El año nuevo en Brasil viene con poco ambiente festivo: con el nuevo presidente los derechos humanos corren serios riesgos, alertan activistas.
Con Jair Bolsonaro nada es gris. No existen las medias tintas, el camino del medio, el encuentro o el diálogo. Al menos así es como media docena de organizaciones defensoras de derechos humanos con las que conversó IFEX describen al presidente electo de Brasil, el que asumirá el cargo el próximo primero de enero.
Con eso en mente se preparan los activistas brasileños para enfrentar lo que serán, dicen, cuatro largos años de «resistencia organizada». Atrás quedan los tiempos de impulsar mayor apertura de derechos a la libre expresión y a la no discriminación de las minorías, así como a la igualdad de condiciones o el respeto por los periodistas y medios de prensa.
Ahora hay que «resistir» el embate de «ultraderecha» y el «discurso de odio» que propone Bolsonaro y evitar perder terreno. De este modo lo ven los especialistas, que describen al país como «convulsionado» y con mucha «incertidumbre».
¿El mayor de los miedos? No saber si el nuevo mandatario cumplirá con todo lo que ha dicho en su campaña electoral.
La actitud de Bolsonaro frente a las minorías y la prensa libre lo acerca mucho al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Esto preocupa a las organizaciones que ven actitudes «nunca vistas» en Brasil como el ataque directo y específico a un periodista, el enfrentamiento constante con la prensa o declaraciones «intolerantes» y «homofóbicas».
Por ahora, ha sido fiel a su palabra con el anuncio de la eliminación del Ministerio de Trabajo, encargado de regular las relaciones laborales.
El «efecto Bolsonaro» no es una sensación térmica: temerosos de lo que pueda suceder a partir del 2019, centenares de parejas homosexuales apuran los trámites y adelantan sus bodas para poder casarse este año.
Además, los ataques virtuales y reales a periodistas y activistas con posiciones críticas a Bolsonaro han aumentado y han generado miedo y autocensura dentro de un «clima de odio» que, según se alerta, es incentivado por el mandatario.
Discurso de odio y ataques. «Está todo muy convulsionado. El presidente electo está amenazando a la prensa todo el tiempo. Ya anunció que el medio Folha (de São Paulo) no tendrá anuncios del gobierno. Este tipo de comentarios nos tienen muy preocupados», dijo a IFEX Cristina Zahar, Secretaria Ejecutiva de uno de nuestros miembros en Brasil, la Asociación Brasilera de Periodismo de Investigación (Abraji).
«Está muy difícil la situación. No sabemos si va a cumplir lo que dice. Parte de la prensa se ha plegado al discurso, pero otros siguen firmes. Y nosotros como organización estamos en el medio, expectantes sin saber si cumplirá con todo lo que dice, que es nefasto. Nos estamos preparando para cuatro años muy combativos», dijo Zahar.
«La situación será muy dura. La palabra que hoy define a Brasil es incertidumbre, que es lo peor. Aún no sabemos qué pasará», añadió.
Cristina Zahar sostiene que difícilmente los activistas abandonarán el país con la llegada de Bolsonaro y su ideología contra la agenda de derechos. «Creo que la posición dominante será la de la resistencia», agregó: «serán años de lucha para intentar no perder el terreno conquistado».
Según la activista, el discurso «de odio» que promueve el presidente electo y que fue parte fundamental de su campaña «ya tuvo su efecto negativo» en el aumento de las agresiones a periodistas y medios de prensa.
«En nuestro monitoreo tuvimos unos 150 casos de violencia contra periodistas. Si ese discurso de odio sigue, la violencia no disminuirá. Es raro en Brasil, no que al presidente le molesten algunos medios, sino que promueva este discurso de odio hacia ellos», agregó.
«Este es el renacimiento del populismo de derecha en Brasil. Ya tuvimos una dictadura por más de 20 años. Es como si ahora retomaran esa voz, incentivando el discurso de odio contra los periodistas y las minorías», sentenció.
Aumento de violencia. «Habrá un aumento de la violencia en general, pero especialmente a la vinculada a la tierra y al medio ambiente. Serán estos los activistas más afectados. Tendremos que reforzar nuestras acciones para protegerlos, así como a los defensores de derechos humanos», explicó Laura Tresca, Directora Ejecutiva de Artigo19, otro de nuestros miembros en Brasil.
«Otra cosa evaluada es que el discurso de odio se mantendrá. El odio tiene un efecto diferente en nuestra cultura, porque tenemos un vínculo fuerte con la cordialidad. Para este discurso de odio tenemos que desarrollar estándares diferentes a los europeos. La población LGBTI será la más afectada, dada la homofobia asumida de Bolsonaro», añadió.
«La libertad de prensa estará amenazada desde las instituciones. Tal como Donald Trump, Bolsonaro usa el término fake news para desacreditar a la prensa. Que el presidente ataque a un periodista específico es una novedad en Brasil», sostuvo.
Según Tresca, este tipo de administración y su discurso «prejuicioso y de odio contra los derechos humanos» implica que las organizaciones asuman un rol más activo con varias estrategias.
