¿Cómo traducir derechos humanos en código de computación? Con ese objetivo en mente, Joana Varon y su ONG Coding Rights proponen soluciones vanguardistas e inéditas para "tender puentes" entre tecnología y derechos humanos.
La información es poder. La mentada frase no pierde vigencia a pesar del pasar de los años y de los cambios significativos en los formatos en que esa información viene presentada. Con esta premisa en mente, un grupo de mujeres resolvió poner toda su inteligencia, pasión y conocimiento para «traducir los derechos humanos a código».
Ese es el leit motiv de Coding Rights, una organización creada en 2015 que se identifica como un «think and do» tank cuyo enfoque es el fortalecimiento de los derechos humanos en el mundo digital.
¿Cómo lograr ese fortalecimiento? Integrando los usos y entendimientos de las nuevas tecnologías en la creación de políticas públicas y en la denuncia de aquellas compañías que utilizan estos recursos para apropiarse de tu privacidad.
La frase parece entreverada, pero no se confundan; en Coding Rights van muy en serio y no se quedan en las declaraciones: «creamos aplicaciones, elaboramos contenido, bajamos ideas complejas para que puedan ser asimiladas por todo el mundo», dijo a IFEX Joana Varon, la directora fundadora de la organización.
Varon es una investigadora y activista brasilera en temas de tecnología, seguridad digital y privacidad. Abogada y licenciada en Relaciones Internacionales, en 2017 fue una de los 15 personas seleccionadas por la Fundación Mozilla para realizar una beca de investigación que pretende «hacer de Internet un lugar más sano y mejor».
En su visión existe un pensamiento central: «lograr llegar a la gente con formatos accesibles y entendibles» pero hablando «de temas como seguridad y vigilancia digital», lo cual «supone un desafío constante».
«Tenemos tres ejes de trabajo: Uno es investigar el estado de las tecnologías, su implementación y los efectos que tienen en derechos humanos fundamentales. El otro es traducir esos hallazgos de investigaciones para que más gente y otros movimientos los entiendan y sepan que los temas de tecnología son transversales y tienen que ver con casi todos los movimientos sociales que hay hoy (ambiental, igualdad de género, etc), y una tercer parte, con ese diagnóstico, con la gente movilizada y enterada, ver qué clase de código podemos crear que sí tenga otros valores a los que hoy se utilizan en tecnología», explicó la investigadora y activista.
Si eso ya es una labor complicada, la cuestión se hace un poco más cuesta arriba cuando lo que se trata de concientizar tiene que ver con derechos humanos en la era digital.
«Es un tema intrincado. Elegimos desde el arranque de Coding Rights no utilizar los típicos íconos de ojos o cámaras para hablar de seguridad digital. Precisábamos algo más cercano y lo seguimos sintiendo así», dice Varon.
La abogada entiende que algo ha cambiado y «para bien» en América Latina en el último año con respecto a la concientización de los datos personales, la privacidad e Internet. Casos como el de Cambridge Analytica y otras posibles influencias en los resultados electorales de países como Estados Unidos contribuyeron a que la gente «entienda que sus datos son valiosos» y a que «presten más atención» a su manejo en las redes.
Traducir para entender
El concepto clave para Varon es la posibilidad de «traducir» los complejos mecanismos de los sistemas de seguridad y vigilancia «en cosas concretas donde la gente sienta su efecto».
«Los temas de derechos humanos, derechos digitales, son cosas que la gente no siente como que las afecta directamente, hay que buscar e innovar para hablar de estos temas», señaló.
Y fue así como nació Coding Rights, con la idea de «traducir derechos humanos a código» de programación.
Y ya desde los primeros proyectos se destacaron por su originalidad y controversia: «SaferNudes» es una iniciativa que busca, a través de una guía práctica con consejos concretos, que uno pueda sacarse todas las fotos desnudo que quiera, pero aprendiendo como resguardar el anonimato si eso es lo que se busca.
«Nos atreveríamos a decir que la gran mayoría de nosotros anhela enviar y recibir nudes todo el día, todos los días. Y también creemos que la privacidad de sus comunicaciones es un derecho y que la decisión de publicar o guardar sus nudes debe ser exclusivamente suya», dice el proyecto.
Es con esta perspectiva que Coding Rights crea cada nuevo proyecto. Otro ejemplo tiene que ver con un newsletter sobre vigilancia y seguridad digital. Comenzó en 2015 y sigue en actividad hasta hoy. ¿Su último tema de discusión? Como el manejo de big data puede afectar las elecciones.
El ChupaDatos
Hay algo siniestro que se mueve en las sombras de las noches más oscuras y causa terror en los pueblos remotos de América Latina. Es un ser mitológico y macabro que vive de chuparle la sangre a los animales de granja. Se lo conoce como el Chupa Cabras y ha sido el terror de grandes y chicos durante décadas.
Tomando ese nombre como base, Varon y su equipo creó Chupadatos el nuevo ser virtual que en vez de sangre le saca todos los datos a sus víctimas: nosotros.
«Chupadatos es otra iniciativa más que nos sirve para contar estas historias y para poder difundirlas de manera masiva. Es una forma muy efectiva de conectar género y tecnología. Traducir el problema y contarlo de manera que la gente lo entienda. Para eso ponemos la tecnología al servicio de los derechos humanos», dice Varon.
