Edición especial: En su más reciente resumen regional, basado en informes de miembros de IFEX y noticias de la región, Laura Vidal se centra en el tema del acceso a la información.
Esta es una traducción del artículo original.
En vastas extensiones, apartadas de los centros urbanos, la resonancia de la radio llena un vacío. Es una vía de acceso a información, educación y conexión. En muchas partes del mundo, y en las Américas sin duda, la radio se ha convertido en más que un medio de comunicación: es un recurso vital. América Latina ofrece un testimonio contundente del papel que cumple la radio como potente vehículo para la difusión de información y para la educación, especialmente en zonas rurales. Pero está en peligro.
“No son meros medios de comunicación, sino movimientos en sí mismos”
La omnipresencia de la radio en zonas no urbanas no es casual. Diseñada para llegar a los rincones más remotos, la radio sortea la necesidad de contar con conexión a Internet, teléfono y a veces incluso electricidad.
Las radios comunitaria indígenas no son meros medios de comunicación, sino movimientos en sí mismos. Son abanderadas de la libertad de expresión de las poblaciones indígenas, difundiendo sus preocupaciones, triunfos, desafíos y, lo que es más crucial, sus dificultades.
Estas emisoras de radio, que suelen ser las primeras en denunciar incidentes, amplifican las voces de líderes agrarios, aportando miradas sobre hechos de violencia y conflictos que de otra manera no tendrían visibilidad. Lo mismo ocurre con otras comunidades locales y grupos dedicados a atenderlas. En algunos casos, las radios forman parte de organizaciones no gubernamentales y operan como su brazo comunicativo. Se ocupan de informar sobre los servicios que se ofrecen, recogen denuncias y quejas y ponen a los oyentes en contacto con personas que los pueden ayudar.
Esto expone a diversos riesgos a quienes dan voz a los oyentes y se dedican a comunicar. Para muchas de estas comunidades, el solo hecho de expresarse puede ser considerado ilegal. Las comunidades indígenas saben muy bien lo que eso significa. Incidentes recientes ocurridos en Bolivia han demostrado cómo las radios indígenas locales son blanco de ataques de distintos grupos. Solo desde el mes de agosto, en Bolivia, una emisora denunció ante la Asociación Nacional de Periodistas (ANP) que fue víctima de un allanamiento y otras tres fueron sacadas del aire luego de que se les retirara, sin demasiada explicación, sus permisos de uso de la frecuencias radiales (que en la mayoría de los países de la región pertenecen al Estado).
Un hecho reciente que afectó a la Unión de Cooperativas Tosepan, en México, es otro ejemplo ilustrativo. Este colectivo, vinculado a Radio Tosepan Limaxktum y a la operadora Wiki Katat, se sintió vulnerado por un reglamento impuesto por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación que lo obliga a difundir propaganda política. El colectivo consideró que el reglamento es contrario tanto a sus valores como a la licencia de uso social indígena. En respuesta, lleva adelante una campaña titulada “Nuestras radios, nuestras reglas”, dirigida a proteger su autonomía.
Represión implacable
Los regímenes autoritarios son muy conscientes de la influencia que ejercen las radios y por ello son cada vez más los intentos por silenciar estas vías de comunicación. En los últimos años, países como Nicaragua y Venezuela encabezan cruzadas implacables contra las emisoras de radios.
Como muestra inquietante de la creciente pérdida de libertades en Venezuela, el miembro de IFEX Espacio Público ha contabilizado 233 estaciones de radio clausuradas entre 2003 y 2022. En ese último año, de hecho se produjo un cierre sin precedentes de radios, con al menos 95 emisoras sacadas del aire. En 2023 continúa la tendencia desoladora. Entre enero y mayo, según informó el Instituto Prensa y Sociedad (IPYS) de Venezuela, se clausuraron otras cinco radios más, en las regiones de Portuguesa, Táchira, Anzoátegui y Bolívar.
Dos de las bajas más importantes fueron Radio Caracas Radio (RCR) y Éxtasis 97.7 FM. RCR, la emisora de radio más antigua de Venezuela, ya había tenido que cerrar la estación física en 2019 y este año debió poner fin también a sus actividades digitales. Por su parte, Éxtasis 97.7 FM, con casi tres décadas de historia, fue silenciada por orden del gobierno.
El informe Atlas del Silencio, elaborado por IPYS Venezuela, describe el fenómeno de los “desiertos informativos”, esto es, zonas donde la población carece de medios de prensa adecuados. En un país en el que la radio tiene un enorme alcance, casi la mitad de los venezolanos no tienen acceso a noticias locales. El estado de Táchira es el que más desiertos informativos tiene (28), seguido de las regiones de Zulia y Sucre.
Estos cierres son aún más preocupantes si se tiene en cuenta el momento en que se dan, ya que suelen acompasar el calendario político de la nación. Venezuela se prepara para sus próximas elecciones presidenciales en 2024 y la oposición ya entró de lleno en la campaña para las primarias de 2023.
