"Cuando más de la mitad de la población mundial está convocada a las urnas en 2024, RSF advierte de un importante fenómeno revelado por la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2024: el declive del indicador político, uno de los cinco que componen este índice."
Este artículo fue publicado originalmente en rsf.org el 3 de mayo de 2024.
A escala mundial, se impone una constatación: la libertad de prensa está amenazada por los mismos que deberían ser sus garantes: las autoridades políticas. De los cinco indicadores que conforman la puntuación de los países, el indicador político es el que más desciende en 2024, con una caída de 7,6 puntos, según revela la nueva edición de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa elaborada por Reporteros Sin Fronteras (RSF).
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Los Estados fracasan en la protección del periodismo
Un número creciente de gobiernos y autoridades políticas fallan en su papel de garantizar un marco ejemplar para el ejercicio del periodismo y para el derecho de la ciudadanía a una información fiable, independiente y plural. RSF observa un deterioro preocupante del apoyo y el respeto a la autonomía de los medios, así como un aumento de las presiones que ejercen los Estados u otros actores políticos sobre ellos.
«Cuando más de la mitad de la población mundial está convocada a las urnas en 2024, RSF advierte de un importante fenómeno revelado por la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2024: el declive del indicador político, uno de los cinco que componen este índice. Los Estados y las fuerzas políticas, independientemente de su orientación, desempeñan un papel cada vez menor en la protección de la libertad de prensa. Este desentendimiento se acompaña, en ocasiones, de un cuestionamiento del papel de los periodistas, o incluso de la instrumentalización de los medios en campañas de acoso o desinformación. Un periodismo digno de ese nombre es, por el contrario, un requisito previo para un sistema democrático y para el ejercicio de las libertades políticas»
Anne Bocandé, Directora editorial de RSF
A escala internacional, este año se caracteriza por la ausencia manifiesta de voluntad política de la comunidad internacional para aplicar los principios de protección de los periodistas, especialmente la resolución 2222 del Consejo de Seguridad de la ONU. La guerra en Gaza ha supuesto un número sin precedentes de ataques contra periodistas y medios desde octubre de 2023: más de 100 reporteros palestinos han sido asesinados por el ejército israelí, de los cuales al menos 22 se encontraban en el ejercicio de sus funciones. En esta Clasificación 2024 de RSF, Palestina (157º), ocupada y bajo las bombas israelíes, se transforma en uno de los diez peores países del mundo en términos de seguridad para los periodistas. (Acceder al indicador de seguridad de la Clasificación de la Libertad de Prensa 2024).
El periodismo contra la desinformación en un año electoral
Si bien 2024 es el mayor año electoral de la historia mundial, 2023 también fue el escenario de elecciones cruciales, especialmente en América Latina, donde accedieron al poder depredadores autoproclamados de la libertad de prensa y de la pluralidad de los medios, como Javier Milei en Argentina (66º, -26 puestos), quien, en un acto simbólico y preocupante, cerró la mayor agencia de noticias del país.
Los periodos electorales van habitualmente acompañados de violencia contra los periodistas, como ha sido el caso en Nigeria (112º) y la República Democrática del Congo (123º). Mientras, las juntas militares que han tomado el poder en el Sahel, sobre todo en Níger (80º, -19 ), Burkina Faso (86º, -28) y Malí (114º, -1), no cesan de estrechar el cerco sobre los medios y de entorpecer el trabajo de los periodistas. La reelección del partido de Recep Tayyip Erdogan en Turquía suscita también preocupación: el país, en el puesto 158º, continúa perdiendo puntos en la Clasificación.
En el arsenal de la desinformación con fines políticos, el uso de la IA generativa en un contexto de no regulación también es fuente de inquietud. Los deepfakes ya son una herramienta de primer orden para influir en el curso de las elecciones. La prueba es el deepfake de audio del que fue víctima la periodista Monika Todova durante los comicios legislativos en Eslovaquia (29º, -12), uno de los primeros casos documentados de este tipo de ataques contra un periodista con el objetivo de influir en unas elecciones democráticas.
Muchos gobiernos ejercen un control cada vez más estrecho sobre las redes sociales e Internet: restringen el acceso, bloquean cuentas y borran mensajes con contenido informativo. En Vietnam (174º), los periodistas que se expresan en las redes sociales son encarcelados casi sistemáticamente. En China (172º), la mayor cárcel de periodistas del mundo, el gobierno sigue ejerciendo un control estricto sobre los canales de información, aplicando políticas de censura y vigilancia para regular los contenidos en Internet y limitar la difusión de informaciones consideradas sensibles o contrarias a la línea del partido.
Algunas formaciones políticas alimentan el odio y la desconfianza hacia los periodistas, insultándolos, desacreditándolos o amenazándolos. Otras, orquestan maniobras de control del ecosistema mediático, bien sea tomando posesión de los medios públicos o cooptando los privados mediante su adquisición por parte de empresarios afines. La Italia (46º) de Giorgia Meloni, donde un diputado de la mayoría está intentando hacerse con la segunda agencia de noticias del país (AGI), pierde cinco puestos este año.
Los partidos políticos desempeñan a menudo el papel de correas de transmisión, cuando no son instigadores de campañas de desinformación. En más del 75% de los países analizados en la Clasificación (138 de 180), la mayoría de los expertos que respondieron al cuestionario para su elaboración destacan la implicación habitual de actores políticos en campañas de propaganda o desinformación en sus países. Esta implicación es calificada de “sistemática” en 31 países..
