En el Día Mundial de la Libertad de Prensa, las organizaciones de todo el mundo se comprometen a defender el derecho a la libertad de expresión, incluso cuando el mismo es usado para expresar opiniones que puedan resultar ofensivas.
En el Día Mundial de la Libertad de Prensa, 116 días después del ataque en las oficinas del periódico satírico Charlie Hebdo que dejó 11 muertos y 12 heridos, nosotros, los abajo firmantes, reafirmamos nuestro compromiso con la defensa del derecho a la libertad de expresión, incluso cuando ese derecho se utiliza para expresar puntos de vista que nosotros y otras personas encuentren complicados, o incluso ofensivos.
El ataque a Charlie Hebdo – un recordatorio espantoso de la violencia que muchos periodistas de todo el mundo enfrentan a diario mientras hacen su trabajo – provocó una serie de reacciones preocupantes en todo el mundo.
En enero, la oficina del diario alemán Hamburger Morgenpost sufrió un atentado tras la publicación de varias imágenes de Charlie Hebdo. En Turquía, los periodistas dijeron haber recibido amenazas de muerte tras su re-edición de imágenes tomadas de Charlie Hebdo. En febrero, un hombre armado al parecer inspirado en el ataque en París, abrió fuego en un acto para la libertad de expresión en Copenhague; su objetivo era un caricaturista sueco controvertido que había representado al profeta Mahoma en sus dibujos.
Pero muchas de las reacciones más inquietantes – que además constituyen las amenazas más graves a la libertad de expresión – han venido de los gobiernos.
Un tribunal turco bloqueó páginas web que mostraban imágenes de portada de Charlie Hebdo; el órgano de control de las comunicaciones de Rusia advirtió a seis medios de comunicación de que publicar caricaturas con temática religiosa ‘podría ser visto como una violación de las leyes sobre medios y extremismo; el presidente de Egipto Al-Sisi facultó al primer ministro a prohibir cualquier publicación extranjera considerada religiosamente ofensiva; el editor del periódico keniano The Star fue convocado por el Consejo de Medios del gobierno para que explicara su «conducta poco profesional» por publicar las imágenes de Charlie Hebdo, y su periódico tuvo que emitir una disculpa pública; Senegal prohibió Charlie Hebdo y otras publicaciones que reimprimieron sus imágenes; en la India, la policía de Mumbai hace uso de las leyes sobre las amenazas para el orden público y el contenido ofensivo para bloquear el acceso a sitios web que muestran imágenes de Charlie Hebdo. Esta lista no es exhaustiva.
Tal vez las amenazas a la libertad de expresión con mayor alcance han venido de gobiernos aparentemente motivados por temas de seguridad. Tras el ataque a Charlie Hebdo, once ministros del Interior de países de la Unión Europea como Francia, Gran Bretaña y Alemania emitieron un comunicado en el que pedían a los proveedores de servicios de Internet que identificaran y eliminaran el contenido en línea ‘que tiene como objetivo incitar al odio y el terror’. En el Reino Unido, a pesar de la ya grosera intrusión de los servicios de inteligencia británicos en los datos privados, el primer ministro David Cameron sugirió que el país debería ir un paso más allá y prohibir los servicios de Internet que no dan al gobierno la posibilidad de supervisar todos los chats y llamadas cifradas.
Este tipo de respuesta gubernamental es escalofriante porque una amenaza particularmente insidiosa a nuestro derecho a la libertad de expresión es la autocensura. Con el fin de ejercer plenamente el derecho a la libertad de expresión, las personas deben ser capaces de comunicarse sin temor a la intrusión por parte del Estado. Según el derecho internacional, el derecho a la libertad de expresión también protege el discurso que algunos pueden encontrar chocante, ofensivo o perturbador. Es importante destacar que el derecho a la libertad de expresión significa que los que se sienten ofendidos también tienen el derecho de retar a otros a través del debate libre y la discusión abierta, o a través de la protesta pacífica.
En el Día Mundial de la Libertad de Prensa, nosotros, los abajo firmantes, llamamos a todos los gobiernos a:
- Respetar sus obligaciones internacionales de proteger los derechos de libertad de expresión y de información para todos, especialmente los periodistas, escritores, artistas y defensores de los derechos humanos para que puedan publicar, escribir y hablar libremente;
- Promover un entorno seguro y propicio para los que ejercen su derecho a la libertad de expresión, especialmente para los periodistas, artistas y defensores de los derechos humanos para que puedan llevar a cabo su trabajo sin interferencias;
- Combatir la impunidad de las amenazas y violaciones destinadas a periodistas y otras personas amenazadas por ejercer su derecho a la libertad de expresión y garantizar investigaciones imparciales, rápidas, exhaustivas, independientes y eficaces que lleven a los autores intelectuales de los ataques a los periodistas ante la justicia a la vez que garanticen que las víctimas y sus familias tengan un rápido acceso a los recursos adecuados;
- Derogar toda normativa que restringe el derecho a la legítima libertad de expresión, especialmente aquellas imprecisas y excesivamente amplias leyes de seguridad nacional, sedición, blasfemia y las leyes penales de difamación y otras leyes utilizadas para encarcelar, hostigar y silenciar a los periodistas y otros que ejercen la libertad de expresión;
- Promover mecanismos de autorregulación, completamente independientes de los gobiernos, para los medios escritos;
- Asegurar que el respeto de los derechos humanos está en el centro de la política de vigilancia de la comunicación. Por lo tanto, las leyes y las normas legales que rigen la vigilancia de la comunicación deben actualizarse, fortalecerse y llevarse bajo control legislativo y judicial. Cualquier interferencia sólo puede justificarse si está claramente definida por la ley, persigue un objetivo legítimo y es estrictamente necesaria para el fin perseguido.