Por su trabajo como periodista y analista político en Irán, Ahmad Zeidabadi ha sido detenido, encarcelado, torturado, exiliado y fue sometido a una suspensión de por vida de toda actividad pública y política, incluyendo el periodismo.
En su discurso de aceptación del premio Héroe de la Libertad de Prensa Global otorgado por el Instituto Internacional de Prensa en marzo de 2016, Ahmad Zeidabadi describe lo que se siente al ser expulsado de su profesión de por vida: ¡Ay! Parece que estoy condenado a ser un extraño en mi propio país y a cerrar mi boca. En tal condición, a veces pienso que he sido condenado a una "ejecución civil" o a tener que pasar por una "muerte silenciosa" y a ser olvidado por completo.
Ahmad Zeidabadi comenzó su carrera como periodista en Teherán en 1989 con el más antiguo diario iraní Ettela’at, poco después de la muerte del ayatolá Ruhollah Jomeini Al – fundador de la República Islámica de Irán y líder de la revolución iraní de 1979. Cuando un político reformista fue nombrado Alcalde de Teherán ese mismo año y fundó Hamshahri, Zeidabadi, él mismo un reformista, se alejó del más conservador Ettela’at y se unió al nuevo diario, un periódico que más tarde se convirtió en el más leído en Teherán.
En los años que siguieron, Zeidabadi construyó su reputación en Irán como conocido y audaz analista político. En 1997, cuando el reformista Mohammad Khatami obtuvo una victoria aplastante en las elecciones presidenciales de Irán, se aflojó la censura del gobierno lo que permitió que florezca una prensa reformista con Zeidabadi a su frente. Lamentablemente, la línea dura, tanto dentro como fuera del gobierno, se puso en marcha para aplastar los planes de Khatami de reformar el sistema iraní, y sus primeros objetivos fueron periodistas como Zeidabadi.
En el año 2000, fue sometido a la primera de muchas violaciones de su derecho a la libertad de expresión. Fue detenido por ‘no responder a una citación judicial’ y obligado a pasar siete meses en la prisión de Evin, dos de los cuales los pasó en confinamiento solitario. Menos de dos semanas después de su liberación, fue detenido nuevamente, esta vez bajo cargos de ‘conspiración contra el gobierno’. Fue liberado nuevamente poco después, cuando el presidente del Parlamento Mehdi Karroubi intervino en su favor.
A principios de 2002, fue nuevamente llevado a juicio y condenado a 23 meses de prisión, condena que más tarde se redujo a 13 meses. También se le prohibió «toda actividad pública y social, incluyendo el periodismo» por un período de cinco años. Pero Zeidabadi no se dejó intimidar, y empezó a proporcionar análisis político sobre Irán y la región a múltiples medios reformistas, tanto convencionales como en línea.
Zeidabadi no perdió el tiempo luego de que su prohibición de escribir fuera levantada en 2007. Escribió una carta que fue ampliamente difundida – cuyo impacto le causaría más adelante mucho sufrimiento – en la que aborda directamente el líder supremo ayatolá Ali Jomeini y cuestiona su falta de tolerancia a la crítica, así como su manejo del programa nuclear y la respuesta de la comunidad internacional frente al mismo.
Dos años más tarde, las consecuencias de esa carta y su postura firmemente reformista lo pusieron en problemas. En 2009, fue uno de los 100 periodistas y pro-reformistas que se presentaron ante el poder judicial en un juicio masivo televisado después de haber sido acusado de intentar provocar ‘una revolución de terciopelo’. Posteriormente fue condenado a seis años de prisión y exilio doméstico al ser liberado. También se le prohibió ejercer el periodismo, así como cualquier otra actividad cívica o política – esta vez, de por vida.
Tras cumplir la sentencia de seis años en 2015, Zeidabadi fue exiliado a Gonabad, en la provincia de Jorasán Central, en el noreste de Irán. En 2023, fue condenado nuevamente a un año de prisión y 50 latigazos por cargos derivados de la causa de 2009.
En el mismo discurso de aceptación del año 2016, se lamentó sobre su incapacidad de hacer lo que mejor sabe hacer en un momento en que la región necesita desesperadamente que se escriba de manera rigurosa y objetiva.
«Es una gran injusticia privar a un ser humano de hacer lo que le da sentido a su vida y en lo que se especializa … En estos días, el Medio Oriente está en crisis y mi país está pasando por conmociones tormentosas. Naturalmente, estoy dispuesto a expresar mi análisis experto y advertir a la gente de las noticias falsas publicadas por algunas alas políticas poderosas».
El premio del IPI le ha dado a Zeidabadi la esperanza de que no será olvidado, y de que algún día, podrá escribir de nuevo.
Sin olvidar a otros presos políticos, Zeidabadi estaba entre otros veinte que firmaron una carta abierta en septiembre de 2017 pidiendo a las autoridades que respeten las demandas de 15 presos políticos que se declararon en huelga de hambre masiva en la prisión de Rajaee Shahr.
Hoy en día, la voz de Zeidabadi sigue vigente en línea, proporcionando análisis nacionales y regionales, incluso en su canal de telegram «Otra perspectiva».
Ilustración de Florian Nicolle