Laura Poitras ha sido vigilada y hostigada durante años por las agencias de seguridad estadounidenses, cuyas actividades de vigilancia, filtradas por el denunciante Edward Snowden, ayudó a exponer.
«Mi ‘calificación de amenaza’ fue la más alta asignada por el Departamento de seguridad nacional»
El trabajo de la periodista de investigación y documentalista Laura Poitras está íntimamente ligado a dos de las más importantes actividades de vigilancia y acceso a la información del siglo XXI: la exposición de los programas masivos y no autorizados del gobierno de EEUU de recolección de datos y Wikileaks.
Poitras ha recibido numerosos premios por su trabajo que ha revelado secretos que delataron malas actuaciones del gobierno, pero también ha pagado un alto precio por ello. Cualquiera que decida, como lo hizo Poitras, desvelar los rincones oscuros de las operaciones de inteligencia del Estado, acaba rápidamente (así como las personas más cercanas a ellos) siendo blanco de las mismas personas y prácticas que intentan exponer. Esta práctica es demostrada de manera elocuente en un correo electrónico cifrado y anónimo que Poitras recibió en 2012:
«Me preguntaste por qué te elegí a ti. No lo hice. Lo hiciste tú. La vigilancia que has experimentado significa que has sido ‘seleccionada’, un término que tendrá más significado para ti a medida que aprendas acerca de cómo funcionan los modernos sistemas SIGINT. Por ahora, tienes que saber que cada frontera que cruzas, cada compra que haces, cada llamada que marcas, amigo que guardas, artículo que escribes, sitio que visitas, asunto que tipeas, y paquetes que ruteas estarán en manos de un sistema cuyo alcance es ilimitado pero cuyas salvaguardias no lo son. El hecho de que seas una víctima del sistema de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA, por sus siglas en inglés) significa que eres muy consciente de la amenaza que una policía secreta sin restricciones representa para las democracias. Esta es una historia que solo unos pocos como tu pueden contar.»
El autor de este mensaje era un desconocido, ex empleado de la NSA que quería compartir información clasificada inaudita: Edward Snowden.
Al principio, la hija del medio de unos filántropos acomodados, Poitras, de 53 años, quería ser chef. Sin embargo, después de terminar la escuela secundaria, se trasladó a San Francisco y se inscribió en un curso de cine, cambiando la dirección que tomaría su vida. Hizo su primera película, Exact Fantasy, en 1995, pero su trabajo más poderoso se enfocó en la política exterior y la seguridad de los Estados Unidos desde los ataques terroristas del 11 de septiembre en suelo estadounidense: en 2006 produjo My Country, My Country, documental nominado a los premios Oscar, que se centra en la ocupación estadounidense de Irak; En 2010, produjo The Oath, que trata de dos hombres yemeníes enredados en la ‘Guerra contra el Terror’ de Estados Unidos; En 2012, lanzó un cortometraje llamado The Program, que se basó en entrevistas con William Binney (un veterano de la NSA convertido en denunciante), y que hizo dos sorprendentes revelaciones. La primera de ellas fue la existencia de un sistema de vigilancia que, aunque originalmente destinado a monitorear el espionaje extranjero, se había tornado hacia los ciudadanos estadounidenses después del 11 de septiembre; La segunda fue la existencia de un centro de recolección de datos masivos en Utah, donde la información de telecomunicaciones de los ciudadanos de los Estados Unidos podría ser inspeccionada sin orden judicial. The Program fue un anticipo de su trabajo más famoso realizado más tarde con Edward Snowden.
Debido a su periodismo, Poitras ha estado bajo vigilancia por la inteligencia estadounidense durante más de diez años. Como dijo a PBS en 2006:
«Desde que terminé My Country, My Country, me han colocado en la lista de vigilancia del Departamento de Seguridad Nacional (DHS por sus siglas en inglés). Volviendo a los Estados Unidos en agosto de 2006 después de una proyección en Europa, fui detenida en dos aeropuertos. Fui escoltada fuera de la terminal a un área de inspección policial y fui notificada por la seguridad que mi «calificación de amenaza» era la más alta asignada por el Departamento de Seguridad Nacional. Al llegar al aeropuerto JFK, me escoltaron de nuevo a una zona de espera hasta que el DHS autorizó mi entrada a los Estados Unidos «.
En 2012, su colaborador, el periodista y abogado Glenn Greenwald, informó que Poitras había sido objeto de una constante campaña de hostigamiento por parte de agentes fronterizos de Estados Unidos, sufriendo detenciones, interrogatorios y confiscaciones de su computadora y teléfono celular en más de cincuenta ocasiones. Como lo dice Poitras en su documental de 2014, Citizenfour, este acoso la obligó a trasladarse de los Estados Unidos a Berlín.
Las semillas del proyecto más importante de Poitras fueron sembradas en 2012, cuando recibió un correo electrónico anónimo enviado por Edward Snowden. Ese contacto llevó a Poitras, Greenwald y al periodista de The Guardian Ewen MacAskill a volar hacia Hong Kong en 2013 para su ahora famosa entrevista en un cuarto de hotel con el joven denunciante. Como resultado, se expuso el sistema de vigilancia global de Estados Unidos (el tema de Citizenfour) lo cual causó indignación en todo el mundo y provocó algunos desarrollos legislativos positivos: muchos han argumentado que las revelaciones llevaron a la creación de la Ley de Libertad de los Estados Unidos de 2015 (USA Freedom Act), que impuso límites al alcance de las operaciones de vigilancia del gobierno estadounidense a la vez que se introdujeron mayores medidas de transparencia y supervisión.
Por su trabajo con Snowden, Poitras y Greenwald ganaron el premio George Polk por reportaje para la seguridad nacional en 2014; Citizenfour ganó el Oscar al mejor documental en 2015.
El trabajo para Risk, el documental de Poitras realizado en el 2017 sobre Wikileaks, se inició en 2011. Aunque es una fuerte defensora de la obra de Wikileaks, Poitras admite cuestionar algunas de sus decisiones con respecto a la publicación de nombres e información personal. Según Poitras, el fundador de Wikileaks, Julian Assange, estaba descontento con el corte final de la película, en parte porque incluía material de una investigación sueca sobre acusaciones de violación realizadas contra él. Desde entonces, esa investigación ha sido abandonada.