Dado el clima de creciente violencia en Irak, es sorprendente que el fuego cruzado no haya sido el mayor riesgo para la vida de los periodistas. En cambio, la mayoría de los periodistas que han sido reportados muertos en la última década murieron en asesinatos selectivos, en represalia directa por su labor informativa.
Coches bomba. Ataques suicidas. Asesinatos.
Últimamente y a menudo, estas palabras van unidas a cualquier mención que se haga de Irak.
El balance de muertos en este país devastado por la guerra llegó a más de 1.000 sólo en enero.
Los periodistas han estado, y continúan estando entre las víctimas. En el último incidente, y el primero de 2014, Firas Mohammed Attiyah, un periodista freelance de 28 años para Fallujah TV, fue asesinado en un ataque con bomba el 20 de enero mientras cubría enfrentamientos en curso en la provincia de Anbar.
Las fuerzas de seguridad iraquíes y combatientes tribales aliados han estado luchando contra los militantes islámicos y tribus antigubernamentales en Anbar durante más de dos meses, prácticamente sin ninguna cobertura independiente proveniente de la provincia.
Dado el clima de creciente violencia en el país, es de extrañar que el fuego cruzado no haya sido el mayor riesgo para la vida de los periodistas. Según una investigación realizada por el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), la mayoría de los periodistas que han sido reportados muertos en la última década murieron en asesinatos selectivos, en represalia directa por su labor informativa.
Reporteros sin Fronteras (RSF), que ha seguido de cerca los asesinatos selectivos de periodistas en Irak, encontró que los últimos meses han sido particularmente letales, con al menos 10 empleados de medios muertos en ataques de grupos yihadistas.
En la segunda semana de enero, dos periodistas iraquíes resultaron heridos de gravedad en dos incidentes separados, pero lograron sobrevivir a los ataques.
El camarógrafo de Al-Mosuliya TV Salah Nezal estaba reportando desde la ciudad de Mosul el 12 de enero, cuando él y su chofer resultaron gravemente heridos por una bomba colocada en la parte trasera de su coche. Según RSF, ambos están en recuperación.
El periodista de Sharqiya News Saif Talal conducía en la provincia de Diyala el 18 de enero, cuando hombres no identificados y armados abrieron fuego en repetidas ocasiones contra su automóvil, hiriéndolo gravemente.
En el más reciente ataque contra los medios el 10 de febrero, cinco días después de que el diario independiente Al-Sabah Al-Jadeed publicara una caricatura del líder supremo iraní Ali Khameini para conmemorar el 34 aniversario de la revolución de 1979 Irán, la oficina central del periódico en Bagdad fue objeto de bombardeos que causaron daños significativos, pero no hubo heridos.
La caricatura fue considerada por muchos como un insulto a la revolución y la población chiíta de Irak, lo que llevó a los manifestantes a reunirse afuera de las oficinas del periódico para exigir una disculpa. Aunque se publicó una disculpa el 9 de febrero, la hostilidad contra el periódico no disminuyó.
“Atacar a un periódico de esta manera es inaceptable”, dijo Reporteros sin Fronteras. “Después de haber sido alertados por la dirección del periódico el día antes del atentado, las autoridades deberían haber tomado las medidas necesarias para proteger las instalaciones y el personal, y dejarle claro a los manifestantes que la caricatura no tenía nada de ilegal”.
La Red Árabe para los Derechos Humanos (ANHRI) se unió a RSF y el CPJ en su llamamiento a las autoridades iraquíes para que se proporcionara un ambiente seguro al trabajo de los periodistas. El Ministerio del Interior de Irak debe comenzar por enjuiciar a los culpables, declaró ANHRI.
Durante seis años consecutivos, Irak ha encabezado el Índice de Impunidad del CPJ, que calcula los asesinatos de periodistas no resueltos como un porcentaje de la población de cada país.
Aunque los que atacan periodistas suelen ser terroristas o milicias ilegales, el fracaso del gobierno para identificar y capturar a los autores es un factor muy importante en la crisis que enfrentan ahora a los periodistas.