Los periodistas hacen preguntas. Ese es su trabajo. Sin embargo, sus preguntas nunca deben ser acerca de si pueden reportar de manera segura sobre un asunto de interés público, o si van a salir vivos de un periodo electoral.
Donald Trump es sin duda la figura política más controvertida en la carrera para ser el próximo presidente de los Estados Unidos. El candidato presidencial multimillonario del GOP ha sido descrito en los medios de comunicación como «un intolerante y racista», un «genio del marketing» y «el hombre más peligroso del mundo». El presidente Barack Obama ha anunciado su incredulidad sobre la capacidad de Trump para ser presidente. El público ha estado expuesto a todas las posiciones de los candidatos, incluso aquellas que garantizan elevar las cejas o la presión arterial.
El mismo nivel de acceso a la información sobre las figuras de la oposición de Uganda no ha sido puesto a disposición de los ciudadanos de Uganda, en el período previo a las elecciones presidenciales y parlamentarias, previstas para el 18 de febrero de 2016.
Considere lo que sucedió en Baba FM el año pasado.
El 21 de julio del año 2015 – a los quince minutos de lo que se suponía era un programa de entrevistas de una hora – la estación de radio basada en Jinja fue sacada del aire, al parecer por órdenes de la administración. «Fueron los oyentes los que entraron en los estudios y me informaron de que la radio no salía al aire. Los ingenieros no estaban al tanto de lo que había sucedido», dijo después del incidente Anyole Innocent, anfitrión del programa de entrevistas.
Al día siguiente, el anfitrión y dos de sus colegas fueron suspendidos indefinidamente.
¿Su crimen? Haber recibido en su show al candidato presidencial de la oposición el Dr. Kizza Besigye.
Besigye es uno de los siete candidatos que se postulan en contra del presidente Yoweri Museveni. Él y otro candidato – el ex primer ministro Amama Mbabazi – son los únicos que tienen posibilidades de desmantelar el gobierno de treinta años de Museveni.
En el último año – y particularmente en los últimos meses – Besigye, Mbabazi y otros políticos de la oposición han sido amenazados o detenidos por sus puntos de vista políticos. Más recientemente, el 15 de febrero de 2016, Besigye fue detenido supuestamente por «perturbar el tráfico», y poco después fue liberado.
Pero son las personas que cubren la dinámica política entre Besigye, Mbabazi y Museveni, los que corren un mayor riesgo de ser detenidos, heridos y censurados.
En respuesta a las tristes realidades expuestas en los informes y artículos de organizaciones como Human Rights Watch y Reporteros sin Fronteras, aquí hay cuatro preguntas que los periodistas de Uganda han tenido que hacerse a sí mismos mientras se preparaban para informar sobre la jornada electoral:
1) «¿Resultaré herido?»
La brutalidad policial ha aumentado en el período previo a las elecciones presidenciales de Uganda. En menos de dos meses – entre octubre y noviembre del año 2015 – hubo tres incidentes separados de periodistas que recibieron disparos de la policía, durante la cobertura de los acontecimientos políticos.
Pero no son sólo los periodistas que están sujetos a la violencia.
Human Rights Watch advirtió que si surgen manifestaciones después de las elecciones, “hay un gran riesgo de que los manifestantes y transeúntes – incluyendo niños – mueran a manos de las fuerzas de seguridad. Ha sucedido antes.”
La organización señala que las fuerzas de seguridad ya han respondido letalmente a las manifestaciones y protestas en el pasado, citando el caso de Julian Nalwanga de dos años de edad, que recibió un disparo y murió en Maska en abril de 2011, en una manifestación después de las elecciones generales.
«La respuesta mortal de las fuerzas de seguridad a las manifestaciones y protestas, incluyendo en 2011 y 2009, y las amenazas a los medios de comunicación, incluyendo el cierre forzoso de dichos medios, siguen siendo cuestiones de especial preocupación para las elecciones. El miedo a las represalias disuade a la gente de expresar libremente críticas contra el gobierno», dijo Human Rights Watch en una declaración sobre las elecciones de Uganda de 2016.
