Thulani Maseko, destacado abogado de derechos humanos, pasó más de 15 meses en prisión por criticar el sistema judicial corrupto de Swazilandia y la monarquía absoluta que le da la máxima autoridad al Rey sobre el gabinete, los poderes legislativo y judicial.
En una carta escrita desde la cárcel en marzo 2015, Thulani Maseko dice lo que sigue: A pesar de las penurias de la prisión, no nos han disuadido. No estamos desanimados. No estamos acobardados. No estamos sacudidos. No estamos intimidados. Sí, tampoco estamos rotos.
La lucha persistente de Thulani Maseko para hacer frente al abuso de poder, la falta de respeto por los derechos humanos y la corrupción excesiva del rey Mswati lo ha empujado a eliminar paulatinamente las violaciones de derechos humanos mediante el uso de litigios estratégicos. Como explicó una vez: “. . . Creo que la lucha por los derechos humanos tiene que ver con luchar contra lo que está mal en favor de lo que está bien. Y, por lo tanto, seguiré haciéndolo, hasta que el rey y sus consejeros vean la posibilidad de una vida mejor para todos en una sociedad democrática”.
En 2018, cuestionó la decisión del rey Mswati de cambiar el nombre de la nación del Reino de Suazilandia al Reino de eSwatini. En su presentación ante el Tribunal Superior, Maseko sostuvo que la decisión unilateral del rey, tomada sin consulta pública, “socavó la Constitución y fue una pérdida de dinero, especialmente en un país con la tasa de VIH/SIDA más alta del mundo”.
El tribunal aún no se ha pronunciado al respecto.
Descrito como uno de los más acérrimos defensores del Estado de derecho de Suazilandia, Maseko ha cuestionado la constitucionalidad de las secciones de la Ley de Represión del Terrorismo y la Ley de Sedición y Subversión.
El caso emanó de su arresto en 2009 por sedición, por comentarios que hizo, durante un evento del primero de mayo, día de los trabajadores, en referencia a un fallido intento de asesinato. En aquel momento representaba a Mario Masuku, presidente del Movimiento Democrático Unido del Pueblo (Pudemo), que estaba en prisión. Maseko y sus colegas Masuku, Maxwell Dlamini y Mlungisi Makhanya fueron acusados de sedición, subversión y terrorismo por su pertenencia a un movimiento de oposición, vistiendo camisetas con emblemas del partido y coreando consignas asociadas con el movimiento.
Un banco completo del tribunal dictaminó que las secciones de la Ley de Represión del Terrorismo y la Ley de Sedición y Subversión eran inconstitucionales y violaban la libertad de expresión y asociación, y por lo tanto eran nulas y sin efecto. La sentencia fue más allá, declarando que es “ilegal limitar la libertad de expresión con el único propósito de proteger al gobierno de las críticas o el descontento”, según Columbia Global Freedom of Expression.
Maseko no es ajeno al costo de luchar por lo que es correcto. Fue detenido junto al periodista Bheki Makhubu el 18 de marzo de 2014, pasó 20 días en prisión antes de ser puesto en libertad, sólo para volver a la cárcel tres días más tarde, donde los dos hombres permanecieron hasta junio de 2015.
Su delito fue haber publicado artículos en la revista The Nation en febrero 2014 que cuestionaban el poder judicial con respecto a la detención de un inspector de tránsito que había detenido el coche en el que viajaba un juez del Tribunal Supremo.
Al notar que el conductor no tenía autorización para el uso de un vehículo del gobierno, el inspector le entregó al juez del Tribunal Supremo un ticket de violación de tráfico. Por ser cuidadoso y hacer su trabajo correctamente, el inspector fue acusado de desacato.
Los artículos acusan al Presidente del Tribunal Supremo Michael Rambodibedi, quien presidió el caso, de abusar de su autoridad en el manejo del mismo. Ramodibedi les contestó que como el juicio del inspector aún estaba en curso, estaban en desacato al tribunal. Ordenó sus detenciones inmediatas. Como consideraron que ambos presentaban un «riesgo de fuga», se les negó la libertad bajo fianza y fueron llevados a una prisión de máxima seguridad, por lo general reservada para los criminales endurecidos.
Veinte días más tarde, fueron liberados en apelación cuando fue dictaminado que Rambodibedi no tenía el poder de emitir una orden de arresto. El propio juez apeló, ganó el caso, y los dos hombres fueron enviados nuevamente a la cárcel.
En julio de 2014, los dos hombres fueron condenados a dos años de prisión. Fueron liberados el 30 de junio 2015 luego de que se decidió no oponerse a su apelación contra su encarcelamiento. Desde entonces, el juez que había presidido su caso fue acusado de corrupción, restándole toda confianza a su capacidad de aplicar justicia. Acogiendo con beneplácito la decisión, el Centro de Litigios de África Austral describió el sistema judicial de Swazilandia como uno que se aplica «a capricho de los individuos», una situación que en 2013 había dado lugar a una huelga de tres meses por parte de los abogados.
El tratamiento de los dos hombres que fueron detenidos en una prisión de máxima seguridad y tratados, según lo describe la esposa de Maseko, «como criminales peligrosos”, fue visto como un castigo adicional por sus anteriores críticas al poder judicial.
Sin embargo, Maseko no pudo ser silenciado en la cárcel. En marzo de 2015, aniversario de su detención, escribió una carta abierta de «reconocimiento a la familia humana de alrededor del mundo por la solidaridad hacia nuestra justa causa» en la que habla de las humillaciones que él y otros prisioneros sufrieron mientras subraya su desafiante convicción de que ni él ni sus seguidores se desanimarían: Ellos nunca conquistarán nuestros espíritus. Es posible que nos mantengan en la cárcel el tiempo que les plazca, pero nunca podrán detener nuestras ideas. Por este desafío, Maseko fue colocado en régimen de aislamiento durante tres semanas.
Un año antes, en agosto de 2014, Maseko le escribió una carta abierta al Presidente Obama pidiéndole que use su influencia para alentar a los líderes mundiales a que exijan un cambio constitucional que cimente las libertades que están faltando en Swazilandia. En la carta, se refiere a su país como uno el que el monarca tiene un poder absoluto, donde están prohibidos los partidos políticos y donde reina un clima «hostil a la participación significativa y efectiva de la gente» en la toma de decisiones.
Poco después de la publicación de la carta, cuyo contenido se debatió en la Cumbre de Líderes de África de los Estados Unidos, las autoridades de Suazilandia trasladaron a Maseko de la prisión de Sidwashini en la capital de Suazilandia, Mbabane, a la prisión de Big Bend, a unos 150 km de distancia. Esta medida fue tomada porque las autoridades de Suazilandia pensaban que los oficiales lo habían ayudado a sacar la carta de contrabando, y también con la intención de quebrar su espíritu al distanciarlo de su familia.
Maseko no es ajeno a la reacción negativa del gobierno. Pero como escribió una vez mientras aún estaba en prisión: “el respeto por el Estado de derecho no es solo una cuestión teórica; es cuestión de práctica». Esta creencia en que el Estado de derecho es la única garantía para la democracia, la libertad, la justicia y el buen gobierno lo empujó a desafiar las leyes antiterroristas de su país.
Ilustración de Florian Nicolle