(RSF/IFEX) – Lo que sigue es un comunicado de prensa de RSF: «Dos asesinatos por una mentira» Informe de la investigación sobre el disparo estadounidense contra el Hotel Palestine de Bagdad, el 8 de abril de 2003 Como resultado de una investigación en profundidad sobre la muerte de dos periodistas, Taras Protsyuk, de la agencia […]
(RSF/IFEX) – Lo que sigue es un comunicado de prensa de RSF:
«Dos asesinatos por una mentira»
Informe de la investigación sobre el disparo estadounidense contra el Hotel Palestine de Bagdad, el 8 de abril de 2003
Como resultado de una investigación en profundidad sobre la muerte de dos periodistas, Taras Protsyuk, de la agencia británica Reuters, y José Couso, de la televisión española Telecinco, muertos en Bagdad el 8 de abril de 2003 por un disparo del ejército estadounidense sobre el Hotel Palestine, la organización Reporteros sin Fronteras pide que se retomen las investigaciones para responder a las auténticas preguntas que plantea ese error criminal, cometido por el ejército de Estados Unidos.
Tras recoger las declaraciones de algunos de los periodistas presentes el 8 de abril en el Hotel Palestine y de los periodistas «embedded» en las fuerzas armadas estadounidenses, así como los testimonios de los militares estadounidenses implicados en los hechos, Reporteros sin Fronteras ha podido establecer que, para empezar, las autoridades estadounidenses mintieron sobre las circunstancias del drama. Enseguida, cuatro meses después de los hechos, exoneraron al ejército estadounidense de cualquier atropello o error de juicio en el asunto, en un informe «final» de investigación. El informe solo presenta una verdad parcial. Debe completarse, para que finalmente se establezcan con claridad todas las responsabilidades.
A partir del 8 de abril, algunos portavoces del pentágono afirmaron que el tanque MI Abrams, que abrió fuego sobre el Hotel Palestine, actuó en situación de legítima defensa, para responder a «disparos enemigos procedentes del hotel» o sus cercanías. En los días siguientes, esa tesis se reafirmó y ha sido sistemáticamente mantenida, hasta el nivel más alto del Estado estadounidense.
Los testimonios del sargento Shawn Gibson, jefe de tanque en la 3a División de Infantería, que efectuó el disparo, y de su superior directo el capitán Philip Wolford, que lo autorizó, desmienten que el disparo del obús fuera una respuesta a los disparos procedentes del hotel. Ambos militares estadounidenses afirman que la compañía 4-64 Armor de la segunda Brigada de la Tercera División de Infantería, que se encontraba en el puente Al-Jumhuriya cuando las tropas estadounidenses entraron en el centro de Bagdad, buscaba en realidad a un observador de la artillería iraquí, al que intentaba neutralizar.
Frente a la evidencia de los hechos, el informe «final» del ejército estadounidense, que se hizo público el 12 de agosto, afina su versión. Substituye «disparos directos» por la noción de un equipo de «cazadores-asesinos», que justificaría la legítima defensa. Esta nueva tesis también es una mentira. Por omisión.
Centrando sus explicaciones únicamente en las reglas del combate, la administración estadounidense silencia el elemento esencial que generó el drama. La investigación de Reporteros sin Fronteras establece que los militares sobre el terreno no fueron nunca informados de la presencia masiva de periodistas en el Hotel Palestine.
El disparo contra ese edificio no fue, pues, un disparo deliberado contra los periodistas o la prensa en Bagdad. Se trata, sin embargo, de una negligencia criminal cuyas responsabilidades pueden establecerse como sigue:
– En el nivel inferior, el capitán Philip Wolford y el sargento Shawn Gibson reaccionaron como militares agresivos en el campo de batalla. Aunque causaron directamente la muerte de dos periodistas e hirieron a otros tres no parece que deba considerárseles como responsables, teniendo en cuenta que no disponían de las informaciones que les habrían permitido tomar conciencia de las consecuencias del disparo sobre el Hotel Palestine. Sus superiores inmediatos – el teniente coronel Philip DeCamp, jefe del batallón, y el coronel David Perkins, jefe de brigada – tampoco parece que deban considerarse responsables. Los testimonios de los periodistas «embedded» y las reacciones de los dos oficiales indican que tampoco ellos fueron informados, por su jerarquía, de la presencia de periodistas en el Hotel Palestine.
– En un segundo nivel, el Cuartel General del general Buford Blount, comandante de la 3a División de Infantería, tiene una gran responsabilidad. El Estado Mayor de la división tenía acceso a las informaciones del Pentágono en Washington, y del mando central en Doha (Qatar), así como a la información pública (canales de televisión). No es concebible que se le haya escapado la masiva presencia de periodistas desde el comienzo de la guerra en el Hotel Palestine, un hecho que conocían desde el simple espectador hasta el Ministerio de Defensa estadounidense. A pesar de que esa presencia no fuera nunca mencionada a las tropas sobre el terreno, ni indicada en los mapas de los observadores de artillería. La cuestión es saber por qué se silenció esa información. ¿Voluntariamente, por desprecio o por negligencia?
– En el nivel superior, el gobierno estadounidense comparte la responsabilidad. No solo porque es la autoridad suprema de su ejército comprometido sobre el terreno, sino también porque sus dirigentes hicieron, en varias ocasiones, declaraciones voluntariamente erróneas sobre el «caso del Hotel Palestine». Además se han manifestado frecuentemente sobre los peligros que corrían los periodistas en Irak. Así, el 28 de febrero de 2003, antes del inicio del conflicto, Ari Fleisher, portavoz de la presidencia estadounidense, reiteraba los consejos del Pentágono a los medios de comunicación, de retirar a sus periodistas de Bagdad. A la cuestión de saber si esa advertencia era una amenaza contra la prensa «no incorporada», respondió: «Si los militares dicen algo, yo recomiendo vivamente a todos los periodistas que obedezcan (. . .). Y he medido mis palabras». Ese argumento, según el cual los periodistas estaban advertidos, figura de nuevo en el informe final de la investigación del Pentágono, publicado el 12 de agosto. Esa postura equivale a crear un doble status de periodistas: por una parte los periodistas «embedded», integrados en las fuerzas estadounidenses, que disfrutan de la consideración y la protección del ejército estadounidense; y, por otra, unos periodistas a quienes se aconseja que abandonen el lugar, so pena de verse ignorados.
Así el Pentágono declina cualquier responsabilidad en la muerte de los dos periodistas: el ucraniano Taras Protsyuk, de 35 años, de la agencia Reuters; y el español, José Couso, de 37 años, de la televisión Telecinco.
Esta investigación ha sido realizada por el periodista Jean-Paul Mari, con la colaboración del semanario francés Le Nouvel Observateur, a quien Reporteros sin fronteras se lo agradece calurosamente.
El informe se puede consultar, en versión íntegra con fotos, infografías y mapas, en el sitio http://www.rsf.org