A causa de las constantes presiones del presidente de Brasil y su entorno, se ha visto que en 2020 las condiciones de trabajo de los periodistas brasileños se deterioraban ampliamente.
Este artículo fue publicado originalmente en rsf.org el 22 de enero de 2021.
En la última entrega de su serie dedicada a interpretar los ataques contra la prensa del sistema Bolsonaro, RSF publica un balance que contabilizaba los agravios contra la prensa en 2020 y recuerda algunos de los episodios más destacados de año. A causa de las constantes presiones del presidente de Brasil y su entorno, en 2020 se ha visto que las condiciones de trabajo de los periodistas brasileños se deterioraban ampliamente.
Algunos medios de comunicación son «peores que la basura, porque la basura se puede reciclar«. Esta frase quedará como uno de los primeros ataques que el presidente Jair Bolsonaro profirió en 2021 contra la prensa, que, según él, «no sirve para nada» y no es más que «rumores y mentiras constantes«. A medida que se multiplican las malas noticias sobre la propagación de la epidemia de Covid-19, y ahora que el país registra ya más de 210.000 víctimas del coronavirus, el presidente brasileño ha optado por arremeter contra la prensa y señalarla como chivo expiatorio. El 5 de enero, en una de sus primeras apariciones públicas del año, dijo: «Brasil está en quiebra, yo puedo no hacer nada. (…) Yo quería cambiar la tabla del impuesto sobre la renta, pero ha pasado lo de este virus alimentado por la prensa que tenemos aquí, esta prensa sin carácter«. Dos días más tarde, durante una intervención en directo en Facebook difundida desde la cuenta de la presidencia, Jair Bolsonaro volvió a atacar a sus objetivos preferidos, el grupo Globo y el diario Folha de Sao Paulo. “La prensa es la responsable del pánico en el país y de la pérdida de vidas durante la pandemia, una vergüenza nacional«, les reprochó.
El tono se ha establecido al inicio de este año, que coincide con la mitad del mandato del jefe del Estado brasileño. Sin embargo, la hostilidad que muestra Jair Bolsonaro no es nueva y sí resume la manera en la que el presidente, su familia y su entorno, diseñaron cuidadosamente, para el año que acaba de terminar, un sistema destinado a desacreditar a la prensa y a reducir al silencio a los periodistas críticos e independientes, considerados como los enemigos del Estado.
Con este balance cuantificado, RSF concluye su serie de publicaciones trimestrales (1) (2) (3) destinadas a interpretar y analizar los ataques coordinados del «sistema de Bolsonaro» contra los periodistas, a la vez que rememora los episodios más significativos y simbólicos del año pasado.
Los ataques del cuarto trimestre de 2020
Durante el cuarto trimestre de 2020, marcado por las elecciones municipales en los 26 estados del país (ver las recomendaciones de RSF a los nuevos alcaldes y a los concejales municipales), RSF ha registrado 13 casos de ataques contra la prensa.
Total de ataques del «sistema Bolsonaro» contra la prensa durante el cuarto trimestre de 2020 (cifras de RSF)
El presidente y sus hijos han mantenido el ritmo de sus ataques, con no menos de 118 casos contabilizados*, de los que 66 fueron lanzados por Eduardo Bolsonaro, que afianza su posición como principal depredador de la libertad de prensa de la familia.
Durante el periodo electoral se multiplicaron además los procedimientos judiciales abusivos contra la prensa, con al menos 24 casos de censura de reportajes y demandas de retirada de contenidos en internet y en las redes sociales por parte de los candidatos a las elecciones, según las cifras del proyecto Ctrl+X de la Asociación brasileña de periodismo de investigación (Abraji).
El año 2020, en cifras
En el transcurso del año, RSF registró no menos de 580 casos de ataques contra la prensa. Para hacer un balance de la situación y analizar en profundidad los datos recopilados, RSF ha establecido una alianza con Volt Data Lab, agencia pionera en el periodismo de datos en Brasil, que ha elaborado las siguientes ilustraciones.
