Mientras el mundo se enfrenta a una pandemia mundial de salud, en la región MONA, la propagación de la información errónea y la desinformación parecen estar superando la propagación de la enfermedad misma. El editor regional Naseem Tarawnah analiza la naturaleza de la información difundida en línea y el intento de la sociedad civil de combatirla.
Esta es una traducción del artículo original.
Si bien la región MONA (Medio Oriente y Norte de África) ha sido un escenario cada vez más fértil para la información errónea y la desinformación en los últimos años, el fenómeno ha alcanzado sin duda nuevos niveles durante la pandemia de COVID-19. En una avalancha de información sin precedentes, la crisis de salud global ha acelerado y amplificado las guerras de información que ya se habían estado desarrollando en el MONA.
En este exceso de información, al que le han puesto el nombre de una ‘infodemia’ global, y que desata incertidumbre y miedo se ha apoderado de una población angustiada y socialmente distanciada que absorbe un flujo interminable de información en sus pantallas digitales. Un escenario altamente propicio para que la capacidad de que la mala información se filtre en el discurso público.
Para empeorar las cosas, la región ha alcanzado el punto más alto en lo que atañe a la desconfianza pública en gobiernos autoritarios que históricamente han carecido de transparencia. La inversión considerable que han hecho estos Estados para restringir el acceso a la información y erosionar la capacidad para hacer periodismo de calidad, además de criminalizar la libertad de expresión y la de cuestionar las narrativas oficiales, ha aumentado la capacidad de creer en la información errónea y de compartirla, algo que ha exacerbado una situación que ya era problemática.
Con la información usada como arma de guerra para alimentar narrativas regionales preexistentes y objetivos políticos durante la pandemia, surgen algunas preguntas. ¿Qué tipo de información errónea se está generando en la región? ¿Cuál ha sido el impacto de las campañas de desinformación? ¿Cómo les ha hecho frente la sociedad civil?
Entender la infodemia
En este embrollo de información confusa, la diferenciación entre información errónea (o falsa) y desinformación puede ser problemática. Si bien la información errónea generalmente se considera mala información o información falsa que circula de manera accidental, la desinformación es información que busca engañar de manera deliberada. En estos países, este último fenómeno se despliega típicamente en el marco de gobiernos que buscan alcanzar objetivos políticos específicos. La diferencia es sutil; se trata de información errónea cuando, por ejemplo, por WhatsApp circula un mensaje en el que se afirma que el ajo puede actuar como una vacuna contra el coronavirus, mientras que se trata de desinformación cuando una noticia afirma que el Emir de Qatar ha sido infectado con el virus.
La propagación de información errónea y desinformación en MONA ha probablemente superado la propagación de la enfermedad misma. Las redes sociales en la región han alojado contenido que va desde información errónea que puede provocar ansiedad, como afirmaciones de que el virus causa infertilidad masculina o que quienes cumplan con sus oraciones diarias son inmunes al virus, hasta campañas oscuras de desinformación que exacerban las rivalidades políticas y las divisiones sectarias.
En ambos casos, la información generada está diseñada para jugar con las emociones y confirmar sesgos existentes, y en ambos casos las consecuencias pueden ser mortales para las personas en la región.
En Irán, cientos de personas murieron por intoxicación por alcohol después de consumir metanol basándose en información errónea que circulada en línea alegando que era una cura para el virus. En Egipto, los rumores de que la hidroxicloroquina era un medicamento eficaz para tratar el COVID-19 motivaron a muchos a comprar estos medicamentos sin supervisión médica, lo que causó una escasez para los pacientes que realmente los necesitaban.
Los rumores de curas también han buscado sacudir las emociones. «La compañía farmacéutica iraquí Pioneer confirma que ahora tiene un tratamiento para el coronavirus», dijo un informe de noticias en Irak, mientras que otro afirmó que Egipto le regaló una vacuna producida localmente a China durante una visita de Estado. Aunque este tipo de información errónea se diseña típicamente como una campaña clickbait, al sacudir los sentimientos patrióticos que son comunes en la región, también tiene la consecuencia de que las personas tomen las medidas de prevención con menos seriedad.
