El año pasado estuvo marcado por conflictos armados y crisis humanitarias que expusieron el debilitamiento de las protecciones internacionales para la población civil, así como el devastador costo humano que implica ignorarlas.
Este artículo fue publicado originalmente en hrw.org el 16 de enero de 2025.
Retrocesos y luchas en tiempos oscuros
Los acontecimientos de 2024 han dejado claro que, incluso en los momentos más oscuros, hay quienes se atreven a resistir la opresión y demuestran el valor necesario para impulsar el progreso, afirmó hoy Tirana Hassan, directora ejecutiva de Human Rights Watch, durante la presentación del Informe Mundial 2025 de la organización. Ante el aumento del autoritarismo, la represión y los conflictos armados, los gobiernos deben intensificar sus esfuerzos para respetar y defender los derechos humanos universales con más rigor y urgencia que nunca. Al mismo tiempo, la sociedad civil debe mantenerse firme a la hora de exigir rendición de cuentas.
En la 35.º edición, el informe mundial de 546 páginas de Human Rights Watch analiza las prácticas de derechos humanos en más de 100 países. La directora ejecutiva Tirana Hassan señala en su ensayo introductorio que, en gran parte del mundo, los gobiernos reprimieron y arrestaron y encarcelaron injustamente a opositores políticos, activistas y periodistas. Tanto grupos armados como fuerzas gubernamentales mataron en forma ilegítima a civiles, obligaron a muchos a abandonar sus hogares y bloquearon el acceso a la ayuda humanitaria. En muchas de las 70 elecciones nacionales que tuvieron lugar en 2024, los líderes autoritarios ganaron terreno empleando su retórica y políticas discriminatorias.
“Los gobiernos que proclaman proteger los derechos humanos, pero ignoran los abusos cometidos por sus aliados refuerzan las voces que cuestionan la legitimidad del sistema de derechos humanos”, afirmó Hassan. “Esa postura es irresponsable y peligrosa ya que exime a los gobiernos abusivos de rendir cuentas. Este no es momento de retroceder”.
El año pasado estuvo marcado por conflictos armados y crisis humanitarias que expusieron el debilitamiento de las protecciones internacionales para la población civil, así como el devastador costo humano que implica ignorarlas. Esto incluyó casos alarmantes de inacción internacional y complicidad en abusos que profundizaron el sufrimiento humano, particularmente en Gaza, Sudán, Ucrania y Haití.
El año también puso de manifiesto una realidad que a menudo se pasa por alto: las democracias liberales no siempre son defensoras fiables de los derechos humanos, ya sea dentro de sus propias fronteras o en el exterior, destacó Hassan. La política exterior del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha mostrado un doble rasero al continuar suministrando armas a Israel, a pesar de las violaciones generalizadas del derecho internacional en Gaza, mientras condena a Rusia por acciones similares en Ucrania.
En Europa, la seguridad y el estancamiento económico han servido como excusa para que un número creciente de países justifique su desprecio selectivo por los derechos, en particular los de grupos marginados, así como de personas migrantes, solicitantes de asilo y refugiadas, mientras desatienden la implementación de medidas efectivas para garantizar derechos económicos y sociales.
El racismo, el odio y la discriminación dominaron muchas elecciones en 2024. En Estados Unidos, Donald Trump ganó la presidencia por segunda vez, lo que generó inquietud sobre la posibilidad de que su nueva administración repita e incluso empeore las graves violaciones de derechos registradas en su primer mandato. En otras regiones, como Rusia, El Salvador y el Sahel, líderes autoritarios consolidaron su control, recurriendo al miedo y la desinformación para sofocar la disidencia y afianzar su poder.
Sin embargo, en otros países surgieron señales de resiliencia democrática, afirmó Hassan, ya que los votantes rechazaron las agendas populistas y exigieron responsabilidades a líderes y partidos. En Bangladesh, las protestas estudiantiles llevaron a la renuncia de Sheikh Hasina, quien había ejercido un liderazgo represivo durante años. A pesar de la violenta represión, las y los manifestantes perseveraron, lo que obligó a la formación de un gobierno interino que se ha comprometido a impulsar reformas. En Corea del Sur, miles de personas salieron a las calles para protestar contra la declaración de la ley marcial por parte del presidente Yoon Suk Yeol, la cual fue anulada por la Asamblea Nacional en tan solo seis horas.
