El periodista independiente experimentado Bheki Makhubu pasó más de quince meses en una prisión de alta seguridad en Swazilandia por exponer un sistema judicial profundamente corrupto; fue el último de una serie de juicios a los que estuvo sujeto en las últimas dos décadas.
En un artículo de Mail & Guardian publicado en abril 2014, Bheki Makhubu reflexiona sobre la importancia de un discurso libre: Escribí un artículo que creí ser de interés nacional, y porque me gusta pensar que entiendo el derecho constitucional, creo que la libertad de expresión significa que podemos participar en asuntos de importancia nacional que nos tocan a nosotros como pueblo.
El periodista independiente experimentado Bheki Makhubu pasó más de quince meses en una prisión de alta seguridad en Swazilandia por exponer un sistema judicial profundamente corrupto; fue el último de una serie de juicios a los que estuvo sujeto en las últimas dos décadas.
Esto no lo ha disuadido de seguir hablando y exigiendo que el poder rinda cuentas: “Creo que, por la naturaleza de la existencia humana, las personas con autoridad deben ser supervisadas y llamadas a rendir cuentas, porque de lo contrario, tienden a olvidar por qué están allí y, a veces, no son conscientes de lo que se supone que deben hacer; necesitamos recordarles sus funciones.”
Makhubu, que fue detenido junto al abogado de derechos humanos Thulani Maseko el 18 de marzo de 2014, pasó 20 días en prisión antes de ser puesto en libertad, sólo para volver a la cárcel tres días más tarde, donde los dos hombres permanecieron hasta junio de 2015.
Su delito fue haber publicado artículos en la revista The Nation en febrero 2014 que cuestionaban el poder judicial con respecto a la detención de un inspector de tránsito que había detenido el coche en el que viajaba un juez del Tribunal Supremo.
Al notar que el conductor no tenía autorización para el uso de un vehículo del gobierno, el inspector le entregó al juez del Tribunal Supremo un ticket de violación de tráfico. Por ser cuidadoso y hacer su trabajo correctamente, el inspector fue acusado de desacato.
Makhubu y Maseko, indignados por este hecho, le escribieron al Presidente del Tribunal Supremo Michael Rambodibedi – y lo acusaron de abusar de su autoridad en el manejo del caso. Ramodibedi les contestó que como el juicio del inspector aún estaba en curso, estaban en desacato al tribunal. Ordenó sus detenciones inmediatas.
Como consideraron que ambos presentaban un «riesgo de fuga», se les negó la libertad bajo fianza y fueron llevados a una prisión de máxima seguridad, por lo general reservada para los criminales endurecidos. Veinte días más tarde, fueron liberados en apelación cuando fue dictaminado que Rambodibedi no tenía el poder de emitir una orden de arresto. El propio juez apeló, ganó el caso, y los dos hombres fueron enviados nuevamente a la cárcel.
En julio de 2014, los dos hombres fueron condenados a dos años de prisión. Fueron liberados el 30 de junio 2015 luego de que se decidió no oponerse a su apelación contra su encarcelamiento. Desde entonces, el juez que había presidido su caso había sido acusado de corrupción, restándole toda confianza a su capacidad de aplicar justicia. Acogiendo con beneplácito la decisión, el Centro de Litigios de África Austral describió el sistema judicial de Swazilandia como uno que se aplica «a capricho de los individuos», una situación que en 2013 había dado lugar a una huelga de tres meses por parte de los abogados.
Además de las injustas acusaciones, Makhubu fue tratado como si fuera un criminal peligroso, lo que excedía sobremanera la gravedad de la acusación. Él contó cómo justo antes de su arresto, policías armados irrumpieron en las granjas de sus padres y tías exigiendo saber su paradero. En el tribunal, se vio obligado a llevar grilletes. En el camino a la sala del tribunal, fue acompañada por varios policías armados. Muchos creen que Rambodibedi – quien había sido criticado en la prensa por Makhubu anteriormente – guardaba rencor contra el periodista, y aprovechó la oportunidad para asegurar la pena máxima.
La situación de Swazilandia en lo que atañe a la libertad de expresión es mediocre, y Makhubu tiene un largo historial de disidencia. En 2013, The Nation había sido multado por artículos criticando la falta de independencia judicial. Más atrás, desde mediados de la década de 1990, los miembros de IFEX le han demostrado su apoyo: En 1996 se vio obligado a pedir disculpas por un artículo en el Times Sunday, medio en el que era editor, que criticaba el Rey Mswati por la acumulación de riqueza y por ignorar la pobreza; en 1999 fue despedido de su cargo debido a sus críticas al monarca, y acusado de difamación de la novia del rey. En 2001, The Nation, medio en el que Makhubu era ahora editor, se prohibió temporalmente por no cumplir con los requisitos de la ley de medios estrictos. En 2007 fue multado por difamación por afirmar que un parlamentario se dedicaba a negocios corruptos. En 2010 fue juzgado nuevamente por desacato y difamación del entonces Presidente del Tribunal Supremo. Con estos antecedentes de desafiar la mala conducta dondequiera que la vea, parece poco probable que las largas estancias de Mhakubu en la cárcel lo vuelvan sumiso en el futuro.
Ilustración de Florian Nicolle