Desde que fuera electo hace casi un año, el Presidente Trump casi no ha dejado pasar una semana sin tomar decisiones que afectan a los medios de comunicación estadounidenses.
Este artículo fue publicado originalmente en rsf.org el 1 de noviembre de 2017.
Desde que fuera electo hace casi un año, el 8 de noviembre de 2016, el Presidente Trump casi no ha dejado pasar una semana sin tomar decisiones que afectan a los medios de comunicación estadounidenses. Ha denigrado repetidamente a periodistas, les ha acusado de difundir «noticias falsas» y de hacer mal su trabajo. Reporteros Sin Fronteras se pregunta si el presidente se cree que un magnate los medios.
Desde su llegada a la Casa Blanca, Trump ha demostrado repetidamente su obsesión con los periodistas. El temperamental Presidente se pregunta por qué ya no quedan «reporteros amistosos» en Estados Unidos para hablar de su «tremendo éxito» en lugar de cubrir otros temas. Sus acusaciones deliberadas a la prensa se hacen cada vez más frecuentes. El trabajo de los medios nunca ha estado más expuesto al escrutinio del presidente que considera el trabajo de los periodistas «deshonesto» y una dañina herramienta que se ha vuelto «fuera de control».
Como antiguo directivo que habituaba a despedir empleados, Trump parece consternado por la insolente libertad que practican los medios. Esto explica quizás su tendencia a confundir su rol de presidente con el un directivo de medios autoritario.
En su primera rueda de prensa, el 11 de enero de 2017, días antes de su toma de posesión, el Presidente electo marcó la pauta de su futura relación con los medios adoptando un tono paternalista que ha mantenido desde entonces. La línea editorial que ha ofrecido a los medios se puede resumir en: «Os respetaré si no publicas nada negativo sobre mí».
En esta conferencia de prensa saludó a periodistas que no habían informado de las «inconsistentes» informaciones que le vinculaban con Rusia. Al periodista de la CCN, Jim Acosta, le llegó incluso a negarle la posibilidad de formular preguntas.
«Pese a que el Presidente Trump se ve claramente como árbitro del buen y del mal periodismo, de hecho es el presidente de los Estados Unidos, y ha promedio proteger una Constitución cuya primera enmienda contempla la protección y defensa de la libertad de prensa», recuerda Margaux Ewen, responsable de la oficina de América del Norte de Reporteros Sin Fronteras. «Sus repetidas críticas a los medios de comunicación y a periodistas individuales resultan en una erosión del derecho a la información y del derecho de la ciudadanía estadounidense a conocer lo que sucede en su país», añade.