Chase Strangio, abogado transgénero de derechos humanos, defendió el derecho de Chelsea Manning a recibir tratamientos hormonales mientras se encontraba en una prisión militar y actualmente se encuentra luchando en la primera línea por los derechos de las personas transgénero en Estados Unidos.
"La presencia de una persona trans realmente hace una diferencia. De lo contrario, estas conversaciones acerca de las personas trans se llevan a cabo sin las mismas: conversaciones en las deposiciones, en los tribunales, en las legislaturas".
Abundan los elogios para Chase Strangio, el abogado transgénero más conocido que trabaja actualmente en casos LGBTQI+: «Probablemente el abogado más apasionado con el que he trabajado», dice un compañero abogado de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU por sus siglas en inglés); «Un líder crucial en asuntos trans», dice su ex profesor de derecho.
Strangio, en la treintena, ha representado a uno de los dos denunciantes más famosos del siglo XXI, Chelsea Manning, y formó parte del equipo de ACLU que demandó para que Gavin Grimm, un adolescente transexual y ahora ex estudiante, pueda acceder al baño masculino en su escuela secundaria (aunque Grimm ha dejado la escuela, su caso era parte de una batalla legal más amplia que ocurre a través de los EEUU para permitir a individuos transexuales el acceso al baño del género con el que se identifican); no es sorprendente que esta lucha legal haya provocado algunas respuestas muy irritadas por parte de los políticos conservadores.
Las cuestiones de identidad están íntimamente relacionadas con nuestro derecho a expresarnos libremente, y en casos legales que involucran a personas transgénero, el hecho que una persona transgénero sea la que avanza este tipo de argumento, tiene sus ventajas. Como lo dijo Strangio en 2016:
«La presencia de una persona trans realmente hace una diferencia. De lo contrario, estas conversaciones sobre las personas trans se llevan a cabo sin las mismas: conversaciones en las deposiciones, en los tribunales, en las legislaturas. Realmente queremos estar seguros de que hayan personas trans reales allí para que cuando [nuestros oponentes] avancen el argumento de que ser trans es una ilusión, o que las personas trans realmente no existen, deban decírselo en la cara a una persona trans real, una y otra vez. Tal vez no les importe, pero al final del día, será mucho más difícil para ellos llevar adelante sus argumentos si están mirando a nuestros clientes trans, o mirando a las personas trans en la sala de tribunal o a un abogado de trans. Necesitamos estar en esos espacios para hacer que los argumentos que están tratando de avanzar sean menos admisibles.»
Strangio ha escrito de manera emotiva sobre sus dolorosas luchas con el género siendo adolescente: «Ver mi propio reflejo me enfermaba físicamente. Me llevaba a una depresión.» Es claro que lo personal lo ve como algo político. Sin embargo, fue sólo después de la universidad – cuando Strangio fue a trabajar como asistente legal para la organización GLBTQ Advocates and Defenders (GLAD) – que empezó a hallarse, tanto personal como profesionalmente. «Estaba llegando a un acuerdo con mi propio género, y empecé realmente a gravitar hacia el trabajo legal trans», dijo en una entrevista con su antigua revista universitaria.
Después de trabajar en GLAD, Strangio fue a la escuela de derecho, donde gracias a su duro trabajo y su mente legal entusiasta hizo que se destacara entre los otros brillantes estudiantes. Un ex profesor dijo que «ya estaba haciendo mucho mejor trabajo que la mayoría de los abogados cuando todavía estaba en la escuela de derecho». Fue allí donde Strangio salió como un hombre transgénero.
En 2010, después de graduarse, Strangio obtuvo una beca en el Proyecto de Ley de Sylvia Rivera (SRLP por sus siglas en inglés), donde formó parte de un equipo de prestación de servicios jurídicos para transgéneros e intersexuales. Su vocación legal fue establecida y, en 2012, junto con la activista transexual Lorena Borjas, creó el Fondo Comunitario Lorena Borjas, que ayudó a pagar fianzas a los miembros de la comunidad transgénero que estaban en problemas con la ley. Según un ex colega, la organización consiguió sacar personas «fuera de la cárcel y de la detención de la inmigración y los puso en una posición más fuerte para luchar su caso.»
El trabajo que le dio a Strangio una atención internacional llegó cuando se unió a la ACLU en 2013. Allí, fue asesor principal para Chelsea Manning.
En 2013, Manning fue condenado por múltiples cargos relacionados con la publicación de documentos clasificados en Wikileaks y fue sentenciado a 35 años en una prisión militar. Poco después de su condena, anunció que iniciaría una transición de hombre a mujer, pero, aunque los médicos del ejército recomendaron que se le permitiera vivir como mujer, el Departamento de Defensa le negó el acceso a la terapia hormonal.
Fue en ese momento que se involucró Strangio. Desde su punto de vista, fue una clara violación del derecho de Manning a la libertad de expresión: «Una de las muchas cosas que Chelsea ha perdido a través de su encarcelamiento es su capacidad para dar públicamente forma a la narrativa de quién es», escribió más tarde en un artículo para Esquire. Demandaron, ganaron, y Manning recibió su tratamiento hormonal en 2015. El abogado y el cliente se convirtieron en amigos íntimos y cuando, en enero de 2017, el presidente Barack Obama conmutó la sentencia de Manning, Strangio organizó una recaudación de fondos que llegó a más de $ 174.000 dólares americanos para ayudar a pagar el alquiler, la salud y otros gastos de Manning después de su liberación.
Desde entonces, Strangio se ha centrado en combatir las llamadas «proyectos de ley de baño», introducidos por los legisladores en más de una docena de estados de los Estados Unidos, y que requieren que las personas transexuales usen el baño correspondiente al sexo con el que nacieron en lugar de su identidad de género. Las justificaciones comunes de estos proyectos de ley giran en torno a la privacidad y la seguridad, a pesar de que no ha habido ningún incidente registrado de una persona transgénero que haya realiza un ataque o infringiendo la privacidad de otra persona en un baño público.
En junio de 2020, Chase celebró una nueva victoria. Formó parte del equipo legal que representó a Aimee Stephens en un caso innovador donde la Corte Suprema dictaminó que la Ley de Derechos Civiles de 1964 protege a lo/as trabajadore/as homosexuales y transgénero; un empleador que despide a una persona simplemente por ser gay o transgénero viola la ley.
En 2014, Strangio fue nombrado en la lista Trans 100 por “contribuciones sobresalientes a la comunidad trans”. En 2017, fue uno de los elegidos para la lista inaugural #Pride30″ de NBC Out. En 2018, Grinnell College, su alma mater, le otorgó un Doctorado honorario en Derecho, y en febrero de 2020, Strangio recibió el Premio Stonewall 2020 por la Comisión de la Asociación Americana de Abogados sobre Orientación Sexual e Identidad de Género. En 2020 entró en la lista de las 100 personas más influyentes de la revista Time.
En la publicación, Laverne Cox elogió el “activismo desinteresado de Chase en nombre de las personas LGBTW+” y agregó su relato personal de la influencia de Chase en su propio activismo: “Cuando no he tenido el lenguaje para explicar lo que estaba en juego, las consecuencias y las implicaciones de la discriminación, he recurrido a los escritos, tuits y entrevistas de Chase. (…) Chase tiene la fuerza para hablar con claridad sobre las contradicciones y limitaciones desordenadas de nuestro sistema legal, al tiempo que usa los poderes de ese sistema para ayudar a lo/as más vulnerables”.
Ilustración de Florian Nicolle