biotecnológico Novartis para llevar a cabo una investigación en biotecnología agrícola en la universidad. A Chapela se le negó ser profesor titular durante siete años.
Chapela cuenta su experiencia, que resume como «esfuerzos organizados de la industria agro-biotecnología para desacreditarme», y nos dice por qué, a pesar de la influencia dominante de la industria en el mundo académico, sigue siendo optimista sobre el estado de la ciencia en el interés público .
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Transcripción del audio
Al leer acerca de su caso, es difícil no ponerse depresivo o cínico. ¿Qué es lo que lo hace seguir?
Ignacio Chapela: Es cierto que es fácil llegar a ser cínico y deprimirse. La influencia indebida de intereses económicos, de intereses políticos, sobre lo que se nos permite saber y sobre la investigación, es dominante en estos momentos. Sin embargo, todavía creo que hay un lugar muy importante para la ciencia pública, la comprensión y el aprendizaje, y mientras tenga esa oportunidad, me considero muy privilegiado. Interactuar con jóvenes que están realmente hambrientos de estos diferentes tipos de conocimiento y comprensión, la interacción con investigadores de todo el mundo que ven la necesidad de este tipo de investigación, es un sentimiento increíblemente positivo y una fuente de energía y potencia.
Usted ha dicho que cree que este tipo de ataques que usted y otros científicos han enfrentado disuaden a los jóvenes científicos. ¿Qué consejo le daría a alguien que entra en el campo?
Sí, esta es la supresión de la ciencia «de raíz» si pensamos en los jóvenes que recién empiezan a imaginar y considerar la posibilidad de entrar en la ciencia para el público. Muchos de ellos se desaniman al ver estas historias. Pero a medida que pasan los años, más y más jóvenes empiezan a decir: «igual yo no voy a conseguir trabajo», así que pueden darse el lujo de ir y hacer algo para el público, casi gratuitamente, ya que de todos modos, estos jóvenes están buscando pasantías y empleos mal pagados.
He tenido la percepción en el último par de años de que existe todo un campo de investigación y academia libre, independiente, emancipada, llegando a la mayoría de edad. La gente ha estando hablando de esto durante muchos años, pero creo que la conjunción de la influencia totalmente fuera de control de la industria, los militares y demás, junto con la situación económica, está llevando a que muchas personas digan, finalmente, «tenemos que cambiar esto» . Y no es optimismo color de rosa. Las cosas están cambiando poco a poco. Por supuesto que cuesta mucho, pero están cambiando.
¿Qué esperanza tiene para la libertad académica en un mundo que está cada vez más dominado por un financiamiento corporativo de la investigación?
Es cierto que la gran mayoría de los esfuerzos de investigación (laboratorios, empleados, estudiantes, y así sucesivamente) son absorbidos por los intereses industriales y corporativos. Y, sin embargo, siguen existiendo espacios en que sigue siendo posible una investigación libre por el interés del público. En realidad, la cuestión se reduce a ver si el público finalmente se despierta y se da cuenta de que esto es algo de su interés- y en ese momento, creo, las fuerzas políticas empezarán a dar vuelta la situación.
Es difícil imaginar lo que va a suceder, dada la situación actual, pero no creo que nadie en este momento esté esperando que una solución a los problemas que estamos viviendo venga del lugar dominante. Las soluciones vendrán de los márgenes. Me parece fascinante y estimulante interactuar con esos márgenes, para moverse realmente en los límites de esa forma prostituida, dominante de hacer ciencia y enseñar.
Bueno, eso es esperanzador.
Lo sé, lo sé. Hace cinco años, yo no hubiera hablado así. En verdad.
Gracias, por hablar claro, por seguir hablando claro, y por charlar con nosotros hoy.
Yo le agradezco a ustedes.
El Dr. Ignacio Chapela habló con Diane Partenio, una periodista independiente basada en Toronto. Esta transcripción ha sido editada y condensada.