Stella Nyanzi es una de las activistas sobre derechos de género más destacadas de África; sus coloridas críticas al presidente Museveni la dieron a conocer en el plano internacional, pero también la llevaron a la cárcel. La próxima audiencia está programada para el 10 de diciembre de 2018.
"El lenguaje es una herramienta y me niego a ser callada por quien sea"
Académica, escritora y activista por los derechos de las mujeres, Stella Nyanzi es una feroz crítica del presidente de Uganda, Yoweri Museveni. También es una defensora de la «rudeza radical», una estrategia tradicional ugandesa para desestabilizar a los poderosos mediante el uso táctico del insulto público.
Durante los últimos dos años, Nyanzi ha sometido al presidente Museveni a una serie de insultos públicos, usando un lenguaje que haría sonrojar a un camionero. Estas agresiones verbales, que generalmente publica en Facebook, son muy creativas, a veces sexualmente explícitas y siempre apasionadas. Sus ataques menos explosivos, que describen al presidente como «un par de nalgas» y a la primera dama (que también es la ministra de educación) como «cerebro vacío», la llevaron a la cárcel en 2017. En noviembre de 2018, estaba tras las rejas de nuevo por su uso creativo del insulto; actualmente enfrenta una condena de un año de prisión si es declarada culpable de «comunicación ofensiva» y «acoso cibernético» al presidente.
Se espera que sus encarcelamientos periódicos hayan llegado a su fin, ya que Nyanzi y su familia se mudaron a Europa, luego de que ella fuera aceptada en el Programa de Escritores en el Exilio del Centro PEN Alemán.
En Uganda, expresar su opinión libremente es un ejercicio arriesgado. Bajo el presidente Museveni (en el poder desde 1986), abundan las violaciones de los derechos a la libertad de expresión, reunión y asociación. Los miembros de la oposición política a veces son detenidos y con frecuencia se les niega el acceso a las reuniones públicas y los medios de comunicación. Los periodistas críticos son blanco de arrestos, secuestros y palizas a manos de los servicios de seguridad; a veces también son acusados de traición. En sus intentos por frenar la disidencia en línea, las autoridades también bloquean Internet durante los períodos de elección; en 2017, los servicios de seguridad formaron un equipo para rastrear las redes sociales buscando cualquier crítica al gobierno.
Además de la supresión del discurso político, también hay fuertes tabúes culturales que impiden hablar abiertamente y gráficamente sobre el sexo y la sexualidad. Algunos de estos tabúes están consagrados en la ley: la homosexualidad es ilegal y la educación sexual está prohibida en las escuelas.
Nyanzi, quien enseña en la Universidad de Makerere y tiene un doctorado en sexualidad y estudios queer, habla abiertamente, y de manera colorida, sobre sexo, genitales y política. Por eso, muchos de sus conciudadanos la adoran, pero algunos de los elementos más conservadores de Uganda la miran con desagrado.
El sexo, la política y la «rudeza radical» se unieron cuando Nyanzi fue arrestada en abril de 2017.
A principios de ese año, Nyanzi había lanzado la campaña #Pads4girlsUg que financiaba colectivamente la compra y distribución de toallas sanitarias a un millón de niñas en Uganda. Se había enfadado por el hecho de que el gobierno no hubiera cumplido con el compromiso de 2016 de proporcionar estas toallas a todas las alumnas (al menos el 30% de las cuales faltaban a la escuela cuando tenían su período), y había decidido abordar el problema ella misma. Su campaña tuvo un gran éxito: las donaciones provinieron de Uganda y del extranjero; pronto se alcanzó el objetivo del millón.
Pero Nyanzi también optó por descargar su frustración en Museveni (y la primera dama) a través de una serie de críticas e insultos punzantes publicados en Facebook. Por esto, Nyanzi fue arrestada durante un evento de recaudación de fondos en el Club Rotario de Kampala el 7 de abril de 2017. Posteriormente fue acusada en virtud de la Ley de Mal Uso de Computadoras de 2011 de «comunicación ofensiva» y «acoso cibernético» al presidente.
Cuando compareció ante el tribunal, tres días después de su arresto, Nyanzi se mostró desafiante. Según un destacado activista LGBTQI+ que asistió al juicio, Nyanzi le dijo al juez:
«¿Comunicación ofensiva? ¿Quién se ofende? ¿Cuánto tiempo van a permanecer en silencio los ugandeses por miedo? Soy académica, poeta, escritora. Yo uso mi escritura metafóricamente. He llamado impotente al presidente, violador, un patético par de glúteos. Les mintió a los votantes diciendo que les proporcionaría toallas higiénicas y los ugandeses están ofendidos porque es un hombre tan deshonroso. Somos nosotros a los que nos ofenden, no a él».
Nyanzi se declaró inocente y se le negó la libertad bajo fianza. El juez la envió a una prisión de máxima seguridad donde pasó los próximos 33 días. En la cárcel, las autoridades intentaron obligar a Nyanzi (sin éxito) a someterse a un examen psiquiátrico; a veces también le negaban el acceso a su abogado, le prohibían contar con materiales para escribir y le impedían a sus hijos visitarla. Su detención llegó a los titulares internacionales y pronto una etiqueta pidiendo su liberación (#FreeStellaNyanzi) comenzó a aparecer en las redes sociales en Uganda y otros países africanos.
Cuando Nyanzi fue liberada, sufría de malaria. Dijo que tanto a ella como a sus compañeros de prisión se les había negado tener mosquiteras porque las autoridades pensaron que podrían usarlas para ahorcarse. Su juicio todavía está en curso.
Pero la dura experiencia de Nyanzi en la cárcel no puso fin a su «rudeza radical». El 2 de noviembre de 2018, fue arrestada y acusada (una vez más) de «comunicación ofensiva» y «acoso cibernético» al presidente. Esta vez, los cargos se basaron en un poema que escribió y publicó en Facebook para el cumpleaños del presidente, en el que sugirió, usando descripciones gráficas que hacen referencia a la vagina de la madre de Museveni, que Uganda habría estado mejor si el presidente hubiera muerto en el parto.
Nyanzi permaneció bajo custodia desde su primera audiencia de juicio el 9 de noviembre de 2018 hasta su eventual sentencia el 2 de agosto de 2019. Fue sentenciada a 18 meses de prisión por los cargos de acoso cibernético y absuelta del segundo cargo de comunicación ofensiva.
Anticipando fuertes protestas por parte de sus partidarios, las autoridades ugandesas optaron por no llevarla a la corte de Buganda Road. En cambio, la llevaron al ala de hombres en la prisión de Luzira, donde se vio obligada a escuchar su sentencia por videoconferencia. Nyanzi, que no acepta cualquier cosa sin resistirse, se quitó la ropa, mostró sus senos en la pantalla, mientras gritaba blasfemias y mostraba su dedo medio. Sus partidarios en la corte aplaudieron y la animaron.
En una larga batalla judicial, Nyanzi ha impugnado su condena pidiendo que se anule su castigo con el argumento de que el magistrado aprobó una sentencia ilegal y desproporcionada.
Para no quedarse atrás en sus esfuerzos por tomar medidas drásticas contra esta feminista radical, el gobierno de Uganda acudió al Tribunal Superior para impugnar la absolución de la Dr. Nyanzi por el cargo de comunicación ofensiva.
Ilustración de Florian Nicolle