(RSF/IFEX) – RSF llama a las autoridades a aclarar completamente las circunstancias del asesinato de Carlos Navarrete, director del diario «El Telégrafo» hasta 2007, y desde entonces al frente del diario gratuito «La Calle», que apareció muerto en su domicilio el 24 de febrero de 2008, en Guayaquil (Sudoeste). La policía ha descartado la hipótesis […]
(RSF/IFEX) – RSF llama a las autoridades a aclarar completamente las circunstancias del asesinato de Carlos Navarrete, director del diario «El Telégrafo» hasta 2007, y desde entonces al frente del diario gratuito «La Calle», que apareció muerto en su domicilio el 24 de febrero de 2008, en Guayaquil (Sudoeste). La policía ha descartado la hipótesis crapulosa, que fue la elegida inicialmente.
«En el actual estado de la investigación no aparece nada que permita identificar el móvil de este crimen, particularmente sórdido. Sobre todo no hay nada que lleve a pensar en una eventual relación entre el asesinato de Carlos Navarrete y sus actividades de director de un periódico. La prensa ecuatoriana ha perdido a uno de sus representantes más eminentes, y nosotros nos unimos al homenaje de su familia y colegas. Esperamos que la resolución del caso se produzca rápidamente», ha declarado RSF.
Navarrete, de 53 años, apareció sin vida en el cuarto de baño de su casa de Guayaquil en la noche del 24 al 25 de febrero, con las manos atadas y el cuerpo traspasado por siete cuchilladas en el tórax y dos en el cuello. La policía, avisada por la madre del periodista que descubrió el cuerpo, encontró también huellas de tortura. Según los primeros indicios, el asesinato no se habría producido allí. En efecto, la policía encontró sangre en el interior del coche de la víctima, localizado en otro barrio de la ciudad. Los vecinos no oyeron nada, ni notaron nada sospechoso. No han robado en la casa, y ahora la policía se decanta porque haya sido una venganza.
Navarrete ejercía desde 2007 la función de director del diario gratuito «La Calle», que se distribuye en Guayaquil. Había dirigido el diario «El Telégrafo», en Quito, entre 2000 y 2007. El Estado compró en 1999 «El Telégrafo», tras la quiebra del grupo financiero del empresario Fernando Aspiazu, hasta entonces propietario de la cabecera. Después, Carlos Navarrete llevó a cabo una larga batalla judicial contra el Estado reivindicando, en nombre de los accionistas privados, la mayor parte de las acciones del periódico. El litigio se resolvió el 7 de junio de 2007 a favor del Estado (ver la alerta de IFEX del 11 de junio de 2007) y Navarrete tuvo que abandonar la dirección de «El Telégrafo».