Los casos emblemáticos de 2020
1. Los ataques sexistas y misóginos, la marca del Bolsonarismo
Patricia Campos Mello es una ex reportera de guerra y una famosa periodista del diario Folha de Sao Paulo. Desde finales del año 2018 está sacando a la luz una investigación que implica a Jair Bolsonaro, que entonces era candidato, en un asunto de fondos privados ilegales destinados a financiar campañas de desinformación a través de WhatsApp e influir en el electorado brasileño de cara a las elecciones presidenciales. A causa de esta publicación, la periodista se ha convertido en víctima de una violenta campaña de insultos y amenazas de los partidarios de Bolsonaro. Como consecuencia de estas revelaciones, la Comisión parlamentaria contra las fake news (CPMI) del Congreso de Brasil convocó a una sesión el 11 de febrero de 2020 al testigo Hans Nascimento, empleado de una de las empresas de marketing digital sospechosas de haber participado en el envío masivo de mensajes falsos por WhatsApp. El testigo asegura que Patricia Campos Mello trató sonsacarle información a cambio de favores sexuales. A pesar de que la periodista y su redacción las desmintieron inmediatamente, estas declaraciones provocaron una avalancha de comentarios sórdidos y escabrosos – en especial por parte del propio presidente – que fueron amplificados por cargos electos federales, como el diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente. Delante de la cámara, este último declaró que no le quedaba ninguna duda de que «la señora Patricia Campos Mello, tal como afirma el señor Hans, haya podido ofrecer favores sexuales a cambio de información con el fin de perjudicar la campaña del presidente Jair Bolsonaro«. Las insinuaciones, ampliamente difundidas en las redes sociales, generaron una ola de amenazas e insultos sexistas y misóginos contra la periodista.
Este episodio ha tenido consecuencias para Patricia Campos Mello, que, entrevistada por RSF, confesaría más tarde: «Cuando circulaban memes con fotomontajes míos, yo evitaba a salir a hacer reportajes sobre manifestaciones. Esto es absurdo, no estamos en un país en guerra y debería ser normal cubrir las manifestaciones democráticas”. Igual que le ocurre a Patricia Campos Mello, una de las víctimas favoritas del sistema Bolsonaro, muchas mujeres periodistas han vivido este tipo de ataques de carácter sexista y tienen que trabajar en este ambiente nauseabundo a merced del linchamiento digital de los partidarios de Bolsonaro. Entre ellas se cuentan especialmente Bianca Santana Vera Magalhães, Constança Resende, Lola Aronovitch o Maria Júlia (Maju) Coutinho, por nombrar tan solo a unas pocas.
2 – El Palacio de la Alvorada, escenario de humillaciones públicas a periodistas
El Palacio de la Alvorada de Brasilia, residencia del presidente y lugar en el que se organizan regularmente los encuentros informales con la prensa por las mañanas, se ha convertido durante el año 2020 en el símbolo de su hostilidad hacia los periodistas. El 3 de marzo, en una de estas comparecencias matinales, Jair Bolsonaro salió de su vehículo oficial acompañado de un humorista disfrazado de presidente, al que le pidió que repartiera bananas entre los periodistas presentes (en Brasil, ofrecer una banana significa, literalmente, levantar el dedo medio o «hacer la pistola», ndlr). Esta escena surrealista se retrasmitió en directo a través de las redes sociales de la presidencia.
El 26 de marzo, cuando la crisis sanitaria se extendía por el país, humilló a este mismo grupo de periodistas al dirigirse a sus seguidores y comentar entre risas: «Atención, pueblo brasileño, esa gente de allá – y apuntó con el dedo a los reporteros -, dice que me estoy equivocado y que todos ustedes tienen que quedarse en sus casas«. A continuación, dirigiéndose a los periodistas, les dijo: «Entonces, ¿qué están haciendo ustedes acá? ¿No le tienen miedo al coronavirus? ¡Regresen a sus casas!«.
El 26 de mayo, tras el enésimo episodio de violencia y agresión verbal a los periodistas por parte de simpatizantes de Jair Bolsonaro, el grupo Globo (que incluye a TV Globo, el diario O Globo, Valor Econômico y el medio digital de información G1), el grupo Bandeirantes, el periódico Folha de São Paulo – principal diario del país – y el digital de noticias Metropoles decidieron suspender temporalmente su participación en los encuentros de prensa. Se unían así al periódico O Estado de S. Paulo y al Correio Braziliense, que habían tomado la misma decisión un poco antes y que justificaban la suspensión temporal en el hecho de que las condiciones de seguridad de sus reporteros no estaban garantizadas. Semejante violencia justificó que RSF y sus aliados en Brasil recurrieran a la justicia para solicitar que se reforzaran las medidas de seguridad para los reporteros que cubren dichas intervenciones presidenciales. A pesar de que, desde entonces, la presidencia puso en marcha protocolos especiales para evitar que los periodistas volvieran a toparse con los partidarios del presidente en la Alvorada, Jair Bolsonaro sigue considerando que la sede del ejecutivo es un espacio privilegiado para insultar y tratar de ridiculizar a la prensa crítica.
3 – Informar sobre la crisis del coronavirus, una carrera de obstáculos
El 5 de junio, el presidente está visiblemente irritado por las alarmantes cifras sobre la progresión del virus en el país y, en particular, sobre el número de muertes, que desea ver por debajo de la barrera de las 1.000 diarias. Entonces ordena – él, personalmente -, que los boletines informativos diarios del Ministerio de Salud se comuniquen a los medios a las 22 horas (10 p.m.) en lugar de a las 19 horas (7 p.m.), con el fin de evitar que la información se incluya en los noticieros de televisión de máxima audiencia en la noche. «Se acabó la información para el Jornal Nacional«, declara dirigiéndose directamente a la cadena Globo, uno de los objetivos favoritos de la familia Bolsonaro y a la que califica entonces de «televisión funeraria».