Aunque aún es pronto para anticipar el futuro de Siria, la huida del presidente sirio Bashar al-Assad pone en evidencia los límites del poder autocrático. Los autócratas que dependen de otros gobiernos para mantener su régimen represivo son vulnerables a los cambios en los cálculos políticos de sus aliados.
Entre los acontecimientos clave en materia de derechos humanos durante el año, cabe destacar los siguientes:
- Los talibanes intensificaron su represión contra mujeres, niñas y grupos minoritarios. En 2024, cerraron una de las últimas vías de acceso a la educación para las niñas mayores y las mujeres al prohibirles asistir a la facultad de medicina.
- En Hong Kong, una nueva ley de seguridad nacional, impuesta por China fue utilizada para condenar a prisión a varias decenas de personas en un juicio masivo. Mientras tanto, en Xinjiang, cientos de miles de uigures siguen sometidos a vigilancia, encarcelamiento y trabajos forzados.
- En Haití, la violencia alcanzó niveles catastróficos, con grupos criminales organizando ataques a gran escala y de manera coordinada. Estos grupos asesinaron a miles de personas, reclutaron a niños y violaron a mujeres y niñas.
- En Sudán, el conflicto entre las Fuerzas Armadas Sudanesas y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) resultó en atrocidades generalizadas contra la población civil, incluidos asesinatos en masa, violencia sexual y desplazamientos forzados. La campaña de limpieza étnica de las RSF en Darfur Occidental constituyó crímenes de lesa humanidad.
- En Gaza, las autoridades israelíes impusieron un bloqueo, llevaron a cabo numerosos ataques ilegales y provocaron desplazamientos forzados, lo que equivale a crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad. Además, privaron deliberadamente a la población palestina del acceso al agua necesaria para sobrevivir, lo que constituye un crimen de lesa humanidad y podría calificarse como un acto de genocidio.
- Rusia continuó sus ataques a gran escala contra la red energética, hospitales y otras infraestructuras en Ucrania, causando la muerte y heridas a numerosas personas civiles. En las zonas ocupadas, las autoridades rusas han llevado a cabo esfuerzos sistemáticos para borrar la identidad ucraniana.
“Digamos claramente y en voz alta lo que nadie dice: cuando los gobiernos no actúan para proteger a las personas en grave peligro, no solo las abandonan a la muerte y el sufrimiento, sino que también debilitan las protecciones para las personas en todo el mundo, creando en última instancia una situación en la que todos salimos perdiendo”, afirmó Hassan. “Esta carrera hacia el abismo tiene un costo enorme y de largo alcance, que a menudo va más allá de quienes están directamente afectados por el conflicto. Obliga a la gente a abandonar sus hogares, imposibilita que el personal sanitario y la ayuda humanitaria llegue a quienes lo necesitan, impide que los niños y niñas reciban educación y crea riesgos más graves para las personas con discapacidad”.
Hassan destacó que el año pasado reafirmó la importancia de exigir que los gobiernos de distintas regiones asuman un liderazgo firme en materia de derechos humanos y rendición de cuentas, y advirtió que deberán hacerlo con mayor frecuencia. Cuando los gobiernos denuncian violaciones del derecho internacional, como hizo Sudáfrica al presentar un caso ante la Corte Internacional de Justicia acusando a Israel de violar la Convención sobre el Genocidio en Gaza, o como varios Estados que han desafiado a los talibanes en Afganistán por violar la Convención de las Naciones Unidas sobre los derechos de las mujeres, se eleva el estándar para su cumplimiento.
Los tribunales internacionales que abren caminos hacia la justicia para las víctimas y sobrevivientes en Myanmar, Israel y Palestina, y Ucrania; las personas activistas que impulsan el cambio en Georgia, Bangladesh y Kenia; y quienes rechazan el autoritarismo en elecciones clave como las de Venezuela, son prueba de que la lucha por los derechos sigue más viva que nunca.
“Cuando se protegen los derechos, la humanidad prospera”, afirmó Hassan. “Cuando se niegan, el costo no se mide en principios abstractos, sino en vidas humanas. Este es el desafío, y también la oportunidad, de nuestra época”.