El director danés-somalí Nasib Farah habló con IFEX acerca de su último documental, Guerreros del norte (Warriors from the North), y lo que fue estar cerca e interactuar personalmente con los jóvenes combatientes y desertores de Al-Shabaab.
«Yo era un chico solitario en la escuela y en el trabajo también. Así que decidí venir aquí a Somalia. No sé… Eso es lo que hice. Quería matar a tantas personas como fuera posible. »
El joven combatiente somalí-finlandés de Al-Shabaab se queda mirando directamente a la lente de la cámara mientras habla. Lleva un pañuelo a cuadros blanco y negro envuelto alrededor de su cabeza y cubriendo la parte inferior de su cara. Sólo sus ojos permanecen sin cubrir, traicionando su juventud y una cierta vulnerabilidad que no coincide con nuestras nociones preconcebidas de cómo un militante extremista debe ser y actuar.
Él es sólo uno de varios militantes y desertores de Al-Shabaab entrevistados para el documental danés, Guerreros del Norte, que gira en torno a jóvenes somalíes escandinavos que optan por abandonar Occidente y viajar a Somalia – un país que sigue recuperándose de una década de guerra civil – para luchar por, y en algunos casos morir, por una ideología yihadista.
Otros se están poniendo en riesgo con el fin de informar sobre esa historia.
Los directores Nasib Farah y Søren Steen Jespersen han publicado su documental en un momento en que ISIS, Al-Shabaab y Boko Haram se han convertido en nombres muy conocidos, y los medios de comunicación internacionales están llenos de artículos que intentan responder a una pregunta polémica: ¿Por qué tantos occidentales se unen a ISIS, o a Jabhat Al Nusra, Al Shabaab o Boko Haram? Muchas piezas son especulativas, otras analíticas. Un elemento que diferencia a este documental, es que está narrado por un iniciado, un joven desertor somalí-danés llamado «La Sombra».
Jesperson afirmó en los materiales de prensa del documental que “es fácil condenarlos, pero es mucho más interesante e importante tratar de entenderlos».
Mientras hablaba a la audiencia en el Festival de Cine Hot Docs de Toronto en mayo 2015, se apresuró en señalar que sin las conexiones invaluables de Farah con la comunidad somalí en Dinamarca, y con su tierra natal Somalia, no podía haber llegado a esa profunda mirada sobre la vida de algunos de los más susceptibles frente a la manipulación de Al-Shabaab.
«Conozco a varios de los combatientes personalmente», dijo Farah, que sólo tenía 11 años cuando huyó solo de la guerra civil en Somalia y pidió asilo en Dinamarca. «Fui al mismo club juvenil que Abdi, que se suicidó y mató a los graduados de la escuela de medicina en un atentado suicida … Mi experiencia y mi vida son muy similares a la suya, y a la de los otros guerreros de Al-Shabaab. Somos daneses con herencia somalí.»
El documental tomó cuatro años en hacerse, y durante ese tiempo, Farah se reunió con reclutas yihadistas que habían viajado a Somalia para unirse a Al-Shabaab.
Al-Shabaab, un grupo de milicianos islamistas y filial de Al-Qaeda, ha estado librando una guerra contra el gobierno somalí desde 2009. Teniendo en cuenta que Somalia sigue siendo uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo, asegurar estas entrevistas no fue poca cosa.
El grupo se ha atribuido la responsabilidad de muchos atentados, incluidos los ataques suicidas en Mogadiscio, en el centro y el norte de Somalia, y en los países vecinos. Han atacado específicamente a los periodistas a quienes tildan de espías. Según Reporteros sin Fronteras (RSF), Al-Shabaab es responsable de la mayoría de los 45 asesinatos de periodistas en Somalia desde 2007.
En sus comunicaciones con los reclutas extranjeros de Al-Shabaab, Farah era a la vez persistente y cauteloso. Le tomó mucho tiempo convencer a los entrevistados que no estaba trabajando encubierto y que no estaba afiliado con el gobierno. Aprovechó cualquier oportunidad de conocerlos en persona y construir confianza.
