Los votantes egipcios aprobaron en una abrumadora mayoría la nueva Constitución respaldada por los militares. Aunque se considera mejor que la constitución anterior, los grupos locales de derechos humanos han expresado sus reservas en cuanto a su eficacia.
El primer paso en la hoja de ruta hacia la “democracia” del General Abdel Fattah El-Sisi ha sido implementado.
Una nueva Carta ha sustituido a la Constitución del 2012 elaborada durante el corto mandato del ex Presidente Mohamed Morsi, dándole a Sisi la legitimidad que buscaba para fortalecer el control del ejército sobre el sistema político egipcio. Más del 98% de los votantes se mostraron a favor de la aprobación de la nueva Constitución. Según las autoridades, la participación electoral fue del 38,6% del total de la población egipcia. Esto es más que el 33% de quienes votaron sobre la constitución presentada durante el mandato de Morsi.
No había duda de que esta nueva Constitución, que cuenta con el apoyo militar, pasaría. En el primer día del referéndum, los centros de votación mostraban mujeres gritando y celebrando, banderas egipcias agitándose y soldados que llevaban flores que les eran entregadas por todos los que mostraban su apoyo al ejército.
Incluso algunas semanas antes, había indicios de que el referéndum tenía un camino asegurado hacia el éxito. Avales hacia la Carta inundaron tanto los medios de comunicación estatales como las estaciones de radio y televisión privadas. En las calles de El Cairo, vallas y campañas publicitarias instaban fervientemente a que los egipcios votaran «sí».
Aunque se le aseguró al público que la Carta revisada era preferible a la versión del 2012 de la Hermandad Musulmana, las organizaciones locales de derechos humanos han expresado sus reservas con respecto a algunas de las disposiciones de la Constitución.
El Instituto de El Cairo para Estudios de Derechos Humanos (CIHRS) emitió un comunicado advirtiéndole al pueblo que esta última versión de la Constitución no preveía un sistema político que garantizara y protegiera los derechos y libertades que supuestamente reconocía.
CIHRS señaló que se han cometido y que aún se comenten abusos, en flagrante violación de la Constitución «cuya tinta apenas se ha secado.»
«Todo el proceso se ha conducido con un magro intento de realizar un debate público justo», escribió Mohamed El Dahshan, investigador senior en el Centro de la Universidad de Harvard para el Desarrollo Internacional.
Ha sido prácticamente imposible detectar tan solo un cartel llamando a que se votara «no». Un periodista que había visitado los centros de votación el 14 de enero en busca de alguien que votara en contra del referéndum, recurrió a Twitter para preguntar: “¿Alguien ha conseguido encontrar un votante a favor del “no”?”
La Libertad de Expresión aún amenazada
El referéndum y la aprobación posterior de la Constitución llegan en medio de una ofensiva gubernamental contra la ampliación de la disidencia.
La semana pasada, Human Rights Watch informó que siete miembros del partido The Strong Egypt (Un Egipto fuerte), un partido político liderado por el ex candidato presidencial Abdel Moneim Aboul Fotouh y que había inicialmente apoyado el golpe de Estado, fueron arrestados en tres ocasiones distintas por colgar carteles que llamaban a un voto a favor del «no».
Los fiscales detuvieron a un miembro del partido por cargos relacionados con su presunta participación en actos de terrorismo. Otros tres, detenidos el 12 de enero, fueron acusados de «intentar derrocar el régimen, incitando a los ciudadanos a que rechacen la Constitución, e induciendo a acciones contra la policía y el ejército.»
A pesar de la inclusión de una disposición que prohíbe la persecución de periodistas por «delitos de publicación”, al menos siete periodistas se encuentran actualmente tras las rejas. Recientemente, cuatro corresponsales de Al Jazeera en inglés fueron detenidos por las autoridades simplemente por hacer su trabajo.
Fueron acusados de llevar a cabo «reuniones ilegales» con los Hermanos Musulmanes y difundir ilegalmente noticias que dañaron la «seguridad nacional».
Su caso provocó la protesta de los colegas periodistas que trabajan para los medios de comunicaciones internacionales y locales. El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), escribió una carta dirigida al Presidente interino Adly Mansour exigiendo la liberación inmediata de los periodistas encarcelados.
Shahira Amin, periodista egipcia independiente y escritora regular para Índice de la Censura, señaló otra disposición aparentemente favorable que prohíbe el cierre de medios de comunicación por lo que emiten o publican, afirmando que «habría sido creíble si hubiera llegado antes de que todos los canales vinculados a la Hermanos Musulmanes fueran cerrados a raíz de la toma del poder militar en julio.»