Al día siguiente de estos anuncios, el ministro de Salud – entonces interino -, Eduardo Pazuello, alega que la cifra de muertes asociadas al coronavirus en el país podría estar sobredimensionada y acomete numerosos cambios importantes en los métodos de recuento y divulgación de los datos oficiales sobre la pandemia.
Como reacción a estas decisiones, el 8 de junio se crea una alianza inédita que agrupa a los principales medios de comunicación del país: UOL, O Estado de S. Paulo , Folha de S. Paulo , O Globo, G1 y Extra, que deciden entonces trabajar en estrecha colaboración para recabar la información directamente de las autoridades locales de los 26 estados del país y en el distrito federal de Brasilia, y comunicar sus propios boletines informativos. En el momento en el que se redacta este texto, esta alianza sigue todavía activa y es la fuente más fiable utilizada por los brasileños para informarse acerca de la evolución de la situación.
4 – Procedimientos judiciales abusivos contra la prensa, un deporte nacional
Ampliamente alentadas por el discurso contra los medios de comunicación del sistema Bolsonaro, las causas judiciales abusivas contra los periodistas y los medios de comunicación se han visto multiplicadas en Brasil durante el año 2020. La mayoría parten de representantes del Estado o de personas cercanas a la presidencia.
Uno de los casos más significativos tuvo lugar el 28 de agosto de 2020, cuando un juez del estado de Río exigió al editor y fundador de Jornal GGN, Luis Nassif, y a la periodista Patricia Faermann que retirasen (al menos) 11 artículos, so pena de imponer una multa de 10.000 reales (unos 1.500 €). Dichos artículos trataban sobre la recompra irregular de participaciones en el banco público Banco do Brasil por parte del banco BTG Pactual, fundado, entre otros, por el ministro de Economía, Paulo Guedes. Con el argumento de que la investigación contenía información confidencial, la justicia le dio la razón a la demanda de BTG Pactual y los 11 artículos, a pesar de la apelación de Luis Nassif, siguen censurados a día de hoy. En una nota publicada la víspera de Navidad, el periodista enumeraba la larga lista de causas judiciales a las que tiene que hacer frente desde hace muchos años, y lamentaba estar «jurídicamente marcado para morir«.
Como le ha ocurrido a Luis Nassif, otros periodistas -como Hélio Schwartsman, Ruy Castro, Ricardo Noblat –, el caricaturista Aroeira, e incluso medios digitales – Ponte Jornalismo y The Intercept Brasil –, la cadena TV Globo, el diario Folha de Sao Paulo y el portal UOL también han sido amenazados en 2020 con procedimientos judiciales, si no ya encausados, por haber publicado en la prensa o en las redes sociales informaciones irónicas y/o críticas con el trabajo de los cargos electos o del gobierno.
5 – Los organismos independientes y oficiales, cada vez más más politizados
La Secretaría de Comunicación de la presidencia que se encarga de la distribución de la publicidad oficial, la Secom, ha sido señalada por una auditoría del Tribunal de Cuentas brasileño (Tribunal de Contas da União, o TCU), que denunció la falta transparencia y de criterios técnicos en el reparto de publicidad oficial llevado a cabo por el gobierno, poniendo en evidencia el favoritismo hacia los canales de televisión cercanos a la línea oficial de la presidencia, que privilegia a las cadenas de los grupos SBT y Record. Desde el mes de junio, las atribuciones de la Secom se han integrado en el nuevo Ministerio de Comunicaciones, al frente del ha sido nombrado Fabio Faria, yerno de Silvio Santos (dueño del grupo SBT e íntimo del presidente Bolsonaro).
La propia Secom, de la que han surgido numerosos ataques hacia los medios de comunicación (uso de la expresión «prensa podrida» o infundadas acusaciones de «noticias falsas» contra medios críticos con el gobierno), propagó además en septiembre informaciones falsas sobre los incendios que arrasaron la Amazonía a lo largo de todo el año. Muchos ministerios se hicieron eco de ellas y también se difundieron en las redes sociales.
En esta situación, nada indica que el sistema de Bolsonaro vaya a detener sus ataques y sus operaciones de descrédito contra los medios de comunicación. El desafío para los periodistas brasileños, que deben continuar haciendo su trabajo de información y reinventarse para restablecer la confianza de la población, sigue siendo inmenso.
Brasil se sitúa en la posición 107 en la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2020 establecida por RSF.