«Bolsonaro buscará hacer barullo con declaraciones fuertes mientras implementa políticas muy malas. Deberemos estar atentos a esto con observatorios y monitoreos constantes», añadió.
Dijo que el rol de las plataformas digitales «será fundamental» para asegurar la protección de las minorías y sus derechos.
«Nos sentimos preparadas para enfrentar estas violaciones, este aumento de la represión a la protesta social. Vamos a implantar talleres de seguridad holística, que incluirán violencia digital. Seguiremos trabajando con mujeres y comunicadores, y también con la población LGBTIQ», añadio.
Bolsominions y Trump. «Hay ciertamente una preocupación con el tono y el discurso de Bolsonaro, sobre todo con el tema de Fake News y su expansión desde WhatsApp», dijo a IFEX el corresponsal del CPJ en Brasil, el periodista Andrew Downie.
«Se han visto ataques a periodistas que son críticos con Bolsonaro, principalmente ataques virtuales. Es algo que se viene viendo desde hace unos años con la polarización creciente de la sociedad. En especial desde que tuvo lugar el destitución a Dilma Rousseff», dijo el corresponsal.
«Los periodistas lo piensan dos veces antes de opinar y manifestar sus posiciones. Existe hasta un nombre para el ejército de seguidores de Bolsonaro: Bolsominions, en referencia a los personajes de las películas animadas. Son una tropa de ataque online que va detrás de los periodistas que critican al presidente electo. No atacan el contenido, por lo general atacan a la persona», sostuvo.
«Hay una preocupación real porque el ambiente es muy complicado, está muy caldeado. Veremos qué sucederá con los periodistas y los medios cuando Bolsonaro asuma el mandato. No es una persona que mida sus palabras antes de hablar. Al igual que Trump, amenaza a los medios y esto influye en la población», sostuvo.
Por su parte, el representante del Bureau de América Latina de Reporteros sin Fronteras (RSF), Emmanuel Colombié, dijo a IFEX que Brasil «sigue siendo uno de los países mas violentos de América Latina para ejercer el periodismo».
«En 2018 cuatro periodistas de radio fueron asesinados. También existe un clima de impunidad nutrido por una corrupción omnipresente, lo que dificulta aún más la labor periodística», explicó.
Colombié está radicado en Río de Janeiro, donde está el despacho de RSF.
«La elección de Bolsonaro estuvo marcada por un gran número de ataques a la libertad de prensa. El país está inmerso en un discurso de odio y eso complica cada vez más el periodismo. RSF está muy preocupada por esto. Le pedimos al nuevo presidente que entienda el valor de la prensa libre e independiente, en lugar de vilipendiarla», agregó.
«Hemos recibido muchas denuncias de ataques a la prensa. Algo muy novedoso es el ataque a la prensa internacional, a la que partidarios de Bolsonaro le han dicho que se vuelva a su país, o que son comunistas», dijo Colombié.
Para RSF el plan de acción será «esperar y ver cómo se organiza el nuevo gobierno», ver su actitud sobre la libertad de expresión. Sin embargo, la organización está planificando una estrategia, preparándose para «el peor escenario».
Esa estrategia estará marcada, entre otras cosas, por manifestaciones, nuevas alianzas entre organizaciones, informes temáticos y conferencias de denuncia.
Un misterio desagradable. Para Camila Asano, coordinadora de programas de Conectas Derechos Humanos, «Bolsonaro encontró espacio para crecer como candidato en medio de la decepción profunda de los ciudadanos con la política brasileña».
No obstante, «todavía es un misterio cómo, de hecho, será el gobierno de Bolsonaro. A juzgar por los discursos, el escenario que se dibuja no es nada agradable: represión a movimientos sociales y restricciones al espacio de actuación de la sociedad civil están en la pauta. El desafío es fortalecer estrategias de actuación y monitorear aún más de cerca las acciones del gobierno, tanto del Ejecutivo, como de los diputados y senadores elegidos», sostuvo.
Asano coincide con los otros colegas en que hubo un aumento de las amenazas y la violencia contra las minorías.
«Son relatos de violencias perpetradas por desconocidos en la calle o incluso por familiares o compañeros de trabajo. Esperamos que la ola de violencia no gane fuerza, pero sabemos que esto puede suceder. El discurso violento de Bolsonaro acaba legitimando discursos y actos de odio que deben ser condenados y castigados con urgencia», añadió.
Según la especialista, Bolsonaro «ya dio indicaciones de que el tratamiento a la prensa seguirá los moldes del gobierno de Donald Trump».
Además, según alertó Asano, hay un rescate de tramitación de proyectos de ley que estaban parados y que tienen como objetivo criminalizar la actuación en movimientos sociales. «Si estos dos escenarios se concretan, será un duro golpe a las libertades de expresión y de asociación. La sociedad civil brasileña ya está unida y articulando medios para frenar el avance de leyes que restrinjan derechos.»
Y finalmente añadió: «Hasta el momento, hemos tenido éxito, pero todavía es difícil predecir cómo será el escenario a partir del próximo año».