Hacer de la información un arma de guerra durante una pandemia
La desinformación producida por los gobiernos regionales ha ido desde minimizar la gravedad de la crisis sanitaria hasta promover teorías de conspiración que alimentan las divisiones sectarias en el actual conflicto sunita-chií entre Irán y los Estados del Golfo.
Tomemos, por ejemplo, Libia, donde una guerra de poder en curso vio el surgimiento de una alianza entre Arabia Saudita, Egipto y Emiratos Árabes Unidos frente a un eje Turquía-Qatar. Estas potencias regionales han estado compitiendo para llenar el vacío político del país con la alianza liderada por Arabia Saudita que respalda a Khalifa Haftar, comandante del Ejército Nacional de Libia, y que Turquía y Qatar buscan contrarrestar. Como trasfondo de esta guerra, se ha generado una intrincada red de narrativas conflictivas moldeadas por la propaganda y la desinformación.
En diciembre de 2019, los investigadores del Observatorio de Internet de Stanford descubrieron una vasta red de cuentas de redes sociales que organizaban una campaña de desinformación a gran escala diseñada para promover la alianza dirigida por Arabia Saudita y sembrar la desconfianza en el liderazgo turco y qatarí. En total, la operación generó más de 36 millones de tweets que se extendieron a través de las plataformas sociales, lo que provocó que Twitter eliminara unas 5,350 cuentas consideradas como «contenido amplificador que alaba el liderazgo saudita y es crítico de la actividad de Qatar, Irán y Turquía», mientras que Facebook cerró 164 páginas y 76 cuentas de Instagram.
Sin embargo, cuando se cerraron las cuentas, la pandemia mundial ya estaba en camino. En línea, proliferaron los titulares que acusaban al presidente de Turquía, Erdogan, de enviar combatientes infectados con coronavirus para luchar contra las fuerzas de Haftar en Libia.
[Hilo] 1 / Ok, esto es largo, pero IMPORTANTE. ¡@Twitter ha suspendido silenciosamente una red de entre 1000-2000 cuentas de troll y/o bots que difunden principalmente propaganda contra Qatar y contenido relacionado con Libia, Arabia Saudita e incluso Tareq Ramadan! Es una gran red de #Desinformación #قطر
Con la pandemia llegando a la región inmediatamente después de las conversaciones fallidas de febrero para resolver las luchas internas del CCG (Consejo de Cooperación del Golfo), la crisis se convirtió en una oportunidad de oro para reavivar la rivalidad. Un video que se volvió viral acusó a Qatar Airways de ser el «operador oficial» del virus. La tendencia de la etiqueta árabe #قطر_هي_كورونا (#Qatar_es_Corona) produjo una variedad de conspiraciones contra Qatar, incluido un tuit prominente del periodista saudí Noura Moteari, que afirma que Qatar estaba capitalizando el virus para socavar la Expo 2020 de los EAU, y la Visión Saudita 2030 – un plan estratégico nacional defendido por el principal rival de Qatar, el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed Bin Salman (MbS).
Moteari luego afirmó que su tuit buscaba ser irónico, pero promovió dos etiquetas que generaron una participación significativa en línea y que sugerían que Qatar era responsable de fabricar el virus.
Las campañas de desinformación dirigidas a Qatar alcanzaron nuevos niveles durante la pandemia, que culminó en una campaña que circulaba informes de un intento de golpe de Estado en el Estado del Golfo. Dicha campaña fue encabezada por cuentas de Twitter oscuras y falsas originarias de Arabia Saudita, y promovidas por personas influyentes sauditas. Incluso llegó a ser tendencia en ambos países, anunciando un «golpe de Estado en Qatar«. Complementado con videoclips manipulados que mostraban explosiones y disparos supuestamente en Doha, el tema de la tendencia fue cubierto posteriormente por medios de comunicación patrocinados por Arabia Saudita que llegaron a un público general aún más amplio.