Una conexión directa entre género y privacidad se explora en su inciativa «Menstruapps» en la que se investigaron las aplicaciones vinculadas a la fertilidad y la menstruación para descubrir la enorme cantidad de datos que recogen de sus usuarios.
«Es información detallada sobre nuestros cuerpos, hábitos sexuales, emociones. Y además en la mayoría de los casos se utiliza un lenguaje tradicional, pro fertilidad y familia establecida. Son todos elementos que quisimos alertar y cambiar», sostuvo.
Otras historias desarrolladas en Chupadatos están vinculadas al transporte público de Rio de Janeiro, aplicaciones para conocer gente, para cuidar a tus hijos, el marketing dirigido a las madres. «La idea es que la gente tome consciencia de este modelo de negocios y que entienda los riesgos que puede tener, ya sea una filtración de todos estos datos o un uso indebido de la propia compañía que los recolecta», explicó la investigadora.
El proyecto actual en el que trabaja Coding Rights es «Safer Sisters», una campaña feminista digital que difunde consejos en forma de GIFs para proteger a las mujeres en el mundo digital.
«Nos encanta promover que la gente lea una guía completa sobre seguridad digital y que sea consciente de todos los peligros. Pero mientras por un lado hacemos eso también entendemos que no todo el mundo va a leer la guía completa, tenemos que llegar con acciones concretas, tips que sean de un solo click para que la gente tome acción».
El enfoque es claro: desde Coding Rights se proponen abordar por todos los ángulos posibles los dilemas viejos que se hacen exponenciales en los nuevos formatos de comunicación: espionaje, extorsión, uso indebido de datos personales, vulneración de derechos…
Es por ello que funcionan con un equipo relativamente pequeño, son seis funcionarias fijas en Coding y luego dependiendo del proyecto que se les presente o quieran hacer «buscamos a las personas más idóneas para llevarlo a cabo».
«Intentamos hacer esos puentes, simplificando y trayendo el discurso de privacidad y vigilancia a prácticas cotidianas», sostuvo.
El futuro: códigos creados para asegurar derechos humanos
Para Varon el futuro de Coding Rights es honrar su nombre y crear códigos, desarrollar tecnología «con otra clase de valores». Unos valores «que defiendan los derechos humanos» que tengan «concepción feminista e igualitaria».
«Esta perspectiva la visualizo como la posibilidad de tener los derechos asegurados a partir de una concepción de tecnología que sea diferente al paradigma que tenemos ahora», sostuvo Varon.
«Las tecnologías que utilizamos hoy, hasta la propia Internet fue desarrollada con un valor principal de la conectividad, es un valor importante pero nos dimos cuenta que no se puede pensar en este valor si no se piensa en otros, como el derecho a la privacidad, a la seguridad de tus datos», agregó.
Hoy tenemos algunos proyectos que van por ahí: uno que se llama radar legislativo.
Alianzas, audacia e inspiración
Coding Rights también busca otras organizaciones que sean socias estratégicas en el continente con las cuales llevar adelante sus ideas innovadoras. «Siempre buscamos socios que potencien las ideas y los puedan hacer llegar a más gente», señaló.
«Queremos tomar temas emergentes, como pueden ser las fake news, o el uso de los datos personales en las elecciones, pero con una perspectiva regional, aplicada a nuestra zona», explica Varon.
Entre las organizaciones con las que trabajó Coding Rights hay varios miembros de IFEX: Asociación de Derechos Civiles, de Argentina, Fundación Karisma, de Colombia y Derechos Digitales de Chile.
Conversamos con representantes de estas organizaciones sobre cómo es trabajar con Coding Rights:
«Con Coding Rights hemos colaborado en múltiples ocasiones. Creo que la mejor manera de definir el trabajo de Joana y Coding Rights es ‘audaz’. No tienen miedo a explorar nuevas perspectivas ni nuevas formas de abordar los temas sobre derechos humanos y tecnología. Y eso, en un ecosistema que muchas veces es excesivamente autoreferente, creo que es muy importante e inspirador», dijo Vladimir Garay, Director de Incidencia de Derechos Digitales.
«Coding Rights es uno de los proyectos más interesantes que hay en la región en el ambiente del activismo y derechos digitales. Tienen una mirada muy fresca sobre la manera de explicar algunos temas bastante complejos. Su estilo de comunicación es muy directa y juvenil. Tienen una mirada de género que es muy interesante. Hemos trabajado juntos en Chupadatos y otro proyecto para analizar páginas web del Estado», dijo Carolina Botero, de Fundación Karisma.
Trabajar con Varon y Coding Rights «es estimulante» agregó Botero y explicó que esa organización «actua muy rápido» y tiene tiempos de reacción «muy veloces».
Para Eduardo Ferreyra, analista de políticas públicas de ADC, «viene trabajando muy bien con el tema de datos personales. Son muy profesionales pero su aspecto más particular es que intentan difundir sus investigaciones de una manera muy original. Utilizan mucho el arte para difundir sus hallazgos».
Tanto ADC como Coding Rights están trabajando en la utilzación por parte de partidos políticos de datos personales para fines electorales.
Los proyectos de Coding Rights se han viralizado y su incidencia sigue creciendo en la región y el continente. Del espíritu y la energía de equipos como estos nace la esperanza de avanzar hacia una América Latina más libre, igualitaria y tolerante.