En Europa del Este y en Asia Central, la censura de los medios se ha intensificado, mimetizando de manera asombrosa los actos de represión rusos, ya sea en Bielorrusia (167º, -10), en Georgia (103º), en Kirguistán (120º) o Azerbaiyán (164º, -13). La influencia de Rusia se extiende hasta Serbia (98º, -7), donde los medios de comunicación progubernamentales difunden propaganda rusa y las autoridades amenazan a los periodistas rusos en el exilio. Rusia (162º), donde Vladimir Putin fue reelegido sin sorpresas este 2024, sigue librando una guerra en Ucrania (61º) que impacta considerablemente en el ecosistema mediático y en la seguridad de los periodistas.
Los peores y los mejores
El descenso generalizado del indicador político afecta también al trío que encabeza la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa. Noruega, que mantiene su primer puesto en el podio, registra una caída de su puntuación en este ámbito, mientras que Irlanda (8º), donde algunos partidos políticos han intimidado judicialmente a medios de comunicación, cede su puesto de líder de la Unión Europea a Dinamarca (2º), seguido de Suecia (3º).
En la cola de la clasificación, los países asiáticos como China, Vietnam y Corea del Norte pasan el testigo a tres países que han sufrido un fuerte desplome de su indicador político: Afganistán (-44 puestos en este apartado), que no cesa de reprimir el periodismo desde el regreso de los talibanes al poder; Siria (-8 puestos en el indicador político) y Eritrea (último país de la clasificación y último, también, en indicador político, -9 puestos). Estos dos países se han transformado en zonas sin ley para los medios, con un número récord de periodistas detenidos, desaparecidos o secuestrados.
La Clasificación, por regiones
La región del Magreb y Oriente Próximo registra la situación más grave en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2024. Le sigue la región Asia-Pacífico, donde el periodismo se asfixia bajo el peso de los regímenes autoritarios. En África, aunque menos del 10% de la región se encuentra en una situación «muy grave», casi la mitad de los países están en una situación «difícil».
Todos los países donde la libertad de prensa goza de buena salud se concentran en Europa, y más concretamente en la Unión Europea (UE), que ha adoptado la primera legislación sobre libertad de los medios de comunicación (EMFA). Irlanda abandona el podio de los tres primeros puestos, Suecia regresa a él y Alemania figura ahora entre los diez primeros de la Clasificación. Sin embargo, la libertad de prensa está siendo puesta a prueba por las mayorías en el poder en Hungría, Malta y Grecia, los tres países a la cola de la UE. Más al este de Europa, las condiciones del periodismo se están degradando frente a una desinformación en pleno auge y a la censura de unos medios acusados falsamente de atentar contra la seguridad nacional o el terrorismo. Es el caso de Rusia (162º), Bielorrusia (167º) y Turkmenistán (175º) o Georgia (103º, -26), donde el partido gobernante cultiva su acercamiento a Moscú. Ucrania (61º) sube 18 puestos gracias a la mejora de su indicador de seguridad (hay menos periodistas asesinados) y de su indicador político.
En la región de las Américas, la imposibilidad de los periodistas de cubrir historias relacionadas con el crimen organizado, la corrupción o el medio ambiente, por miedo a represalias, es un problema de primera magnitud. La proporción de países en situación «bastante buena» (amarillo) cae drásticamente, pasando de cerca del 36%, en 2023, al 21%, en 2024. Una de las mayores potencias económicas del mundo, Estados Unidos, pierde diez puestos. En casi todos los países de América del Sur, la situación de la libertad de prensa es ahora «problemática». Este deterioro se explica esencialmente por la llegada al poder de depredadores de la libertad de prensa, como Javier Milei en Argentina, y por la incapacidad de los gobiernos para frenar la violencia contra los periodistas. México sigue siendo el país sin guerra más peligroso para los reporteros: 37 periodistas han sido asesinados desde 2019.
El África subsahariana se ha visto gravemente afectada en 2023 por la violencia política durante las grandes citas electorales. Más del 8% de los países africanos se encuentran en la zona roja de la tabla, el doble que el año pasado. Nigeria, Togo y Madagascar se han visto afectados por oleadas de represión contra los periodistas. La región está marcada por el deterioro de la seguridad en varios países del Sahel: Níger, Burkina Faso y Malí.
En la región Asia-Pacífico -la segunda peor del mundo para ejercer el periodismo-, cinco países figuran entre los diez más peligrosos del planeta para la profesión: Birmania (171º), China (172º), Corea del Norte (177º), Vietnam (174º) y Afganistán (178º). Pero, a diferencia del año pasado, ningún país de la zona se encuentra entre los quince primeros de la Clasificación.
En Oriente Próximo y el Norte de África, casi uno de cada dos países se encuentra en una situación «muy grave». Emiratos Árabes Unidos se suma a los otros ocho países de la zona señalados en rojo en el mapa: Yemen, Arabia Saudí, Irán, Palestina, Irak, Bahréin, Siria y Egipto. Palestina, el país más mortífero del mundo para los periodistas, ocupado y bajo los bombardeos del ejército israelí, desciende a la parte baja de la Clasificación. Sólo Qatar es la excepción de la zona y no se encuentra en una situación «difícil» o «muy grave».
En todas las regiones del mundo, las elecciones que están por venir hacen prever fuertes presiones sobre los periodistas.