El periodista-activista mapuche más prominente en Chile, Pedro Cayuqueo, hace campañas por los derechos indígenas en un ambiente cada vez más inflamable.
Reprimir una protesta por la fuerza … es como intentar apagar un incendio con gasolina.
En la noche del 3 de septiembre de 2005, José Huenante que tenía dieciséis años se fue de juerga con sus amigos al lado de la carretera en Puerto Montt, sur de Chile. Estaban bebiendo cerveza y portándose mal cuando un coche patrulla de la policía pasó cerca de ellos. Según se dice, los jóvenes le lanzaron piedras antes de salir corriendo. La policía los persiguió y llamó a otros 12 oficiales para que los asistiera. Todo el mundo escapó a excepción de Huenante, que estaba esposado en el coche patrulla 1375. Nunca lo volvieron a ver.
Una investigación de la desaparición del adolescente descubrió registros de detención falsificados, intimidación de su familia por parte de la policía, y una gran cantidad de mentiras dichas por los oficiales de la detención. Once años luego de la desaparición de Huenante, la investigación sigue en curso, nadie ha sido castigado y los agentes que lo detuvieron aún conservan sus trabajos.
Que la primera desaparición forzada de Chile desde el fin de la dictadura de Pinochet fuera de un indígena Mapuche podría haber sido una coincidencia, pero no fue una sorpresa; para el periodista mapuche Pedro Cayuqueo, fue parte de un patrón violento de larga data.
Al nombre de Huenante Cayuqueo podría añadirse el de Alex Lemún de 16 años, el de Matías Catrileo de 22, y el de Jaime Mendoza de 24, todos desarmados, todos asesinados bajo las balas de la policía. La lista de los mapuches asesinados con impunidad por la policía chilena es larga. «¿Vale más un joven chileno que un joven mapuche?», preguntó Cayuqueo en un artículo de 2011. «¡Por supuesto!», fue su respuesta.
Cayuqueo, de 41 años, es el periodista indígena más importante de Chile y uno de los defensores de los derechos mapuche más conocido. Es un extrovertido activista desde mediados de los años 90 y fundó dos de los periódicos mapuches más prominentes de Chile: Mapuche Times y Azkintuwe (ahora caduco). Nacido en una comunidad rural indígena en la región de Araucanía del sur de Chile, pero educado en la ciudad, su primera experiencia con el racismo le llegó a los nueve años (cortesía de la madre de un amigo chileno). A partir de entonces, mantuvo un diario, registrando sus experiencias como un niño mapuche en una sociedad predominantemente blanca: «El Ann Frank de la Araucanía», bromeó en una entrevista de 2014 con CNN Chile. Su estilo de escritura es provocativo y a menudo irónico. En un entorno de medios de comunicación en el que la opinión indígena es ignorada o a la que rara vez se le da una cobertura empática, Cayuqueo ha hecho más que nadie para que la voz mapuche sea oída. Lo más importante es que ha expuesto al público en general la realidad actual del conflicto centenario entre el pueblo mapuche y el Estado, y la discriminación generalizada que ha alimentado.
El conflicto mapuche se trata de una disputa sobre la tierra que el Estado chileno tomó de las poblaciones indígenas y entregó a empresas privadas. Muchos mapuches se sienten perjudicados por esto y, en algunas ocasiones, se han producido ataques a la propiedad o, más raramente, a los propietarios de las tierras. La mayor parte del activismo mapuche, sin embargo, implica «ocupaciones» pacíficas de sus tierras ancestrales. Las autoridades generalmente responden a esto con extrema violencia y aplicando de manera demasiado entusiasta la legislación antiterrorista, que el Relator Especial sobre la promoción y la protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales en la lucha contra el terrorismo califica como «aplicada de manera arbitraria», que «discrimina a los mapuches», «socava el derecho a un juicio justo», y contribuye a una situación «extremadamente volátil».
Cayuqueo ha dedicado gran parte de su trabajo periodístico a exponer las injusticias arraigadas en el conflicto, y denunciar el comportamiento a veces extraño del Estado chileno, que confunde las protestas pacíficas con actividades terroristas, vincula a los mapuches con los terroristas en Irak, y hace declaraciones exageradas sobre presuntos vínculos entre los manifestantes mapuche y grupos terroristas como las FARC. También ha condenado el uso por parte de la policía local de agentes provocadores para implicar a los grupos de protesta mapuche pacíficos en actos de violencia.
En este ambiente de tensión, cada vez más inflamable, los raros periodistas que no siguen la línea del gobierno en temas mapuche pueden enfrentar amenazas de la policía o incluso arrestos. Cayuqueo, crítico mordaz de presidentes y de la policía, ha sido acosado y detenido en numerosas ocasiones: en 2003, fue condenado a 61 días de prisión después de haber sido detenido en una ocupación de tierras en 1999 (la policía también confiscó 200 ejemplares de su periódico, Azkintuwe); en 2005, antes de que él asistiera a una reunión de periodistas indígenas en Canadá, fue encarcelado de nuevo por la supuesta falta de pago de una multa relacionada con sus cargos de 1999; en 2012, después de regresar de Argentina, donde había estado promocionando su primer libro sobre el trato discriminatorio de Chile a los mapuches, Cayuqueo fue detenido una vez más (supuestamente nuevamente en relación con la ocupación de la tierra en 1999), por policías que se negaron a liberarlo de inmediato a pesar de ser ordenados a hacerlo por un juez local.
Sin embargo, a pesar de la antipatía de las autoridades, el propio progreso profesional de Cayuqueo es evidencia de cómo su trabajo ha de alguna manera ayudado en la lucha contra la discriminación, al cambiar la forma en que los mapuches son vistos en los medios de comunicación. Este manifestante de la tierra en su juventud, recibió el Premio de Periodismo Iberoamericano en 2013, y ahora presenta una serie de televisión dedicada a las cuestiones indígenas en CNN Chile, logros impensables para un mapuche hace una década.