Nicaragua no se queda atrás de su par venezolano en cuanto a la supresión de emisoras de radio. A las radios o bien se les quita la concesión para el uso del espectro o se las empuja a cesar sus actividades debido al cierre de sus organizaciones matrices. Un ejemplo elocuente de esto último es el caso de la emisora feminista Radio Vos. Esta estación funcionaba como parte de una iniciativa de asistencia comunitaria más amplia y fue una de las víctimas del gobierno de Daniel Ortega en 2022, año en el que se clausuraron al menos 30 emisoras por órdenes del régimen. Casi la mitad de las estaciones de radio que cayeron por órdenes del gobierno eran operadas por la Iglesia Católica, otra institución que ha enfrentado ataques constantes del gobierno.
En una conversación en exclusiva con una fuente de Radio Vos, que pidió permanecer anónima por motivos de seguridad, profundizamos sobre algunos detalles del cierre. Oficialmente, las autoridades lo justificaron como una sanción por “no haber notificado la realización de reparaciones de equipos”. Pero nuestra fuente nos habla de papeleo oficial que debieron firmar bajo coacción, rodeados de efectivos policiales, y una severa advertencia de que: “Si vuelven a encender estos equipos, serán arrestados”.
Desde el cierre de la emisora, el personal de la radio ha estado luchando por seguir transmitiendo, y viven bajo amenaza constante: “Cada vez que viajo, mi familia me organiza una fiesta de despedida; es imposible saber si me van a negar el reingreso al país o cuando me lo van a negar”, dice la fuente de Radio Vos.
Una solución imperfecta
La reacción de algunas radiodifusoras ante el silenciamiento de estaciones de radio es avanzar hacia una nueva frontera: la esfera digital. Radio Vos y algunas otras emisoras venezolanas han trasladado sus transmisiones a Internet como solución a su clausura forzosa.
Este giro a lo digital está plagado de desafíos.
Los espacios digitales no ofrecen una solución que sirva para todos. En muchos casos, la transición a Internet significa una pérdida considerable de oyentes y auspiciantes. Transmitir en línea supone protocolos diferentes y no todos los oyentes de una radio tienen el nivel de conocimientos digitales, las herramientas o los dispositivos necesarios para acceder a todas estas emisiones. Las limitaciones se ven agravadas por un acceso a Internet irregular, especialmente en regiones con frecuentes interrupciones del servicio y velocidades lentas, como es el caso de Venezuela.
La experiencia de RCR ilustra las complejidades de este cambio. Luego de que la sacaran del aire, RCR adoptó el eslogan “¡La radio que se ve!” y comenzó a emitir exclusivamente en YouTube. Sin embargo, como dijo el periodista y exlocutor de RCR Nehomar Hernández a LatAm Journalism Review, este giro digital no estuvo exento de dificultades. “Una estación de radio que no está en el dial, bien sea AM o principalmente en FM, es muy complicado que se mantenga. Al pasar a digital perdimos una gran porción de la audiencia”.
La fuente nicaragüense de Radio Vos con la que hablamos confirma estos desafíos: “Algunas estaciones pueden hacer el cambio a digital, pero no siempre es así. Radio Vos perdió parte de su audiencia cuando se pasó a digital”.
No obstante, las plataformas digitales siguen siendo un horizonte de esperanza para muchos comunicadores. IPYS Venezuela ofrece sesiones de capacitación en narración sonora y recientemente estrenó la segunda temporada de Radio Democracia, una recopilación de “historias sonoras híperlocales” que apunta a contrarrestar la ausencia de medios de comunicación e información en zonas remotas. Yhoger Contreras explicó que el proyecto se ha beneficiado de asociaciones productivas con organizaciones en otros países de la región.
Contreras también destacó que las capacitaciones han permitido a algunos periodistas reconectarse con su trabajo y producir notas de prensa interesantes y pertinentes de una manera que no solo elude muchas estrategias de censura impuestas por el gobierno, sino que también hace más fácil compartir esas notas a través de WhatsApp, por ejemplo, donde muchos venezolanos dentro y fuera del país mantienen la mayor parte de sus conversaciones en línea.
La región en breve
- En Estados Unidos, un diario local “con una tradición de periodismo implacable” fue allanado en agosto de este año. Katherine Jacobsen, del Comité para la Protección de Periodistas dijo al diario británico The Guardian: “Aún no está claro por qué la policía local se sintió tan envalentonada para llevar a cabo un registro tan exhaustivo del diario del pueblo, [pero] en parte se debe, por supuesto, a su retórica nacional y a la politización de los medios”.
- En México, otro periodista fue abatido a tiros. El reportero Jesús Gutiérrez Vergara fue asesinado en Sonora por un grupo no identificado de hombres armados que también atacaron a un grupo de policías que estaba en el lugar. Gutiérrez Vergara es el cuarto periodista asesinado en México en lo que va del año, según ARTICLE 19 México y Centroamérica.
- El presidente venezolano, Nicolás Maduro, junto a otros miembros de su gabinete fueron acusados por las Naciones Unidas de perpetrar crímenes de lesa humanidad. Según un informe elaborado por el Consejo de Derechos Humanos de la organización, las autoridades venezolanas habrían presuntamente colaborado para cometer ejecuciones arbitrarias y participado en el uso sistemático de torturas.