Hoy en día, bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo, el gobierno de Abdel Fattah el-Sisi ha reprimido con fuerza en los campus universitarios - uno de los últimos refugios para el debate y la disidencia.
Altos muros de hormigón revestidos con barras de metal rodean la zona. Miembros de una empresa privada de seguridad equipados con detectores de metales montan guardia frente a las puertas digitalizadas instaladas para controlar el acceso a los edificios alojados dentro. Vehículos blindados pertenecientes a las fuerzas de seguridad del gobierno ocupan las calles de los alrededores, y los soldados están a la espera, listos para desplegarse.
Así es como la Universidad de El Cairo, una de las universidades públicas más antiguas de Egipto, se ve hoy en día. Miles de estudiantes caminan pasando por esta escena fuertemente militarizada todos los días en su camino a clase.
Desde que Mohammed Morsi fue derrocado de la presidencia el 30 de junio de 2013, las universidades han estado en la primera línea de las protestas antigubernamentales. La mayoría de los manifestantes estudiantiles están afiliados a la Hermandad Musulmana y consideran el giro de los acontecimientos como un golpe de Estado militar. Pero los disturbios no se limitan sólo a la Hermandad; otros grupos de estudiantes también se han unido para protestar contra la continua represión y las crecientes restricciones a las libertades universitarias.
Los enfrentamientos entre estudiantes y la policía ya no se limitaban a los choques fuera de las universidades; se movían constantemente sobre los campus e incluso a las residencias de estudiantes. Un día de noviembre de 2013, el patio de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de El Cairo fue testigo de una escena de miedo y caos.
Policías, oficiales y conscriptos estaban disparando gases lacrimógenos y perdigones, y los estudiantes estaban huyendo en todas direcciones. Uno de los estudiantes, al oír el sonido ensordecedor de los disparos, se dio la vuelta para encontrar a su compañero tendido en el suelo. «Lo encontré tendido frente a mí, Muhammed Rida, que en paz descanse. La gente se reunió alrededor de él y su cuerpo convulsionaba violentamente. Algunas personas estaban buscando sobre su lado izquierdo y encontraron un agujero en su cuerpo. Levantaron su camiseta y vi una herida. No podía detener la hemorragia», dijo en su testimonio ante el fiscal.
Muhammed Rida murió simplemente porque él estuvo presente en la Facultad de Ingeniería en el momento de la represión. Su asesino aún no se ha llevado ante la justicia.
En junio de 2014, asumió su cargo Abdel Fattah el-Sisi. Decidido a suprimir todas las formas de disenso en Egipto, intensificó las medidas de seguridad en las universidades públicas, que para entonces se había convertido en uno de los últimos espacios que quedaban para expresar oposición. En su informe anual del año 2014, la Asociación para la Libertad de Pensamiento y de Expresión monitoreó 88 casos de represión policial en las universidades públicas de Egipto y la Universidad de Al-Azhar. Doce estudiantes fueron asesinados en los campus y en las zonas que los rodean. 760 estudiantes fueron detenidos, y sólo 99 han sido liberados hasta el momento.
Aunque se espera que las universidades protejan a sus estudiantes y personal en el campus, no es viable discutir el cumplimiento de esta protección sin garantizar primero un entorno que facilite y respete la libertad académica y la autonomía de las universidades.
Durante varios años después de la revolución de enero 2011, y hasta un poco antes de eso, las universidades egipcias hicieron grandes avances en la libertad académica y la independencia.
En octubre de 2010, sólo unos meses antes de la caída del ex presidente Hosni Mubarak, una sentencia judicial final por el Tribunal Supremo Administrativo de Egipto prohibió la presencia de las fuerzas de seguridad en los campus universitarios. Todas las oficinas del Ministerio del Interior presentes en terrenos de las universidades se cerraron. «De acuerdo con lo que se decretó en la constitución y la ley para garantizar la independencia de las universidades, y con el fin de que las universidades cumplan con su función, es necesario que se comprometan a las reglas que adhieren los países avanzados en el mantenimiento de la independencia de sus universidades e instituciones educativas «, declaraba la sentencia.
