Los guaraníes han perdido tierras y muchas vidas por causa de desarrolladores despiadados. Eliseu Lopes, la voz indígena líder en Brasil, hace campaña por la recuperación de tierras ancestrales guaraníes y trae la atención nacional e internacional a la difícil situación de su pueblo.
Es una situación difícil y aterradora porque no tenemos a dónde dirigirnos. Tenemos que enfrentar esta vida; no hay alternativa: tenemos que luchar por lo que es nuestro.
En noviembre de 2011, hombres armados enmascarados aparecieron en un campamento establecido por unos 60 indígenas en Guayviry, cerca de la frontera con Paraguay. El campamento fue parte de una ocupación pacífica de tierras ancestrales llevada a cabo por los Guaraní-Kaiowá -un subgrupo de los guaraníes- y fue dirigido por Nísio Gomes, un líder muy respetado.
Según informes de prensa, había aproximadamente 40 hombres armados. Ordenaron a los participantes del campamento que se acostaran boca abajo en el suelo y, cuando algunos se resistieron, abrieron fuego. Muchos de los guaraníes escaparon al bosque circundante; algunos resultaron heridos y otros fueron secuestrados.
Pero estaba claro que los que dispararon habían venido con un objetivo específico en mente. Varios testigos vieron a los hombres enmascarados dispararle a Gomes en la cabeza, pecho, brazos y las piernas antes de llevarse su cuerpo (que nunca ha sido recuperado).
Eliseu Lopes, también líder guaraní y hoy el más conocido defensor de los derechos de los pueblos indígenas de Brasil, ha estado luchando activamente por el derecho a la tierra indígena (y por lo tanto arriesgando su vida) desde 2003, cuando fue a trabajar como maestro en la aldea indígena de Taquapiri, Mato Grosso del Sur. La experiencia le abrió los ojos: «Vi a líderes asesinados, mis propios familiares sufriendo, acampadas al lado de la carretera federal esperando que el gobierno cumpliera las promesas de asignarles tierra … lo que nunca sucedió».
Del atroz ataque de 2011, Lopes dijo «Nísio era mi amigo y uno de los principales dirigentes de Guarani-Kaiowá. Siempre decía: ‘Esa tierra es nuestra, pertenecía a mi abuelo, a mis padres.’ Siempre decía que volvería; Regresó y murió.»
Después del asesinato de Gomes, Lopes y otros líderes guaraníes organizaron una campaña para llevar a los culpables ante la justicia. Diecinueve hombres fueron finalmente acusados en relación con el asesinato, pero de los siete encarcelados en 2012, ninguno pasó más de dos años en prisión. Hoy, el único hombre condenado y todavía detenido es Aurelino Arce, un oficial de policía militar retirado y dueño del negocio de seguridad privada para el cual trabajaron muchos de los asesinos. Se encuentra bajo arresto domiciliario.
Lo que es notable sobre el asesinato de Nísio Gomes no es la brutalidad del ataque, ni la indulgencia de la sentencia, sino el hecho de que alguien haya sido condenado. Matar indígenas en disputas de tierras tiene una tasa de impunidad de casi el 100% en Brasil.
Lopes resumió la brutalidad y la injusticia de la situación en 2015 cuando se dirigió al Relator Especial de Naciones Unidas sobre los derechos indígenas en Nueva York:
«En la región donde vivo [Mato Grosso del Sur], hubo al menos 150 enfrentamientos violentos entre ganaderos/campesinos y mi gente de 2003 a 2013. Quince líderes indígenas fueron asesinados… las investigaciones policiales no llevaron a ninguna parte… De acuerdo a las estadísticas propias del gobierno, un Guarani-Kaiowá ha sido asesinado cada doce días durante los últimos diez años. Eso es más de 380 asesinatos, que representan el 53% del número total de indígenas muertos en Brasil.»
Cuando los europeos llegaron por primera vez a Brasil, se calcula que había 1,5 millones de guaraníes-kaiowá; hoy hay aproximadamente 51.000. Hace unos 100 años, el gobierno brasileño tomó sus tierras y las entregó a los ganaderos y agricultores para el desarrollo. Los indígenas fueron puestos en reservas -a menudo la tierra más pobre y menos productiva. Hoy en día, los guaraníes se encuentran amontonados en pequeñas parcelas de tierra como Dourados, un tramo que mide 12 millas cuadradas y alberga a más de 12.000 personas. La falta de espacio y servicios lleva a una mala salud y desnutrición.
Y no es sólo la salud física de los guaraníes la que sufre. Tener que vivir en estas condiciones, arriesgarse a la violencia de los rancheros locales y ver que le disparen a miembros de su familia pone una tensión extraordinaria en la salud mental. Como resultado, los guaraníes tienen la mayor tasa de suicidios en el mundo. «Hubo un suicidio indígena cada semana durante los últimos 12 años», dijo Lopes a la ONU en 2015. Niños de tan sólo nueve años se han suicidado.
El pueblo guaraní se enfrenta a una dura batalla por la justicia, la tierra y mejores condiciones de vida. Organizan protestas y llevan casos legales a los tribunales locales, donde, debido a la enorme influencia de los terratenientes ricos, invariablemente pierden.
Desde 2007, Lopes ha sido portavoz del Movimiento Aty Guasu, organización que lucha por la recuperación de las tierras ancestrales de los guaraníes; él es también una figura principal en la Junta de Pueblos Indígenas de Brasil.
Lopes tiene la intención de mantenerse a la vanguardia de este movimiento por la justicia a pesar de la alta carga personal que ha tenido:
«Desde 2007 en adelante [debido a las amenazas sobre mi vida] no pude permanecer en un lugar por mucho tiempo. Cada mes tuve que mudarme a otro pueblo. Esto contribuyó a la ruptura de mi matrimonio… Es una situación difícil y aterradora porque no tenemos dónde ir. Tenemos que enfrentar esta vida; no hay alternativa: tenemos que luchar por lo que es nuestro.»
En los años 2018 y 2019, se informaron graves ataques físicos contra los guaraní-kaiowá, al tiempo que la situación legal de sus tierras seguía sin resolverse.
Ilustración de Florian Nicolle