Ales Bialiatski ha estado defendiendo los derechos humanos en la "última dictadura de Europa" durante tres décadas, lo que le valió el Premio Nobel de la Paz en 2022 pero también una larga sentencia de prisión en 2023.
No se puede comparar Lukashenka a dictadores de la mitad del siglo 20. No es un Stalin; yo lo llamaría el nieto degenerado de Stalin.
Si se pudiera medir el valor de un defensor de los derechos humanos por el número de premios recibidos, Ales Bialiatski ocuparía un lugar destacado. Su labor fundamental para los derechos humanos en Bielorrusia le valió los siguientes premios: el Premio Nobel de la Paz, el premio Homo Homini, el premio libertad Andrei Sakharov, el premio Per Anger, el premio Lech Walesa y el premio de derechos humanos Václav Havel. También hizo que lo encarcelaran en 2011 y en el 2021.
Además de ser un defensor de los derechos humanos, Bialiatski es un escritor y activista político. Se tornó políticamente activo en la década de 1980 y fue miembro fundador del Frente Popular de Bielorrusia, un partido político y movimiento cultural que abogó por la democracia tras el colapso de la Unión Soviética. Pero Bialiatski es más conocido por el Centro de Derechos Humanos Viasna, una ONG bielorrusa, que fundó en 1996 para proporcionar apoyo a los presos políticos bielorrusos.
Bielorrusia funciona de manera muy similar a como lo hacía la antigua Unión Soviética; controla la prensa, la actividad política y religiosa, y encarcela y tortura a los disidentes. La Unión Europea ha condenado el país en repetidas ocasiones por sus abusos contra los derechos humanos, fue excluido del Consejo de Europa y el Relator Especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en ese país describió su sistema político como «incompatible con el concepto de los derechos humanos». Las elecciones en Bielorrusia no cumplen con las normas internacionales y el presidente, Alyaksandr Lukashenka (en el cargo desde 1994), es descrito habitualmente como «el último dictador de Europa».
Bialiatski fue detenido en agosto de 2011 en un momento especialmente tenso en Bielorrusia. El mes de diciembre pasado había sido testigo de una protesta masiva en Minsk tras las elecciones que habían llevado nuevamente al poder a Lukashenka. La respuesta oficial a la manifestación había sido salvaje: la policía antidisturbios había lanzado granadas de concusión contra una multitud de miles de personas y luego les dio una brutal paliza a varios manifestantes. Más de 600 manifestantes habían sido detenidos, cientos resultaron heridos, y casi todos los candidatos a la oposición política fueron encerrados. Había sido el comienzo de una nueva ola de represión dirigida a silenciar la disidencia.
Hacía tiempo que el régimen buscaba una oportunidad para ponerle un freno al trabajo de Bialiatski, y en agosto de 2011 la misma llegó a través de Viasna. Cada petición que Viasna hizo para ser oficialmente registrada fue rechazada, lo que significa que la organización no pudo abrir una cuenta bancaria en Bielorrusia. Con el fin de evitar este obstáculo, Bialiatski había abierto cuentas bancarias personales en Polonia y Lituania, en las que los donantes internacionales podían transferir montos esenciales para financiar el trabajo de Viasna.
Cuando las autoridades se enteraron de estas cuentas en el extranjero, acusaron a Bialiatski de evasión de impuestos y lo arrestaron. Grupos internacionales de derechos humanos protestaron, diciendo que Bialiatski fue víctima de un sistema cínicamente diseñado para forzar a los activistas a tener fondos en el exterior, lo que los torna vulnerables a la persecución cuando el Estado los quiere silenciar.
El juicio de Bialiatski tuvo lugar en Minsk en noviembre de 2011. Aunque los observadores del mismo no pudieron asistir, hubo informes de que algunos documentos clave no fueron verificados como auténticos ni traducidos. El 24 de noviembre, Bialiatski fue declarado culpable y condenado a cuatro años y medio de prisión.
Tras ser condenado, 47 ONG de Bielorrusia firmaron una declaración pública condenando el veredicto y pidiendo la liberación inmediata de Bialiatski. Esta llamada fue repetida por la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, y también por el Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en ese país. Del mismo modo, el Grupo de Trabajo de la ONU sobre la detención arbitraria afirmó que la detención de Bialiatski fue arbitraria y que debía ser liberado.
Pero Bialiatski permaneció en la cárcel durante casi tres años. Durante ese tiempo tuvo que soportar condiciones extremadamente duras, como el trabajo forzado y frecuentes períodos de confinamiento solitario. Más tarde, diría de su detención: «Estaba siempre bajo vigilancia; incluso algunos de los prisioneros estaban allí sólo para vigilarme día y noche. Podía sentir que me estaban provocando …. Éramos 15 personas en la misma habitación, pero no hablé durante dos años».
Ales Bialiatski fue liberado el 21 de junio de 2014. Siguió haciendo campaña para las libertades civiles en Bielorrusia con Viasna, que produce informes de derechos humanos vitales para los activistas fuera del país. Su persecución a manos del régimen de Bielorrusia no frenó su franqueza, como se pudo comprobar cuando se le preguntó sobre el presidente sólo un mes después de su salida de la prisión. «No se puede comparar Lukashenka a dictadores de la mitad del siglo 2», dijo despectivamente. «No es un Stalin; yo lo llamaría el nieto degenerado de Stalin».
En 2020, Viasna recibió el Premio a la Defensa de la Democracia de la OSCE “por su misión de defender los derechos humanos en Bielorrusia y construir una sociedad justa, libre y democrática para todos sus ciudadanos”.
En agosto de 2020, una elección presidencial en disputa provocó protestas masivas contra el gobierno de Lukashenka. Las manifestaciones fueron reprimidas violentamente y se detuvieron decenas de miles de manifestantes pacíficos, activistas de la sociedad civil y periodistas. La represión continuó hasta el 2021. Las autoridades apuntaron a la sociedad civil y los medios independientes, arrestando a su personal y obligando a muchas organizaciones a cerrar. En julio de 2021, como parte de este ataque, Bialiatski y sus colegas de Viasna fueron arrestados por cargos falsos de evasión de impuestos.
En septiembre de 2022, se reveló que los cargos contra Bialiatski y sus colegas de Viasna encarcelados, Valiantsin Stefanovic y Uladzimir Labkovich, habían sido actualizados. Ahora eran acusados de contrabando y financiación de protestas.
En octubre de 2022, Bialiatski recibió el Premio Nobel por su trabajo como defensor de los derechos humanos en Bielorrusia.
El 3 de marzo de 2023, Bialiatski fue condenado a diez años de prisión. Sus coacusados, Stefanovic y Labkovich, fueron condenados a penas de prisión de nueve y siete años, respectivamente.
En abril de 2023, un tribunal de Minsk rechazó la apelación de Bialiatski contra el veredicto. En mayo se informó que lo habían trasladado de la prisión preventiva número 1 de Minsk a la colonia penitenciaria número 9 de Horki, en la región de Mahilioŭ.
El 21 de mayo de 2023, más de 100 premios Nobel firmaron una carta abierta pidiendo la liberación inmediata e incondicional de Bialiatski.
Bialiatski fue puesto en régimen de aislamiento en noviembre de 2023; en diciembre de 2023, fue añadido a la lista de “extremistas” de Bielorrusia.
En abril de 2024, la esposa de Bialiatski informó que su marido seguía recluido en régimen de aislamiento.
Ilustración de Florian Nicolle