2) «¿Cómo puedo mantener mi información segura?»
Los periodistas han visto sus hogares quebrantados, o sus equipos confiscados mientras trabajan.
El 12 de enero de 2016 por ejemplo, la casa de un periodista residente en Kampala fue quebrantada, y sus ordenadores portátiles, cámaras de vídeo, teléfono y discos duros externos fueron robados. «No eran ladrones comunes. Fue una intrusión altamente sofisticada en mi casa que creo que no duró mucho tiempo. Estaban interesados en los objetos donde almaceno mi información», explicó el periodista, señalando que los ladrones no se llevaron su televisión, radio o sistema de cine.
3) «¿Seré sobornado?»
En un informe titulado «Mantener la gente desinformada», algunos periodistas radiales le dijeron a Human Rights Watch que representantes del partido les habían ofrecido «dinero, viajes, y formación, a cambio de una cobertura favorable del partido de gobierno.»
Los periodistas que trabajan fuera de la capital a menudo no hacen más de 10.000 a 20.000 chelines ugandeses ($ 3-6 USD) por historia, y por lo tanto son vulnerables a aceptar dinero por hacer informes favorables.
Los periodistas que se atreven a no cubrir al partido gobernante favorablemente, corren el riesgo de no ser invitados a las ceremonias del Estado o de no recibir información estatal pertinente.
Como señala Human Rights Watch, «La cooptación de los medios mediante pagos, en última instancia afecta el acceso del público a la información, y la educación de los votantes sobre cuestiones fundamentales.»
4) «¿Tendré que autocensurarme?»
Si informa sobre un asunto de interés público, se arriesga a ser detenido y que se le solicite eliminar su material. Eso es lo que le ocurrió a un equipo de noticias de la BBC en la ciudad de Abim, después de que filmaron un hospital público a principios de este mes. El 6 de febrero, la corresponsal de la BBC Catalina Byaruhanga, el periodista local y técnico Sam Lawino y el camarógrafo Kelvin Brown, fueron detenidos durante cuatro horas después de que se negaran a borrar imágenes de vídeo del hospital, que habían filmado desde la carretera.
Según Reporteros sin Fronteras, el hospital había sido objeto de controversia desde varios meses después de que había sido visitado por Besigye, y criticado por los entrevistados por su estado ruinoso. A raíz de un informe transmitido por Televisión Nación – y un ataque verbal por parte de Museveni- el Ministerio de Salud y la comisión electoral prohibieron todas las visitas de los candidatos presidenciales a los centros de salud públicos.
Como dijo un activista de la sociedad civil a Human Rights Watch: «Lo que sucede aquí es que ahora la gente está en un estado de auto-censura. Ellos saben que las cosas están mal, pero la gente no quiere entrar en malos términos con el gobierno. Ellos simplemente no quieren entrar en conflicto. Tienen miedo de cuestionar estas cosas.»
Los periodistas hacen preguntas. Ese es su trabajo. Se espera que se preparen para circunstancias imprevistas – para aventurarse en lo desconocido.
Sin embargo, sus preguntas nunca deben ser acerca de si lograrán salir vivos del período electoral. Ellos nunca deberían tener que preguntarse si es seguro informar sobre un asunto de interés público. Y definitivamente no va a favor del interés público que los periodistas sólo puedan ganar un salario digno aceptando sobornos de los políticos.
Como IFEX notó en una declaración publicada el 16 de febrero, el resultado de los recientes ataques violentos, incautaciones involuntarias y cierres forzados de los medios de comunicación en Uganda, «ha tenido un efecto inhibitorio marcado en periodistas y otras personas que intentan cubrir las elecciones.»
El 18 de febrero, esperemos que la próxima vez que los ugandeses acudan a las urnas, las preguntas que los periodistas hagan sean más pertinentes a los problemas que enfrenta el país, y no sobre la forma en que pueden realizar su trabajo de manera segura.
Partidarios de la oposición caminan frente a policías en Kampala, Uganda, 15 de febrero de 2016REUTERS/Goran Tomasevic