Los grupos extremistas están apuntando a los periodistas en Somalia, Nigeria, Irak y Siria. Y los gobiernos que deberían protegerlos, parecen incapaces o no están dispuestos a hacerlo.
«Me dijo que era un hombre muerto caminando. Él sabía que lo iban a matar en algún momento únicamente por su carrera periodística. Cada periodista que trabaja en Somalia comparte pensamientos similares – están en una espera mórbida del día de su muerte – como una parte rutinaria de la vida». Así es como el locutor Muhyadin Ahmed Roble describió a su difunto colega, Yusuf Ahmed Abukar, popularmente conocido como Yusuf Keynan, en un blog para el Comité de Protección de Periodistas (CPJ).
Keynan, un corresponsal galardonado de Radio Ergo y editor en Radio Mustaqbal, fue asesinado cuando se dirigía a trabajar el 21 de junio 2014 por un artefacto explosivo que había sido colocado en su coche. Aunque los autores del ataque aún no han tenido que rendir cuentas, los periodistas locales están casi seguros de que el asesinato de Keynan era una represalia directa por su actividad periodística. El corresponsal de 27 años de edad informaba sobre las cuestiones humanitarias y era a menudo crítico tanto del gobierno como de los rebeldes extremistas del grupo somalí Al Shabaab. Para los periodistas somalíes, reportar sobre estos temas habitualmente conlleva consecuencias.
Al-Shabaab apunta a los periodistas en Somalia
La muerte de Yusuf Keynan es un ejemplo de una tendencia preocupante: el asesinato de periodistas por parte de actores no estatales. Los grupos extremistas se enfurecen frente a reportes sobre sus actividades y atacan activamente a los periodistas usando amenazas y violencia. Debido a que muchos de los crímenes siguen sin resolverse, no es posible decir con exactitud cuántos de los 56 periodistas asesinados en Somalia desde 1992 como resultado directo de su trabajo, fueron asesinados por extremistas. Aun así, los expertos coinciden en que esto sucede en el país y que es uno de los lugares más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo.
En Somalia, Al-Shabaab, la milicia islamista y filial de Al-Qaeda, ha estado librando una guerra contra el gobierno de Somalia desde 2009, al tiempo que asesina y atenta en contra de miembros destacados de la sociedad civil somalí. El grupo se ha concentrado específicamente en los medios de comunicación. Según Reporteros sin Fronteras (RSF), Al-Shabaab es responsable de la mayor parte de los asesinatos de periodistas en Somalia desde 2007. Los actores no estatales han también tomado medidas para controlar los medios de comunicación de otras maneras. En 2010, Al-Shabaab tomó el control de alrededor de 10 estaciones de radio para asegurarse de que solo difundan propaganda política y religiosa, afirma RSF. Al-Shabaab también ha emitido directrices sobre la forma de cubrir una noticia, y ha prohibido el cine, los videojuegos, la música y la radio. Los insurgentes han incluso creado zonas prohibidas a los periodistas.
Sin ayuda: Gobierno somalí fomenta el clima de impunidad
Al-Shabaab puede estar detrás de la mayoría de los ataques a los periodistas, pero ciertamente no es el único que contribuye a un clima de impunidad.
El 1 de septiembre 2014, el Consejo de Ministros de Somalia aprobó un proyecto de ley de medios que impondría multas sustanciales a las empresas de medios que violen un código de ética. Bajo el proyecto de ley, podrían ser obligadas a revelar sus fuentes confidenciales, y los periodistas podrían ser acusados de delitos penales por hacer su trabajo. En términos prácticos, esto significa por ejemplo que los periodistas que critican la forma en que el gobierno se ocupa de Al-Shabaab, podrían ser acusados penalmente.
En un comunicado, la Unión Nacional de Periodistas Somalíes (NUSOJ) señala que esta legislación permite a las autoridades somalíes «… silenciar a sus críticos, controlar los medios independientes [y] castigar desproporcionadamente a los periodistas.»
Más allá del uso de mecanismos legales, las autoridades somalíes también han sido físicamente contundentes en sus intentos de controlar la narrativa oficial. El 15 de agosto 2014, por ejemplo, las fuerzas de seguridad allanaron y cerraron Radio Shabelle y SkyFM, arrestaron a 19 periodistas y posteriormente encarcelaron y torturaron a varios de ellos, según la Federación Internacional de Periodistas (FIP).
Boko Haram contra los periodistas en Nigeria
Somalia no es el único país de África subsahariana donde los periodistas son silenciados por los extremistas. Esto está sucediendo en Nigeria también.
Un episodio del Puesto de escucha de Al Jazeera de mayo 2014, examina los desafíos de la presentación de reportes sobre Boko Haram en Nigeria. El grupo extremista – cuyo nombre se traduce del Hausa como «la educación occidental está prohibida» – busca establecer un Estado estrictamente sharia musulmán en el norte de Nigeria. Según The Washington Post, la violencia relacionada con Boko Haram mató a más de 5.000 personas entre enero y octubre de 2014, y los periodistas no han sido ajenos a esta realidad. Richard Gizbert, el anfitrión de Puesto de escucha dice que el grupo insurgente considera que los medios de comunicación son «portadores de los valores seculares occidentales a los que el grupo se opone», lo que hace que sea extremadamente difícil informar sobre cualquiera de sus actividades, en particular el secuestro de las colegialas Chibok a principios de este año.