Estas guerras de información también se han extendido más allá de las fronteras regionales. En mayo de 2020, Facebook anunció que la emisora estatal IRIB de Irán había utilizado cientos de cuentas falsas de redes sociales para difundir disimuladamente mensajes pro-iraníes desde al menos 2011, apuntando a votantes en países como Gran Bretaña, Escocia y Estados Unidos.
Las redes también publicaron contenido árabe como memes y enlaces a artículos críticos de Israel, Arabia Saudita y otros adversarios geográficos, con contenido reciente que enmarca la pandemia de coronavirus como «un ataque contra Irán por parte de un enemigo extranjero y una razón para levantar las sanciones a ambos países, Irán y Siria».
Además de que los gobiernos utilizan la desinformación para lograr un dominio político geográfico, también la han implementado para atacar a las personas en el terreno. En este campo, las mujeres han sido especialmente atacadas con campañas que buscan desacreditarlas. Tomemos por ejemplo al clérigo iraquí Muqtada Al-Sadr, que usó su púlpito de Twitter durante las protestas de febrero en Irak para acusar a los jóvenes manifestantes antigubernamentales de promiscuidad, y describió un código de conducta de 18 puntos que exigía la segregación de género. Los esfuerzos de Sadr para contaminar el movimiento de protesta atacando su moralidad, se vieron como un esfuerzo concertado para avergonzar y silenciar las voces de las mujeres y sofocar el movimiento de protesta no violento. En respuesta, Sadr fue objeto de burlas en línea con cientos de mujeres iraquíes vestidas con pañuelos rosa que marchaban por todo el país días después, desafiando su llamado.
¿Cómo se lleva a cabo una campaña tal de desinformación estatal? Típicamente son diseñadas por compañías de contenido digital en la región y sembradas a través de redes de seguidores de redes sociales y bots que amplifican mensajes específicos hasta que llegan a ser tendencia. (También se han documentado casos en los que los trolls se han apropiado de cuentas de Twitter «muertas», pero que han sido verificadas, y las «resucitan» para difundir información bajo la marca de verificación azul que la hace creíble). Posteriormente, estos mensajes son recogidos por los medios locales en línea que participan en lo que el LA Times llama «lavado de etiquetas» (hashtag-washing), mediante el cual los medios producen «contenido de medios que cubre las tendencias artificiales de las redes sociales para aumentar la participación y hacer que parezcan legítimas».
Durante todo este proceso, reina la confusión pública, se siembra la desconfianza en la prensa y el Estado se posiciona como la única fuente de información.
Desmantelar narrativas alternativas
Al fortalecer su monopolio sobre la información, la pandemia también ha presentado a los Estados autoritarios una oportunidad de oro para reforzar su control sobre la libertad de expresión al eliminar la competencia. Los gobiernos de la región se han involucrado en el bloqueo de sitios web y han utilizado la pandemia para activar leyes que penalizan la información errónea con el pretexto de mantener la salud pública y el orden nacional.
Estas leyes son notoriamente reconocidas por sus definiciones que son deliberadamente amplias y poco claras, otorgando a las autoridades la responsabilidad exclusiva de determinar qué constituye una «noticias falsa». En Argelia, el nuevo gobierno aprobó de manera abrupta una ley de noticias falsas que imponía fuertes sanciones que incluían prisión de dos a cinco años, mientras que una ley similar fuera derribada, afortunadamente, en la vecina Túnez, gracias a la fuerza de su sociedad civil. La amenaza de largas penas de prisión por difundir contenido que el Estado considera «falso» también está presente en Bahréin, Egipto, Irán, Kuwait, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos.
Menospreciar la crisis: mentiras, malditas mentiras, y estadísticas
Al principio, la reacción instintiva de algunos gobiernos regionales fue minimizar la pandemia. Temiendo el costo de su industria turística, Egipto distorsionó inicialmente sus cifras nacionales, persiguiendo a quienes contradecían el recuento oficial.