El regreso de las fuerzas de seguridad a los campus y su asalto a la independencia de las instituciones académicas no son los únicos signos recientes de la ofensiva contra los logros alcanzados por la sociedad académica de Egipto en los últimos años.
Durante unos años antes de que el-Sisi asumiera su cargo, los jefes de las universidades habían sido elegidos por los decanos y miembros de la facultad. En 2014 modificó la ley que rige a las universidades, y se entregó a sí mismo el poder de nombrar a los presidentes universitarios e incluso los decanos de las facultades. A principios de 2015, en virtud de otro decreto que permite el despido de los profesores sobre la base de sus acciones dentro de las universidades, profesores acusados de participar en las actividades de partidos o políticas en el campus han sido removidos de sus puestos. Más recientemente, a los académicos incluso se les ha prohibido viajar sin la autorización de seguridad previa del Ministerio de Educación Superior.
En un entorno donde el gobierno impone un control tan estricto sobre las instituciones de educación superior e interviene en sus asuntos, y en el que las fuerzas de seguridad tienen las manos libres para hacer frente a las protestas estudiantiles, ya sean pacíficas o violentas, ¿cómo se supone que las universidades protejan eficazmente a sus estudiantes y personal?
Es imposible ignorar el uso de la violencia por parte de estudiantes pertenecientes a la Hermandad Musulmana, o los intentos de la Hermandad de tomar el control cuando la organización estaba en el timón del país. Pero no puede haber comparación entre la situación actual y el corto reinado de los Hermanos Musulmanes, en el que trataron de reforzar su control sobre las universidades – en particular por los esfuerzos para suprimir el discurso en nombre de la religión. La Hermandad Musulmana intentó usurpar los sindicatos de los estudiantes para limitar y restringir a todos los que se opusieran a ellos, pero al menos los miembros de la comunidad académica fueron capaces de desafiar a este tipo de acciones sin un fuerte riesgo de represalias. En el año académico 2012/2013, los grupos de estudiantes independientes incluso ganaron las elecciones sindicales estudiantiles sobre el ala estudiantil de la Hermandad Musulmana.
Durante la primera conferencia mundial de rectores de universidades celebrada en la Universidad de Columbia en 2005, los participantes publicaron un documento de su autoría titulado «Declaración de libertad Académica» en el que afirmaron que, «a pesar de la presencia de posibles amenazas a la libertad académica entre una amplia gama de fuentes de dentro y fuera de la comunidad académica, se ha demostrado históricamente que en general la amenaza proviene de Estados cuyo poder político y posiciones organizativas son a menudo diametralmente opuestas a la necesidad de universidades para la independencia institucional».
Hoy en día, bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo, sostener opiniones contrarias se ha convertido en un crimen, protestar se ha convertido en un crimen, y el derecho constitucional de los ciudadanos a la libertad de expresión ha sido prohibido. Tenemos muchos ejemplos que muestran claramente que Egipto volvió al punto de partida. De hecho, es posible que podamos decir que hemos retrocedido aún más con respecto a la protección de los campus universitarios de los ataques, el deterioro general de las condiciones de las universidades, y la asfixia de la libertad de expresión en los espacios que deben ser lugares ejemplares para la discusión y el debate.
A la comunidad académica en Egipto se le debe conceder la independencia total para tratar sus propios asuntos y para hacer frente a los retos del futuro, utilizando métodos que garanticen los derechos y libertades de la universidad, sin intervención del Estado. Tal cambio no puede tener lugar sin la aplicación de un enfoque más democrático hacia la esfera pública en general, y el respeto a la ley y la constitución.
Hoy en día, bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo, sostener opiniones contrarias se ha convertido en un crimen, protestar se ha convertido en un crimen, y el derecho constitucional de los ciudadanos a la libertad de expresión ha sido prohibido.
Emad Mubarak es el director ejecutivo de la Asociación para la Libertad de Pensamiento y de Expresión (ETCA), una organización con sede en El Cairo, que aboga por la independencia de las universidades de Egipto. AFTE es miembro de la red IFEX.