“El tiempo de actuar es ahora”, dijo la doctora Agnès Callamard al dirigirse a los delegados de las Naciones Unidas hoy con respecto al asesinato del periodista Jamal Khashoggi. De acuerdo con Annie Game, es trabajando juntos que podremos derrotar la impunidad en crímenes tan terribles.
Esta es una traducción del artículo original.
La portada del reporte está en mi pantalla, en blanco y negro. Investigación sobre la muerte ilícita del Sr. Jamal Khashoggi.
Un título modesto para lo que en realidad es un trabajo trascendental. El trabajo presentado el 19 de junio a las Naciones Unidas por la Dra. Agnès Callamard, Relatora Especial sobre Ejecuciones Extrajudiciales, Sumarias o Arbitrarias es una lectura convincente y perturbadora.
En el trabajo, el brutal asesinato de Khashoggi es descrito como un acto predeterminado, supervisado, planeado, aprobado, financiado, coordinado. El reporte apunta alto, mucho más arriba de aquellos que empuñaron las armas en el Consulado de Arabia Saudita en Estambul donde mataron al periodista en octubre de 2018. Tan alto como la posición del autor del crimen.
El rigor de la indagación, el aliento de la investigación, lo inequívoco de sus conclusions y lo directo de las acusaciones que exigen rendición de cuentas de un Estado en su nivel más alto, no son sino demandas contundentes de justicia.
El reporte hace no menos de 41 recomendaciones y las dirige al Secretario General de la ONU Antonio Guterres, a instituciones y agencias de las Naciones Unidas, Arabia Saudita, Turquía, Estados Unidos, a los Estados miembro de la ONU, a corporaciones y también a la sociedad civil.
Estas recomendaciones necesitan escucharse y seguirse. ¿Lo serán?
En noviembre del año pasado, para marcar el Día Internacional para Poner Fin a la Impunidad de los Crímenes Contra Periodistas, decía en un escrito que el asesinato de Khashoggi y su encubrimiento fueron planificados y llevados a cabo por personas que se creían intocables. Personas que todavía creen que lo son.
¿Y por qué no habrían de creerse intocables? Los culpables de crímenes así rara vez los pagan.
Necesitamos probar que se equivocan, y cuando digo nosotros me refiero a todos nosotros. Como lo dijo la Dra. Callamard en una sala llena de apasionados defensores de la libertad de expresión y de la libertad de prensa pertenecientes a la red de IFEX y a nuestros socios y aliados en abril: sus voces cuentan.
No permitan que nadie los silencie. Sospecho que si hubiéramos tenido más voces internacionales hace un año, cuando Arabia Saudita comenzaba a hacer lo que hizo, quizás el Sr. Khashoggi estaría vivo hoy. No tengo nada que lo pruebe, pero quiero dejarlos con esta idea. Sus voces cuentan, su defensa cuenta. No podemos dejar que se nos silencie frente a semejante injusticia.
Si alguna vez hubo un momento para recordar el poder que tenemos, es este. Las amenazas a la libertad de prensa se multiplican en todo el mundo. Nada más este año, de acuerdo con la UNESCO, 24 periodistas han sido asesinados. Hay demasiados casos en los que la justicia se muestra esquiva: el asesinato de la periodista maltesa Daphne Caruana Galizia, el del activista y locutor camboyano Kem Ley, el del fotoperiodista bajreiní, Ahmed Ismail Hassan, el del reportero paquistaní Shan Dahar y tantos otros.
Los grupos de la sociedad civil hacen campaña de modo incansable por este y por tantos otros casos. Sus esfuerzos mantienen viva la fe, apoyan a las familias de las víctimas y en algunos casos -incluso cuando las posibilidades se les ponen duramente en contra- logran llevar a los responsables a la justicia.
Esto nos trae de vuelta al caso de Jamal Khashoggi. A pesar de las posibilidades, del poder de aquellos a los que se acusa, de la negación de Arabia Saudita, de las respuestas tibias de otros Estados con poder y de la voluntad afirmada del presidente Trump de tolerar estas flagrantes violaciones a derechos humanos a cambio de acuerdos comerciales, estamos obligados a continuar luchando por que se haga justicia.
El reporte presentado por la Dra. Callamard es ya una victoria en un sentido muy real. En sus comprensivas recomendaciones, Callamard indica el camino no solamente para que se haga justicia en este caso específico, sino para que se atienda el problema de la impunidad en su totalidad.
Ahora nos toca a nosotros mantenernos en pie a pesar y presionar a nuestros representantes electos, gobiernos e instituciones internacionales para exigir una rendición de cuentas y que se siga este camino que se ha empezado a trazar.
Los éxitos que hemos visto en casos de impunidad por crímenes contra periodistas tienen algo en común. Saber que sí, es un juego largo, nada apto para los débiles. La creencia de que sí, de que al trabajar juntos podemos ayudar a que se haga justicia, y que aunque sea un reto sobrecogedor y difícil, sí, vale la pena.
Y finalmente, y quizás lo más esencial, la creencia firme de que sí, nuestras voces cuentan.
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Annie Game es la directora ejecutiva de IFEX, una red de organizaciones conectadas por el compromiso compartido de fomentar y defender la libertad de expresión como un derecho humano fundamental. Más información sobre el trabajo de la red de IFEX en la lucha contra la impunidad puede encontrarse aquí: https://ifex.org/noimpunity