La editora regional de IFEX para África subsahariana comparte reflexiones de la sociedad civil sobre los intentos regionales de frenar la libertad de expresión utilizando el flujo creciente de información contaminada como arma autorizada.
Citados en este artículo: Tabani Moyo [Director Ejecutivo] y Kuda Hove [Derechos de Política Legal y Digital] Capítulo de Zimbabwe del Instituto de Medios de África del Sur (MISA-Zimbabwe); Paul Kimumwe [Oficial superior de programas] Colaboración en política internacional de TIC en África oriental y meridional (CIPESA); Zoe Titus [Directora Ejecutiva] Namibia Media Trust; Samba Dialimpa Badji [Editor] Sitio web Africa Check; y Nelson Banya [Zimfact factchecker].
Esta es una traducción del artículo original.
La velocidad a la que la información contaminada se propaga por países y continentes parece imposible de controlar. El impacto es particularmente agudo e impetuoso en las redes sociales. El mismo se intensifica durante las elecciones lo que resulta en un mayor impulso de las tensiones existentes al tiempo que socava la integridad de un proceso supuestamente democrático.
Los gobiernos africanos están utilizando el impacto negativo que resulta con la divulgación de estos mensajes y que muchas veces son calumniosos y dañinos, para elaborar leyes draconianas con fuertes sanciones.
“De lo que realmente se trata es de re-empacar las leyes contra la libertad de expresión para apuntar a la comunicación en línea”.
Los gobiernos pueden afirmar que están luchando contra el aumento en el intercambio y la divulgación de información errónea. Pero lo que realmente los motiva es el miedo que le tienen a las críticas, y esto se traduce en una legislación que busca apagar las voces críticas, especialmente las de los periodistas que desean responsabilizar al poder.
Un buen ejemplo es el proyecto de Ley de Protección Contra la Falsedad y Manipulación de Internet y otras Infracciones Relacionadas que se debate actualmente en Nigeria. Es una réplica exacta de la contenciosa Ley de Protección Contra las Falsedades y Manipulación en Línea de Singapur.
En su forma actual, el proyecto de ley otorga a las autoridades el poder de apagar arbitrariamente Internet, limitar el acceso a las redes sociales o penalizar a una persona con hasta tres años de prisión por criticar al gobierno.
“De lo que realmente se trata es de re-empacar las leyes contra la libertad de expresión para apuntar a la comunicación en línea”, afirma Kuda Hove, activista de derechos digitales de política legal y digital en el capítulo de Zimbabue del Instituto de Medios de África del Sur (MISA-Zimbabwe).
“En Uganda tenemos una disposición de noticias falsas dentro de nuestras leyes, que, en un fallo histórico para la libertad de expresión, fue declarada nula y sin efecto, pero vemos que el gobierno elabora una serie de otras leyes donde se está criminalizando la información errónea o desinformación”, explica Paul Kimumwe, el oficial superior de programas de la Colaboración en Política Internacional de TIC en África Oriental y Meridional (CIPESA).
Hove, junto con Kimumwe, ven estas maniobras como una reacción apresurada ante el fracaso del gobierno en controlar la narrativa.
La furiosa protesta del público contra el llamado proyecto de ley de medios sociales de Nigeria no ha frustrado los planes para impulsarlo, porque el Senado afirma que “mejorará la seguridad, la paz y la unidad”.
Este es un argumento que puede usarse para ganar el favor del público, y que le gana la pulseada a la lucha por mantener la libertad de expresión, tanto en línea como fuera de línea.
Su punto de entrada es la inclinación de los ciudadanos a transmitir información no verificada, ya que pueden, a veces sin sospechar y en otros casos a sabiendas, contribuir a la cadena de guerra de información a través de la recopilación, distribución, modificación o distribución de información falsa.
“Cuando se difunde propaganda, se hace con una agenda negativa, y ningún equipo de verificación de hechos en ninguna parte del mundo puede frenar la propagación de dicha información y su impacto.”
Hay muchos ejemplos de esto, pero los más influyentes en términos de participación e impacto fueron los mensajes y videos que salieron en abril de 2019, en relación con los ataques xenófobos que tuvieron lugar en Sudáfrica.
Se compartió un video de personas saltando de un edificio en llamas y otros videos horribles por todo el continente. Los videos provocaron reacciones fuertes y en tiempo real. Los políticos de la región que adoptaron un enfoque más moderado fueron severamente criticados en línea y fuera de línea, mientras que los ciudadanos de Zambia, Nigeria y la RDC mostraron visiblemente su enojo. “Una mirada más cercana revela que, si bien son reales, no están relacionados con el brote reciente y, por lo tanto, se han utilizado fuera de contexto”, señaló Africa Check en su informe ¡Piensa antes de compartir!
El desorden de la información y su difusión es un problema con varias capas, y abordar el problema requiere un enfoque multifacético.
“Cuando se difunde propaganda, se hace con una agenda negativa, y ningún equipo de verificación de hechos en ninguna parte del mundo puede frenar la propagación de dicha información y su impacto”, explica Zoe Titus, directora ejecutiva de Namibia Media Trust.
