¿Qué se siente al encabezar una organización LGBTQI en un país donde la homosexualidad es ilegal? Para el abogado Eric Gitari, es solo un desafío que se puede ganar y una causa que se está extendiendo por todo el continente africano.
En un foro de discusión en línea organizado por The Guardian el 26 de noviembre de 2015, Eric Gitari declaró: Todos somos miembros iguales de la familia humana, a pesar de nuestras diferencias, que deben ser celebradas y no utilizadas para excluirnos.
El activismo de Eric Gitari se basa en los persistentes desafíos legales para garantizar que Kenia y los países de todo el continente adopten reformas legales y políticas hacia la igualdad y la plena inclusión de las minorías sexuales y de género.
La disertación de Gitari como becario de doctorado en el programa SJD de la Facultad de Derecho de Harvard “compara los desafíos legales, políticos y sociales resultantes de la criminalización de las relaciones homosexuales en los sistemas legales africanos y el efecto de dicha criminalización en el acceso a los derechos, como el derecho a un juicio justo, empleo, registro de asociaciones, vivienda y expresión ”.
En el verano de 2019, utilizó la duración de su beca Chayes Internacional de Servicio Público para monitorear y evaluar las situaciones de derechos humanos de las personas LGBTQI+ en Gambia y Senegal. Las experiencias en ambos países, aunque desafiantes, le dieron esperanza mientras apreciaba los “brotes verdes del estado de derecho y la igualdad”.
En Kenia, la violencia y discriminación contra las personas LGBTI+ es moneda corriente. Sin embargo, los signos de una creciente tolerancia y la reciente eliminación de las prohibiciones a las organizaciones de apoyo a los derechos LGBTI+, pueden atribuirse a la constante presión y concientización por parte de los activistas como Gitari. En 2015, después de una batalla de tres años, finalmente se le dio el registro por el que había luchado su organización, la Comisión Nacional Gay y Lesbiana de Derechos Humanos (NGLHRC), lo que le permite llevar a cabo su trabajo de promoción de la igualdad de derechos.
Las personas LGBTI+ en Kenia viven bajo la amenaza constante de la violencia, la persecución, la demonización de los medios de comunicación y la discriminación. Un informe de 2015 de Human Rights Watch describe los ataques colectivos a menudo provocados por los líderes religiosos extremistas, y el discurso de odio de los políticos. Esta homofobia se ve reforzada por el código penal que criminaliza el «conocimiento carnal contra el orden de la naturaleza».
Una de las consecuencias de esta ley es que las organizaciones que trabajan en cuestiones LGBTI+ no pueden obtener el permiso para registrarse formalmente sobre la base de que promueven una conducta ilegal. Sin registro, no son capaces de llevar a cabo su trabajo. Entre ellas se encontraba la NGLHRC, creada en 2012 por cinco abogados, entre ellos Gitari, para proporcionar asistencia jurídica a lo que él describe como una «comunidad que fue penalizada, marginada y excluida de los diferentes ámbitos de la sociedad.»
Su primera solicitud de registro a la Junta de Coordinación de las Organizaciones No Gubernamentales fue denegada. La Junta dijo entonces que el nombre propuesto de la organización era «inaceptable» ya que el código penal de Kenia «penaliza las relaciones de homosexuales y lesbianas». La NGLHRC volvió a la Junta seis veces para impugnar la decisión sin éxito, finalmente llevando el caso a la Corte Constitucional en octubre de 2014.
En mayo de ese año, una resolución histórica fue aprobada por la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos condenando la violencia contra los grupos LGBTI+ y exigiendo que los Estados miembros proporcionen un «entorno propicio» para los defensores de los derechos LGBTI+. Esto precipitó un cambio de actitud en Kenia. Poco después, en julio de 2014, se le concedió el registro previamente negado a Educación y Defensa Transgénero (TEA). Luego, en abril de 2015, se le concedió el registro a la propia NGLHRC, luego de que el Tribunal Superior dictaminara que la negativa de la junta era inconstitucional.
En un comunicado de prensa, Gitari describe la decisión como «fundamental» y una indicación de que Kenia es un «país que está dispuesto a convertirse en mucho [más] abierto y democrático a pesar de los desafíos». Si bien la junta apeló la decisión del Tribunal Superior, el tribunal falló nuevamente a favor de NGLHRC.
El éxito de NGLHRC proviene de una estrategia múltiple que se dirige no sólo al sistema legal, sino que también busca ganarse a la opinión pública. Pone en escena eventos abiertamente queer en espacios públicos, fomentando que artistas previamente indecisos y figuras bien conocidas puedan exhibirse como LGBTI+, contrarrestando lo que Gitari describe como «el estigma y la vergüenza asociada con el estereotipo que fue creado por los medios de comunicación que los homosexuales son pervertidos sexuales desempleados y enfermos que se venden». También habla de la creación de alianzas con los medios de comunicación y organizaciones de carácter general que trabajan por la justicia social, incluida la Comisión de Derechos Humanos de Kenia, con la cual colaboró como coautor para un informe sobre la experiencia de las personas LGBTI+ en Kenia: El forajido entre nosotros (The Outlawed Amongst Us).
Gitari es optimista sobre el futuro, diciendo que los recientes acontecimientos positivos significan que «Hay más confianza por parte de personas queer en Kenia de ser incluidas en esta República, [y] de que la constitución realmente funciona».
Esto no quita el hecho de que Kenia sigue siendo una sociedad conservadora y la legislación sigue discriminando a las personas LGBTI+. Gitari señala que aunque hayan pocas condenas bajo la ley que prohíbe la homosexualidad -el artículo 162 del Código Penal- su propósito parece ser el de exponer y humillar. «Hemos observado que el mensaje público que el Estado transmite a la sociedad a través de esta ley, es que ellos (personas con estilos de vida no convencionales en cuanto a sexualidad y género) son ‘criminales’ … [Los] efectos han sido, y siguen siendo, la violencia, la discriminación y el asesinato», le escribió Gitari a IFEX en un correo electrónico.
Tales repercusiones son las que inspiran a Gitari a seguir tomando acciones legales. En 2015, la NGLHRC presentó una petición ante el Tribunal Supremo de Mombasa después de que la policía obligara a dos hombres a someterse a un examen anal, de VIH y pruebas de hepatitis B por sospecha de que estaban realizando actividades homosexuales.
La NGLHRC describió las pruebas forzadas como una forma de trato cruel y degradante, pero en junio de 2016, el tribunal confirmó que los exámenes eran constitucionales. La NGLHRC posteriormente apeló la decisión, y en marzo de 2018, el Tribunal de Apelación de Mombasa revocó la decisión y afirmó que los exámenes anales eran ilegales y la sentencia del tribunal inferior inconstitucional.
También ha habido derrotas legales.
La NGLHRC también ha presentado una impugnación constitucional contra la Sección 162 del código penal de Kenia, la misma ley que se utilizó para justificar los exámenes anales forzados, y el artículo 165, que reprende las «prácticas indecentes entre hombres». En mayo de 2019, el Tribunal Superior de Kenia confirmó las leyes que penalizaban la homosexualidad y dijo que el peticionario (Gitari) no había convencido al tribunal de que se violaban los derechos básicos de las personas y que las leyes no estaban dirigidas a personas LGBTQI+.
Como afirma Gitari: «El cambio social no llega en un día, pero lo que es alentador es ver que se va hacia allí progresivamente, de manera lenta pero segura».
Ilustración de Florian Nicolle