A diferencia de las constituciones anteriores, ésta incluye artículos que otorgan claramente derechos a la educación y a la asistencia sanitaria. La igualdad entre hombres y mujeres en los contextos económicos, sociales y políticos también está garantizada.
Pero al igual que sus predecesoras, esta Constitución carece de garantías para evitar que los legisladores electos socaven los mismos derechos que pretende proteger.
«Muchos de los artículos indican que el Parlamento regulará el ejercicio de tal y tal derecho a través de la ley, abriendo de par en par la puerta a restricciones y limitaciones de diversos derechos», escribió Khaled Mansour, Director ejecutivo de la Iniciativa Egipcia por los Derechos Personales (EIPR).
La libertad de reunión socavada
«Todos los viernes, no menos de 500 a 600 personas son arrestadas», dijo el Ministro del Interior, Mohamed Ibrahim, en una conferencia de prensa el 9 de enero de 2013. «Al principio, solíamos esperar a que la manifestación se volviera violenta, pero ahora los enfrentamos una vez que se reúnen. Cuando los confrontamos, algunos corren. Pero detenemos a todo aquel que podemos atrapar.»
Junto con miles de partidarios de la Hermandad sometidos a esta grave violación del derecho de los ciudadanos a manifestarse, cuatro activistas seculares ahora languidecen en la cárcel.
Ahmed Maher, Mohamed Adel, y Ahmed Douma, todos hombres que jugaron un papel decisivo en la revolución que derrocó al ex Presidente Hosni Mubarak en 2011, fueron condenados a tres años de prisión por «organizar una protesta no autorizada».
Alaa Abdel Fattah, otra figura emblemática de la revolución, fue detenido y sacado de su casa en la noche del 28 de noviembre de 2013. Se encuentra detenido en la prisión Tora, infames instalaciones egipcias de máxima seguridad.
Los cuatro activistas fueron arrestados por manifestarse contra una ley recientemente introducida que criminaliza la protesta sin el permiso previo de las autoridades; una ley que invalida claramente una disposición en la Constitución saludada por sus seguidores que busca «salvaguardar» el derecho a la libertad de reunión y manifestación.
Poderes militares extendidos
Tal vez el aspecto más desalentador de la Constitución para los activistas seculares y grupos locales de derechos humanos es que mejora claramente los poderes de los militares al concederle privilegios especiales.
En comparación con la anterior Constitución, el presupuesto de las fuerzas armadas se encuentra protegido de toda supervisión legislativa; la Constitución aún permite que los civiles enfrenten tribunales militares por delitos que «dañan las fuerzas armadas»; los militares pueden nombrar a un ministro de defensa durante los próximos ocho años; y se crea un nuevo Consejo Supremo de la Policía que debe ser «consultado en todas las leyes relativas a la misma», dándole al Ministerio del Interior un veto sobre cualquier ley de reforma de la policía.
La formación de un gobierno no militar fue una de las principales demandas de la revolución de 2011 que derrocó a Mubarak.
Tres años después, «Sisi-Mania«, como algunos medios de comunicación internacionales lo han llamado, ha barrido la nación, en parte debido al fracaso de los Hermanos Musulmanes en el gobierno del país, y en parte gracias a una robusta campaña mediática que retrata a los miembros del ejército como héroes.
Por supuesto, Sisi tampoco es amado universalmente. Muchos grupos, incluyendo el partido The Strong Egypt (Un Egipto fuerte) y el grupo No Military Trials for Civilians (Ningún juicio militar para los civiles), han boicoteado el referéndum. La mayoría de los egipcios, sin embargo, anhelan la estabilidad económica que creen que traerá la hoja de ruta de Sisi.
Lo que viene en el camino hacia la «democracia» es una elección presidencial a la que Sisi ha insinuado que podría postularse.
Mujeres egipcias que apoyan el ejército sostienen un cartel que muestra un voto «Sí» y una imagen de jefe del Ejército, el General Abdel Fattah al-Sisi, al lado de un centro de votación en El Cairo el 15 de enero 2014REUTERS/Mohamed Abd El Ghany
Soldados egipcios montan guardia en el patio de una escuela que se utilizará como centro de votación en el centro de El Cairo el 13 de enero 2014REUTERS/Al Youm Al Saabi Newspaper