“Lo que también debe descifrarse es la dinámica del poder», explica Tabani Moyo, director ejecutivo del capítulo de MISA en Zimbabue”, por lo que los consumidores deben preguntarse: ¿dónde se genera la información? ¿Cuál es la intención de generarla, cuáles son las estructuras de poder que rodean la generación de esa información?”.
“Si bien la verificación de hechos no requiere inmensos recursos y no es costosa, lo que es muy desafiante es que lleva mucho tiempo. A veces se trabaja en un informe que puede llevar semanas o incluso meses, o más que eso, para asegurarse de que lo que tiene como evidencia sea muy sólido”, explica Samba Dialimpa Badji, editor del sitio web francés Africa Check de África.
Tanto Badji como Titus también destacan la incapacidad de compartir información verificada con la misma velocidad o alcance que la información contaminada. “Un video usado fuera de contexto o cualquier noticia falsa se difunden rápidamente, pero cuando se publica una corrección, uno se da cuenta de que no va tan rápido como las noticias que se intentan corregir”, dice Badji. “No tiene el flujo orgánico que tiene la información contaminada original”, señala Titus. “No hay garantía de que llegue a las mismas personas que vieron la información incorrecta en primer lugar”, agrega Badji.
La exacerbación del flujo de la guerra de información es el dedo atascado en el gatillo que reenvía mensajes sin discernimiento. Es probablemente el tema más difícil de abordar.
“Los periodistas a veces cometen errores, pero ahora el término de «noticias falsas» que engloba todo, se ha convertido en una palabra de moda de la que los políticos se han armado para descartar noticias e información creíbles”.
Parte del desafío al abordar el problema puede estar relacionado con el uso de términos demasiado simplificados. El oxímoron de Trump «noticias falsas» ha difuminado formas claramente diferentes de contaminación de la información.
“El término ahora casi no tiene sentido, y el público lo conecta cada vez más con medios de comunicación establecidos como CNN y la BBC. Las palabras son importantes, y por esa razón, cuando los periodistas usan «noticias falsas» en sus informes, están dando legitimidad a una frase inútil y cada vez más peligrosa”, según Claire Wardle. “Preferimos usar los términos desinformación, información errónea o mala información. Términos que, colectivamente, llamamos desorden de información”.
El verificador de hechos de Zimbabue, Nelson Banya, refuerza ese sentimiento: “Los periodistas a veces cometen errores, pero ahora el término de «noticias falsas» que engloba todo, se ha convertido en una palabra de moda de la que los políticos se han armado para descartar noticias e información creíbles”.
El uso de los términos correctos que aplican al contenido, contribuiría en gran medida a desarrollar el discernimiento entre el público.
Existe un acuerdo colectivo de que el desorden de la información debe abordarse en múltiples niveles.
“Tiene que ser un mecanismo híbrido que incluya ciudadanos, gobiernos y actores privados, pero, por supuesto, debe haber controles y equilibrios, porque si uno de los interesados tiene la ventaja, hará que se incline la balanza”, dice Moyo.
“Los fundamentos básicos deben centrarse en generar consumidores críticos de la información, apoyar el periodismo bueno, fuerte e independiente en el interés público, y la promoción del acceso a la información para que el público pueda verificar por sí mismo.”
Un estudio en línea realizado por Herman Wasserman y Dani Madrid-Morales también enfatiza la necesidad de un enfoque variado. “Educar al público no es suficiente. La alfabetización mediática debe formar parte de un enfoque más amplio y múltiple para restaurar la confianza en los medios. Educar al público sobre los peligros de las noticias falsas no es suficiente”.
Titus está de acuerdo en que la solución es multifacética. “Es importante el apoyo para mantener buenos medios que hagan lo que se supone que deben hacer. Se están poniendo recursos en esta nueva industria de verificación de hechos, pero es una cosa muy básica que los periodistas deben hacer. La verificación de hechos es una función periodística”.
Un elemento crucial de la lucha contra la contaminación de la información es lograr que los ciudadanos y activistas presionen más por el acceso a la información.
Moyo señala que “el gobierno debe garantizar que el acceso a la información esté asegurado; en el nivel inferior, se debe buscar empoderar a los ciudadanos para que se conviertan en agentes de verificación cruzada”.
Es un punto reforzado por Titus, quien cree que, al desarrollar módulos de alfabetización mediática para el público desde una edad temprana, “los fundamentos básicos deben centrarse en generar consumidores críticos de la información, apoyar el periodismo bueno, fuerte e independiente en el interés público, y la promoción del acceso a la información para que el público pueda verificar por sí mismo.”
Fuentes (en inglés):
Fake news and vague laws: Online content regulation in Africa Escuela Africana sobre Gobernanza de Internet
Nigeria: Bills on hate speech and social media are dangerous attacks on freedom of expression Amnistía Internacional.
Nigerian Parliament debates a ‘copy’ of Singapore’s fake news law, triggering protests The Straits Times
Nigerians raise alarm over controversial Social Media Bill Al Jazeera
‘We want one Africa’ – protesters in Zambia, Nigeria, DRC react to xenophobia in S. Africa The Observers
Nigeria’s social media bill will obliterate online freedom of expression ADVOX Global Voices
Merchants of misinformation are all over the internet. But the real problem lies with us The Conversation
What we’ve learnt about fake news in Africa BBC
Why Most of Africa’s Data is Used on WhatsApp The Culture Trip