Temiendo el impacto de la pandemia en sus márgenes de ganancia, algunos de los personajes más ricos de la región también minimizaron la crisis. El CEO de Qatar Airways cuestionó la existencia misma del virus, diciendo que la industria de la aviación no debería detenerse debido a un «factor de miedo», mientras que el multimillonario egipcio Nujaib Swairis alentó a los trabajadores a regresar a las fábricas después del toque de queda de dos semanas en abril. «Solo mata al 1 por ciento de los pacientes, en su mayoría personas mayores», dijo Swairis, dando información errónea a una audiencia televisiva nacional.
En Irán, una de las naciones más afectadas en la región, las autoridades disminuyeron la magnitud del virus antes de las elecciones parlamentarias de febrero en el país. La policía cibernética iraní arrestó a docenas por difundir «información errónea y miedo» en línea mientras suprimía el flujo de información en un esfuerzo por evitar una baja participación electoral.
Cuando las elecciones resultaron en la participación más baja del país desde las elecciones de 1979, el líder supremo, el ayatolá Ali Khamenei, culpó a la «propaganda negativa» generada por los enemigos de Irán «[cuyos] medios no perdieron la más mínima oportunidad de disuadir a los votantes iraníes y recurrir a la excusa de la enfermedad y del virus».
La sociedad civil contraataca
En la primera línea de la infodemia, activistas, periodistas y organizaciones de la sociedad civil han estado luchando para combatir la propagación de la mala información y la desinformación. Las organizaciones e iniciativas de verificación de hechos ahora están encargadas de examinar un océano ensordecedor de información para distinguir los hechos de la ficción.
En Palestina, Mada Center lanzó una campaña de concientización en línea, dirigiendo al público a fuentes de información creíbles, mientras que periodistas y activistas en PalKashif han estado monitoreando docenas de fuentes de noticias locales, verificando la información y señalando violaciones al Sindicato de Periodistas Palestinos.
En Jordania, plataformas como Akeed.jo y Misbar.com han desacreditado rumores que incluyen videoclips que afirman que la pandemia es un esfuerzo orquestado para insertar microchips en pacientes con el fin de monitorearlos y controlarlos; en Egipto, un bloguero de redes sociales atribuyó la misma conspiración de microchips a Bill Gates en un video que tuvo cuatro millones de visitas en línea, y circuló un informe falso de que el virus respiratorio era en realidad una bacteria que causaba coágulos sanguíneos y podía tratarse con antibióticos.
Varias plataformas similares en toda la región que han desempeñado un papel en la verificación de un entorno de medios ya distorsionado ahora están preparadas para empezar a enfocarse en la infodemia actual. Esto incluye el medidor de hechos de la Fundación Maharat en el Líbano y Matsda2sh («no te lo creas») en Egipto. En este país, una investigación reciente pudo clasificar los diversos tipos de información errónea generadas desde el brote del virus en Egipto. El 39% de estos tipos de información errónea estaba dedicado a afirmaciones falsas sobre tratamientos y el 23% acerca de la respuesta del gobierno.
En Iraq, Tech 4 Peace amplió su trabajo que se enfocaba en plataformas que difunden noticias falsas y propaganda que promueven la violencia o el terrorismo para también incluir información sobre verificación de hechos en relación a la pandemia. Mientras tanto, UNICEF se asoció con empresas de telecomunicaciones para combatir la información errónea mediante la difusión de información precisa a través de mensajes de texto, llegando a millones de personas en el proceso.
La actual crisis sanitaria es sin duda responsable de este repentino aumento en el trabajo de la sociedad civil para hacer frente a la información errónea y la desinformación. La nueva normalidad que se aproxima deja entrever una infodemia que sigue creciendo a la vez que se complejiza. Después de todo esto, habrá una gran necesidad de que la sociedad civil luche contra una marea creciente de mala información.
Fuentes:
Protección de la privacidad durante la pandemia de COVID-19 en la región MONA
https://www.accessnow.org/mena-amid-covid-19-fear-and-chaos-dont-be-a-privacy-offender/
Compilación de información árabe
Engaño digital en el Medio Oriente
Información sobre la verdad fundamental: información errónea, desinformación y COVID-19 en MONA
The Wilson Center