Al mismo tiempo, cuando permanecía en Somalia, Farah raramente dormía en el mismo lugar dos veces, y por una buena razón. Recientemente el 1 de mayo de 2015, hombres armados asesinaron al periodista radial Daud Ali Omar y su esposa en su cama horas después de la medianoche. Daud, de 35 años, había trabajado para Radio Baidoa, una estación de radio privada considerada pro-gubernamental, en su cobertura de la violencia regional y la política local.
Una red de periodistas locales, individuos que ahora considera como sus amigos, ayudó a Farah a navegar este paisaje turbulento. Ellos lo ayudaron a conseguir las entrevistas y, en muchos casos, las filmaron.
Los periodistas somalíes arriesgan sus vidas todos los días con el fin de informar sobre un conflicto altamente volátil. Farah dejo esto rigurosamente claro cuando se le preguntó acerca de sus relaciones con algunos de los periodistas locales del país.
«Soy muy afortunado», dijo al hablar con IFEX. «Sólo dos de mis amigos murieron en los atentados suicidas.»
Las acciones de los militantes de Al-Shabaab no son los únicos peligros de los que los periodistas tienen que preocuparse. También tienen que lidiar con señores de la guerra tribales, mafiosos comunes, piratas, y funcionarios del gobierno. El Gobierno somalí ha jugado su papel en el cultivo de una cultura de impunidad y de falta de respecto con el periodismo como profesión.
«Todos ellos tratarán de hacerte daño si no les gusta lo que dices», dijo Farah.
Según el último Informe Mundial de Human Rights Watch, el acoso gubernamental y la intimidación de periodistas considerados críticos de la política del gobierno, sobre todo por parte de la Agencia Nacional de Inteligencia y Seguridad (NISA), aumentó en Mogadiscio en 2014. La Unión Nacional de Periodistas Somalíes también dio a conocer un informe que detalla las violaciones a las que fueron sometidos los periodistas en Somalia ese año.
Para empeorar las cosas, en mayo de 2015 el gobierno somalí prohibió a los periodistas utilizar el nombre Al-Shabaab en sus informes. En su lugar, les ordenó referirse a la milicia como «el grupo que masacra al pueblo somalí». Si bien esto puede parecer un intento bien intencionado de negarse a complacer al terrorismo, ha hecho que los periodistas que cumplen con la prohibición sean vistos como pro-gobierno, y por consiguiente pasaran a ser objetivos de Al-Shabaab. En cambio los que no cumplen son percibidos como simpatizantes de Al-Shabaab, lo que agrava aún más un ambiente de trabajo ya hostil.
Guerreros del Norte no es el primer intento de Farah de humanizar el contexto de Somalia. En 2007, en el apogeo de la crisis de piratería de Somalia, codirigió un documental titulado Mi primo el Pirata (My Cousin the Pirate). Cuando la noticia le llegó a Farah de que su primo quería convertirse en un pirata, decidió volver a Somalia para tratar de disuadirlo y filmar el proceso.
«La imagen que tengo de Somalia en los medios de comunicación occidentales no es la misma que la que los somalíes me están diciendo», dice Farah, al explicar lo que le lleva a crear documentales donde se le permite a los somalíes tomar el control de su propia narrativa.
«Espero que algún día sea más fácil ser periodista en Somalia, para que puedan contar su propia historia al mundo», continuó.
«Siempre puedo dejar Somalia y volver a casa en Dinamarca. Los periodistas locales no pueden hacer eso, no pueden escapar.»
Es fácil condenarlos, pero es mucho más interesante e importante tratar de entenderlos.Søren Steen Jespersen, director
Documentalista danés-somalí Nasib Farahmadeincopenhagen.net /materiales de prensa
Siempre puedo dejar Somalia y volver a casa en Dinamarca. Los periodistas locales no pueden hacer eso, no pueden escapar.Nasib Farah, director