Mientras los egipcios luchan por visiones contradictorias sobre el futuro de su país, los periodistas y el derecho a la libertad de expresión están en riesgo.
En las últimas dos semanas, fueron asesinados dos periodistas egipcios mientras cubrían las protestas y los enfrentamientos entre partidarios de la Hermandad Musulmana y los activistas de la oposición.
El 29 de junio, Salah al-Din Hassan, un periodista de 37 años de edad, dueño de un sitio web independiente de noticias –Shaab Masr-, fue asesinado mientras cubría una manifestación contra el presidente Mohammed Morsi en la ciudad de Port Said.
Ahmed Assem El-Senousy, 26 años, periodista y fotógrafo para el periódico de los Hermanos Musulmanes Freedom and Justice, fue asesinado por un francotirador mientras cubría los sucesos del 8 de julio, cuando los soldados egipcios abrieron fuego contra manifestantes de los Hermanos Musulmanes, matando a más de 50 personas. El-Senousy capturó su propia muerte en cámara mientras filmaba el incidente.
Antes de estas muertes, sólo cuatro periodistas habían sido asesinados en Egipto desde 1992, según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ).
El país no ha dejado de caer más profundamente en un estado de caos desde los días previos al 30 de junio, que marcaron un año de gobierno del presidente Morsi.
Millones de egipcios habían inundado las calles acusándolo de no cumplir con los objetivos de la revolución, y pidiendo su renuncia. Morsi no estuvo exento de partidarios, ya que decenas de miles de egipcios se reunieron también coreando su nombre.
Un “túnel oscuro de conflicto” es la frase que el General Abdel Fattah al-Sisi, Ministro de Defensa y jefe de las fuerzas armadas, utilizó cuando se comprometió a intervenir para evitar más disturbios.
El 1 de julio, el ejército le dio a Morsi 48 horas para llegar a un acuerdo con la oposición o las fuerzas armadas iban a intervenir. Poco después de pasado el plazo, Morsi fue depuesto y varios líderes de la Hermandad Musulmana detenidos.
Egipto se mantuvo en ese “túnel oscuro de conflicto” mencionado anteriormente, pero gran parte del sufrimiento posterior puede atribuirse a los propios militares.
Cuando los militares allanaron la estación egipcia de Al-Jazeera, arrestando a su director, y apagando otros tres medios partidarios de Morsi pocos minutos después de sacarlo de su puesto, sus acciones fueron ampliamente interpretadas como un esfuerzo para cancelar la cobertura de los eventos pro-Morsi, con lo que privaron a los egipcios de fuentes de información en un momento importante.
Aunque el director fue liberado bajo fianza el 7 de julio por 10.000 libras egipcias (aproximadamente USD 1,400.00), el gobierno militar de gestión del país parece haber puesto en marcha una campaña de arrestos contra periodistas.
Recordando los incidentes que tuvieron lugar durante la revuelta de enero de 2011, cuando los corresponsales de los medios de comunicación internacionales fueron atacados mientras cubrían las protestas, Index on Censorship informó que una transmisión en vivo fue interrumpida el 5 de julio, cuando los soldados se apoderaron de la cámara del Corresponsal Internacional Senior de CNN Ben Wedeman mientras cubría los enfrentamientos.
CPJ ha informado sobre muchos otros periodistas internacionales blancos de ataques en los últimos días por informar sobre las protestas a favor de Morsi.
«Si el gobierno interino es sincero acerca de buscar la reconciliación y la democracia, debe comenzar por respetar la libertad de prensa. Todas las voces, incluidas las de los Hermanos Musulmanes, deben ser escuchadas», dijo Sherif Mansour, coordinador de programa de CPJ Medio Oriente y África del Norte. «El gobierno no debe repetir los errores de sus predecesores de tratar de silenciar a los disidentes.»
A medida que los partidarios Morsi se reagruparon y llegaron en gran número a las calles decididos a restablecer el presidente derrocado, los enfrentamientos violentos empañaron las calles de El Cairo y otras ciudades importantes en todo Egipto.
Durante las feroces batallas callejeras que tuvieron lugar en la semana caótica que siguió al 30 de junio, 75 personas murieron, tanto de las facciones pro- Morsi como de las anti-Morsi.
Luego, el 8 de julio, los soldados egipcios abrieron fuego contra manifestantes de la Hermandad Musulmana en frente de la sede de la Guardia Republicana en El Cairo, matando a más de 50 personas. Además del periodista Ahmed Assem el-Senousy, también murieron dos soldados en este conflicto. Cada lado culpa al otro de iniciar la matanza. Los militares afirman que fueron atacados, mientras que los partidarios de Morsi dicen que hay evidencia de que algunos de los muertos y heridos fueron fusilados mientras oraban de rodillas. Organizaciones locales de derechos humanos han señalado que aun cuando algunos de los manifestantes podrían haber sido violentos, la reacción de los militares fue injustificada.
«Todos lloramos la pérdida trágica del periodista Ahmed Assem el-Senousy,» dijo el presidente de la Federación Internacional de Periodistas (FIP), Jim Boumelha. «Su asesinato sin sentido demuestra los riesgos que nuestros colegas que cubren la inestabilidad política y social en Egipto enfrentan todos los días.»
La Organización Egipcia para los Derechos Humanos (EOHR) condenó la violencia y rechazó la retórica de los militares de que los disparos fueron en nombre de la preservación de la seguridad del país y sus ciudadanos. Hafez Abu Seada, jefe de EOHR, llamó a las autoridades a iniciar una investigación inmediata sobre el incidente y garantizar que los autores de ambos lados respondan por sus crímenes.
Mientras los manifestantes enfurecidos de los grupos opositores continúan ocupando las calles de Egipto, Morsi se ha mantenido, junto con al menos diez miembros de su equipo, en régimen de incomunicación desde el 3 de julio. Según Human Rights Watch, el ejército no ha confirmado dónde se encuentran en la actualidad, y no han sido acusados ni sometidos formalmente ante un juez.
«Tanto el General al-Sisi, y el presidente interino Adly Mansour prometieron que el proceso de transición política sería inclusivo, pero estas violaciones de los derechos políticos básicos supondrán que la Hermandad Musulmana y otros serán excluidos de la vida política», dijo Joe Stork, subdirector para Medio Oriente y África del Norte de Human Rights Watch. «Sin un estricto respeto del Estado de Derecho y los derechos fundamentales desde el principio, no habrá libertad política.»
Aunque el régimen ha pasado por diferentes manos varias veces en el último par de años, las violaciones contra la libertad de prensa y la libertad de expresión, lamentablemente, han sido una constante, una víctima de la profunda división dentro de la sociedad mientras los egipcios, en sus esfuerzos por proteger la revolución, se dividen en facciones en guerra, cada una con su propia visión del futuro de Egipto.
Quince organizaciones de derechos humanos locales egipcias, entre ellas el Instituto de El Cairo para los Estudios de los Derechos Humanos y la Arabic Network for Human Rights Information, han unido sus fuerzas y publicaron una declaración el 9 de julio, dirigida a toda la nación egipcia, advirtiendo contra toda forma de incitación a la violencia y el asesinato, dado «que hará que sea prácticamente imposible volver a poner en marcha un proceso político global que conduzca al cumplimiento de los objetivos de la revolución.»
Partidarios de Morsi sostienen sus carteles en una manifestación en la plaza Rabaa Adawia, donde están acampando en El Cairo el 08 de julio 2013REUTERS/Khaled Abdullah