Voz líder y, a veces, figura polarizadora en la larga lucha por la igualdad LGBTQI+, Peter Tatchell ha pasado más de 50 años haciendo campaña por los derechos humanos. Ha sufrido golpizas, arrestos, persecución y acoso, pero su pasión por la justicia no da muestra de querer detenerse.
Cuando se trata de la libertad de expresión, soy quien habla de la igualdad de oportunidades. Incluso defiendo el derecho de los demás a burlarse de mí y ridiculizarme. Puede que no me guste. Puede ser injusto. Pero eso es democracia.
Bautizado ‘San Pedro’ por algunos en la comunidad LGBTQI + y tildado de ‘gángster gay’ por el ex presidente zimbabuense Robert Mugabe, Peter Tatchell sigue provocando fuertes reacciones. Activista de derechos humanos durante más de cincuenta años, Tatchell es más conocido por su defensa de los derechos LGBTQI+ y la libertad de expresión. En el correr de su vida profesional, ha sufrido cientos de ataques violentos, arrestos múltiples y enjuiciamiento. Algunas de sus tácticas, incluyendo la del grupo ¡estruendo de indignación! (OutRage!) que declara la presunta homosexualidad privada de figuras públicas, han sido criticadas por sectores de la comunidad LGBTQI + y otros grupos, pero nadie duda de su valentía, sus principios o el impacto positivo de gran parte de su trabajo.
Tatchell nació en Melbourne, Australia, pero pasó prácticamente toda su vida adulta en el Reino Unido. Su sentido de la justicia y su gusto por el activismo eran obvios desde muy temprana edad: mientras todavía estaba en la escuela, hizo campaña por los derechos territoriales de los aborígenes y contra la guerra de Vietnam, lo que llevó a su director a tildarlo de «comunista».
Tatchell se mudó al Reino Unido en 1971. Comenzó a identificarse como hombre gay a fines de los años 60, y cuando llegó a Londres, las relaciones sexuales entre hombres solo habían sido parcialmente legalizadas en Inglaterra y Gales desde hacía cuatro años. Aunque la ley había cambiado, las actitudes evolucionaron lentamente y Tatchell se lanzó al activismo de los derechos de los homosexuales. Participó en la organización de la primera Marcha del Orgullo Gay del Reino Unido en 1972. También se unió al Frente de Liberación Gay, que adaptó las tácticas del movimiento de los derechos civiles de los Estados Unidos para enfrentar el prejuicio homofóbico. Según Tatchell: «Hicimos protestas como organizar «sentadas» en bares que se negaban a servirle a los homosexuales».
Desde el principio, Tatchell llevó su activismo al extranjero, y fue perseguido por miembros de la Stasi (policía secreta de Alemania Oriental) cuando trató de promover los derechos de los homosexuales en el desfile del Festival Mundial de la Juventud en Berlín Este en 1973.
Tatchell describió la década de 1980 en el Reino Unido como una «década de homofobia sancionada por el Estado». Este fue un período en el que la policía de Manchester, dirigida por un jefe de policía que describió a los homosexuales como «gente que se revuelca en un pozo negro creado por ellos mismos», tenía como blanco a las personas LGBTQI+ para acosarlos y para atacar a los clubes gay. Durante este tiempo, Tatchell hizo campaña contra el infame Artículo 28 del Reino Unido, que prohibía a las autoridades del gobierno local «promover la homosexualidad» (el Artículo 28 fue finalmente derogado en 2003). También se convirtió en la cara pública del grupo activista LGBTQI+ ¡estruendo de indignación! (OutRage!) que se enfrentó a la intolerancia contra los homosexuales y ‘sacó del clóset’ de manera teatral a figuras públicas que eran homofóbicas en público pero homosexuales en privado.
Como miembro del grupo ¡estruendo de indignación! (y también cuando se alejó del mismo) Tatchell criticó fuertemente a los líderes islámicos, judíos y cristianos por promover prejuicios contra los homosexuales. En 1998, en un acto ya famoso, montó al púlpito para protestar contra el sermón del arzobispo de Canterbury, George Carey [VIDEO] (Carey se oponía al matrimonio entre homosexuales y a la edad de consentimiento para hombres homosexuales como era el caso para las parejas heterosexuales); Tatchell fue procesado por sus acciones y condenado por una ley poco utilizada que prohíbe las protestas en las iglesias.
En 2006, Tatchell asistió al primer festival de Orgullo Gay de Moscú. Regresó el siguiente año para protestar contra la prohibición del desfile, y mientras se encontraba allí, él y otros activistas LGBTQI+ fueron brutalmente golpeados por neonazis y arrestados por la policía. Tatchell declaró después del ataque que «no [sería] disuadido en absoluto» de continuar su activismo en Rusia. Fue detenido nuevamente durante el Festival de la Canción de la Eurovisión de Moscú en 2009 después de protestar contra las prohibiciones de Desfiles del Orgullo Gay en Moscú (que el alcalde de la ciudad había calificado de «satánicos»). Tatchell también hizo campaña contra el ataque legislativo contra los derechos LGBTQI+ por parte de la Federación Rusa, y describió al presidente Vladimir Putin como el «Zar de la Homofobia». En 2018, fue arrestado en Moscú en la víspera de la Copa Mundial de Fútbol por protestar por la tortura de hombres homosexuales realizada por la policía en la República de Chechenia.