Hace tres años, Boko Haram comenzó con los ataques dirigidos a periodistas, atacando a aquellos que creían que «tergiversaban sus actividades.» El grupo rebelde asumió la responsabilidad por el asesinato de Zakariya Isa, que estaba reportando desde el norte de Nigeria en octubre de 2011, y posteriormente asesinaron al periodista Enenche Akogwu unos meses más tarde, según el CPJ. No mucho tiempo después, el grupo insurgente comenzó a bombardear las oficinas de periódicos, y amenazó con ir detrás de los medios de comunicación internacionales.
Sin suerte: El gobierno de Nigeria no logra proteger a los periodistas
Pero cuando los periodistas comenzaron a cuestionar el compromiso del presidente Goodluck Jonathan para contrarrestar las acciones de Boko Haram, el gobierno respondió silenciándolos.
En junio 2014, justo un mes después del secuestro de las colegialas Chibok, los militares y la policía de Nigeria comenzaron a detener periodistas, confiscando sus publicaciones impresas e interceptando sus vehículos en un intento por detener la circulación de información crítica.
«Tal represión de los medios de comunicación es simplemente inaceptable y no ayuda a la lucha del gobierno contra los militantes que están matando gente de manera indiscriminada, incluyendo inocentes escolares», afirma un comunicado de prensa de la Asociación de Periodistas de África Occidental, en referencia a los acontecimientos.
ISIS ataca a los periodistas en Irak y Siria
Al este de África subsahariana, Siria, Irak, y de hecho la mayoría de los otros países de Oriente Medio y Norte de África, están luchando con una presencia extremista similar. Irak y Siria han ido descendiendo de manera constante en las filas de los Estados fallidos desde hace algunos años. Como consecuencia, lo que ha ido ganando terreno es la mayor amenaza extremista en la historia moderna de la región: se trata de ISIS, el auto-proclamado Estado Islámico, más conocido en el mundo árabe como Daesh.
Nacido en parte de una guerra civil iraquí que siguió a la invasión liderada por Estados Unidos en 2003 y en parte como resultado de la reciente y continua guerra civil en Siria, ISIS comenzó a estar en los titulares hace tres años. Hoy en día, controla un territorio del tamaño de Jordania.
Durante este tiempo, Irak y Siria han sido uno de los países más peligrosos para los periodistas en el mundo. De hecho, Siria ha estado encabezando la lista por dos años consecutivos.
De acuerdo con un recuento mantenido por RSF, dos periodistas extranjeros, ocho periodistas sirios y un periodista iraquí han sido asesinados por ISIS, que tiene actualmente de rehén a un periodista extranjero y que ha secuestrado al menos a 20 periodistas iraquíes en Irak.
La impunidad con la que los secuestros, asesinatos y torturas se llevan a cabo en las zonas controladas por ISIS ha dado lugar a un panorama desolador en lo que refiere a los medios y la falta de noticias. El peligro ha obligado a innumerables periodistas a huir del conflicto y tratar de informar sobre los acontecimientos desde una distancia segura. Aquellos que se han quedado se han visto obligados a acatar las reglas draconianas del grupo, una de los cuales prohíbe a los periodistas publicar cualquier reportaje (impresión o difusión), sin primero referirse a la oficina de medios [de ISIS].
Sin alivio: ISIS no está solo en su opresión de los periodistas
Aunque los militantes de ISIS pueden haber sido los más bárbaros en su opresión de los periodistas en la región, no son los únicos que cometen graves violaciones contra los periodistas. En Siria, cerca de 130 proveedores de noticias han muerto desde que comenzó el conflicto en 2011, muchos en las cárceles del presidente Bashar al-Assad. Otros han perecido en manos de grupos de la coalición de la oposición siria.
La información independiente y honesta en Irak, como en Siria, sigue siendo un enemigo común de todas las partes en el conflicto. Las fuerzas de seguridad en el país han tornado aún más difícil el trabajo para los periodistas, al arrestar a los que critican la posición del gobierno así como cerrando medios de comunicación, acusándolos de «atacar a las fuerzas de seguridad y la unidad nacional iraquí».
Una tendencia global
Somalia, Nigeria, Irak y Siria son países con historias, culturas y gobiernos muy diferentes. Pero la creciente influencia de los grupos extremistas en las cuatro naciones significa que los periodistas a través de estas regiones están sujetos a niveles similares y angustiantes de violencia y ciclos de impunidad.
No importa que los autores sean Al-Shabaab, Boko Haram o ISIS, estos actores no estatales rara vez deben rendir cuentas. El hecho de que operan fuera de la ley hace que sea aún más difícil para los gobiernos, que ya no tienen firmeza en el estado de cosas de sus países, que puedan hacerle eficazmente frente. Las historias de conflictos en estos cuatro países también juega un papel importante; los gobiernos que pasan por este nivel de conflicto tienen tendencia a alimentar aún más el ciclo de impunidad censurando, arrestando y, a veces atacando a los periodistas que cuestionan su respuesta a las acciones de los extremistas.
Desafortunadamente, la tendencia no se limita a estos cuatro países. Pakistán, Bangladesh, Yemen y Libia, por nombrar algunos, también están luchando con la presencia de grupos radicales. Para los trabajadores de los medios de comunicación en todos estos países, esto hace que la búsqueda de la verdad sea una actividad a menudo solitaria y potencialmente fatal.
Combatientes islamistas militantes sobre un tanque participan en un desfile militar en las calles del norte de la provincia de Raqqa, SiriaREUTERS/Stringer
Caro Rolando es editora de IFEX para África, Europa y Asia Central. Hiba Zayadin es editora de IFEX para el Medio Oriente y África del Norte.