La controversia que enfrenta Wikileaks puede aumentar una verdadera amenaza de cierre del sitio en Estados Unidos y de enseñamiento contra sus colaboradores.
(RSF/IFEX) – 17 de agosto de 2010 – Una fuerte controversia se desató desde que el sitio Wikileaks publicó en línea, entre múltiples documentos confidenciales, la identidad de colaboradores civiles afganos de la coalición militar internacional en Afganistán. La polémica aumentó después de que varias ONGs, entre ellas Reporteros sin Fronteras, recordaran a Wikileaks su responsabilidad en este asunto. Ahora, advertimos contra toda tentativa de utilizar nuestras declaraciones, cualquiera que sea el fin, ya que los comentarios de odio y juicios de intención se multiplican en las páginas de los periódicos en línea que dieron eco al caso.
Reafirmamos aquí nuestro apoyo a Wikileaks en las acciones y los principios que la fundan. Es gracias a Wikileaks que se dio a conocer el naufragio de las guerras dirigidas por Estados Unidos en Irak y Afganistán. Es también gracias a Wikileaks que nosotros conocimos cómo el ejército estadounidense había tomado deliberadamente como blanco a un equipo de la agencia Reuters, en julio de 2007 en Bagdad. El video de esta tragedia se encuentra en nuestro sitio desde su publicación ( http://es.rsf.org/estados-unidos-el-gobierno-debe-hacer-publicos-07-04-2010,36953.html ).
La controversia puede aumentar una verdadera amenaza de cierre del sitio en Estados Unidos y de enseñamiento contra sus colaboradores. Las autoridades estadounidenses cometerían un gran error si para silenciar a Wikileaks utilizan como argumento nuestras críticas. La administración de Obama cometió una grave falta al traicionar su promesa de revelar el costo humano, moral y financiero de esta «guerra contra el terrorismo», iniciada bajo el mandato de George W. Bush. Wikileaks desafió este bloqueo al acceso a la información. Con razón. Abrir el debate, como nosotros lo hicimos, sobre el peligro de publicar cierta información sensible, no constituye en ningún caso una incitación a la censura, menos aún una adhesión a la guerra. Pero, ¿es condenable recordar que la información proporcionada por Wikileaks puede ser utilizada por los talibanes y servir como justificación para represalias? ¿Contraría esta advertencia la vocación de una organización humanitaria de alertar sobre las posibles consecuencias sobre las vidas humanas de una información de muy alto riesgo? ¿Es infundado subrayar que la audacia extrema de Wikileaks puede volverse en contra de su autor y más aún, contra los investigadores y periodistas que tratan esos temas en la Internet?
Un medio de comunicación compromete su responsabilidad en lo que publica y difunde. Recordárselo no es desear su fin. Al contrario, la responsabilidad editorial, como la libertad de expresión que implica, no se reduce a intereses partidarios o ideológicos. Acusar a las críticas de Wikileaks de convertirse en «cómplices del Pentágono», es cancelar por anticipado toda discusión sobre el trabajo y la ética de los medios de comunicación. La libertad de expresión, en su principio, no se divide, tampoco la observación vigilante de una prensa que la consagra.