Esta actividad tiene un costo. En una entrevista de 2009 con el periódico Observer, Tatchell admitió que, a pesar de su larga historia de activismo público, que muy seguido estuvo sujeto a confrontaciones, todavía se ponía ansioso antes de un acto de protesta: «Me siento físicamente enfermo y tiendo a sentir la necesidad de orinar mucho…. Me duele la cabeza… hay momentos en que incluso estoy temblando».
Debido a su activismo, ha recibido amenazas de muerte y correos de odio, y durante muchos años fue objeto de ataques groseros por parte de la prensa sensacionalista británica. También tuvo un costo físico: Tatchell sufre de un daño cerebral leve que atribuye en parte al ataque neonazi ruso del que fue víctima en 2006 y a un ataque anterior en 2001 [VIDEO] que tuvo lugar mientras intentaba un arresto ciudadano del presidente de Zimbabue Robert Mugabe en Bruselas.
Dada la naturaleza del alto impacto de Tatchell, y a veces del activismo de confrontación, no sorprende que el derecho a la libertad de expresión tenga un lugar tan prominente entre las muchas otras causas por las que lucha. En 2006, describió lo que la libertad de expresión significaba para él:
«Crecí en Australia en la década de 1960, durante un período de hostigamiento al estilo McCarthy. Debido a que me opuse a la guerra de Estados Unidos y Australia contra Vietnam, fui denunciado como comunista y casi pierdo mi trabajo. Por mi propia experiencia, sé que la libertad de expresión es una libertad preciosa que se debe cuidar. Es por eso que argumento que el derecho a la libertad de expresión puede restringirse legítimamente solo cuando implica la incitación a la violencia o la difamación. La amenaza de violencia y la difusión de mentiras disminuyen el debate libre, honesto y abierto. De lo contrario, el discurso debe permanecer libre. Las raras excepciones son instancias como las de no dejar publicar instrucciones para fabricar bombas terroristas. El precio de vivir en una sociedad libre es que a veces nos enfrentamos con puntos de vista que consideramos ofensivos e insultantes. Nos enfrentados a opiniones intolerantes y fanáticas, la forma más efectiva de desafiarlas es mediante un debate calmado y razonado para disipar la ignorancia y los prejuicios, no mediante prohibiciones y censura. Las amenazas físicas y la violencia son inaceptables».
Su compromiso con la libertad de expresión lo ha llevado a defender las infames caricaturas danesas del profeta Mahoma que provocaron disturbios en todo el Medio Oriente en 2005; a ofrecerse a testificar en defensa de un hombre que fue arrestado por hacer comentarios homofóbicos en público; a defender a un panadero cristiano que fue declarado culpable de discriminación sexual después de negarse a decorar un pastel con las palabras «Apoyo el matrimonio gay».
La devoción de Tatchell por la libertad de expresión lo llevaron a protestar contra los intentos de activistas transgénero de prohibir que un pequeño número de feministas (que han hecho comentarios ofensivos sobre personas transgénero o cuestionaron la validez de sus identidades) hable en universidades y otras instituciones. Tatchell es un firme defensor de los derechos de las personas transgénero, pero cree que «la forma más efectiva de derrotar las ideas fanáticas no es proscribirlas sino desafiarlas y exponerlas».
Tatchell ha sido durante mucho tiempo un crítico enérgico de la peligrosa práctica conocida como «terapia de conversión» para las personas LGBTQI+. En 2021, en respuesta a la falta de acción del gobierno del Reino Unido sobre su promesa de 2018 de prohibir la terapia de conversión, Tatchell lanzó la campaña Stop Dithering.
En 2022, criticó nuevamente al gobierno del Reino Unido por su enfoque sobre la terapia de conversión, esta vez por no incluir a las personas transgénero en su plan de prohibición. Afirmó:
“Una prohibición de la terapia de conversión que no incluya a las personas trans no es una prohibición genuina en absoluto. Excluir a las personas trans de la protección contra prácticas de conversión abusivas y dañinas es vergonzoso. Es una traición insensible que dejará a las personas trans vulnerables a merced de exorcismos, palizas, chantajes emocionales e intimidaciones psicológicas”.
En junio de 2023, la Fundación Peter Tatchell lanzó la campaña #ApologiseNow, exigiendo que los servicios policiales del Reino Unido reconocieran públicamente (y se disculparan por) la persecución que habían ejercido sobre las personas LGBTQI+ durante décadas. En abril de 2024, dieciséis jefes de policía se habían disculpado públicamente por la histórica aplicación de la ley discriminatoria llevada a cabo por sus fuerzas.
Peter Tatchell ha recibido numerosos premios por su trabajo. En 2006, fue incluido como uno de los «héroes de nuestro tiempo» de New Statesman, en 2009 el Observer lo nombró activista del año y en 2012 recibió un premio Lifetime Achievement Award en los Premios a la Diversidad del Reino Unido. Los 55 años de campaña por los derechos humanos de Tatchell fueron reconocidos con el premio Sheila McKechnie Long-Term Achievement en 2022. Actualmente, es el director de la Fundación Peter Tatchell, una organización de derechos humanos sin fines de lucro.
Ilustración de Florian Nicolle