Una periodista legendaria, un asesinato brutal, una investigación profundamente problemática. El caso de Regina Martínez Pérez es emblemático de la guerra de México contra los periodistas y el problema de la impunidad. Diez años después, sus colegas y seres queridos continúan exigiendo justicia, mientras nuevos hallazgos se relacionan con las historias explosivas en las que estaba trabajando al momento de su muerte.
"Regina siempre se atrevía a cubrir gran parte de la verdad real en las historias que escribíamos; mucho más que yo. Y eso que yo me atrevo más que la mayoría de los reporteros".
Regina Martínez Pérez fue una aclamada periodista de medios impresos proveniente de un entorno agrícola y humilde de Veracruz. Dejó un legado de publicaciones e investigaciones que contaron las historias detrás de las luchas que marcaron la vida de la mayoría de las personas en su estado natal, vidas que se volvieron inconmensurablemente más duras tras el surgimiento del crimen organizado. Prestó especial atención a los temas importantes para los pueblos indígenas y las comunidades en las zonas rurales, y documentó los esfuerzos de las personas en Veracruz para proteger el medio ambiente.
Martínez también fue mentora de muchos jóvenes periodistas en ese momento y, junto con sus colegas en Veracruz, fue una pieza fundamental en el avance del periodismo en el estado. Antes de su asesinato, había trabajado treinta años como reportera, cubriendo el crimen organizado y la corrupción política.
“Todo lo que la prensa local no se atrevía a publicar, lo publicaba Regina Martínez”, dijo Jorge Carrasco, director de Proceso, el semanario de investigación para el que trabajaba Martínez al momento de su muerte en 2012.
En la tarde del 28 de abril de 2012, Martínez fue encontrada muerta en su domicilio en Xalapa; la habían golpeado brutalmente y luego la habían estrangulado. Su asesinato conmocionó a la comunidad periodística de Veracruz y ex colegas sugirieron, con bastante razón, que su muerte podría haber estado relacionada con su trabajo de investigación sobre los vínculos entre los empleados estatales y los delincuentes locales. En las últimas semanas de su vida, había escrito sobre jueces corruptos, policías con vínculos con bandas de narcotraficantes y alcaldes que luchaban codo con codo con mafiosos en un tiroteo con el ejército.
Pero a pesar de esta evidente línea de investigación, las autoridades investigadoras se demoraron. Aparentemente, no estaban dispuestas a investigar los posibles vínculos entre su muerte y su trabajo. Este es un patrón común en México, donde más del 90% de los crímenes violentos contra periodistas quedan impunes. Si el asesinato de Martínez había conmocionado a la región, la endeble investigación oficial añadió sal a la herida.
En los siguientes años, hubo un desfile de teorías inverosímiles, declaraciones contradictorias y el arresto, la liberación y el nuevo arresto de Jorge Hernández Silva, quien aparentemente no era mucho más que un chivo expiatorio.
El mismo mes en que Hernández Silva fue sentenciado, Jorge Carrasco, entonces reportero responsable de la cobertura de Proceso sobre la investigación del asesinato, comenzó a recibir amenazas y se enteró de un plan de ataque en su contra por parte de ex empleados estatales.
En 2020 y 2021, Un mundo más seguro para la verdad y las historias prohibidas señalaron las numerosas fallas en la investigación del asesinato de Martínez. Resaltaron elementos importantes que sugerían obstrucción de la justicia por parte de las autoridades locales y reunieron a un grupo de 60 periodistas y 25 medios de comunicación de diferentes países para continuar con el trabajo de investigación en el que ella estaba involucrada. Esa investigación reveló más detalles sobre los errores cometidos durante las investigaciones iniciales sobre su muerte, así como un esfuerzo coordinado para impulsar la narrativa oficial en las redes sociales utilizando cuentas de bot.
Además, mientras el equipo daba seguimiento a las investigaciones de Martínez, encontraron que el exgobernador de Veracruz, Fidel Herrera, había malversado fondos públicos y, lo que es más importante, que Martínez se estaba preparando para publicar un informe explosivo sobre las miles de personas que habían sido desaparecidas por la fuerza en Veracruz.
Hoy, México es uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo. Se sospecha que las bandas del crimen organizado con vínculos con políticos corruptos y la policía son responsables de la mayoría de estos asesinatos, mientras que el gobierno se niega incluso a reconocer esta realidad.
En 2022, la periodista estadounidense Katherine Corcoran publicó In the Mouth of the Wolf (En la boca del lobo), un recuento detallado del caso y del sistema fallido sobre el que se sostiene la impunidad. Corcoran resalta también la importancia del caso más allá de las fronteras de México en cuanto a la libertad de prensa en toda la región y también por la responsabilidad que los Estados Unidos parecen tener sobre la terrible situación que enfrentan los y las periodistas en el país.
Cada año, en abril, colegas y seres queridos se reúnen para honrar la vida y obra de Martínez en Plaza Lerdo, una plaza en Xalapa que rebautizaron como Plaza Regina Martínez. Muy seguido, la placa que colocaron en la plaza es retirada por las autoridades, pero siempre es repuesta. Esto simboliza de manera potente el incesante pedido de justicia, para Martínez y para todos sus compañeros que siguen siendo víctimas del crimen organizado y de su propio gobierno.
Ilustración de Florian Nicolle