Wikileaks publico el "Diario de la guerra de Afganistán, 2004 - 2009" y difundió unos 92 000 documentos que mencionaban los nombres de colaboradores afganos de la coalición militar internacional presente en Afganistán desde el año 2001.
(RSF/IFEX) – el 12 de agosto de 2010 – RSF envia una carta abierta a Julian Assange, fundador de Wikileaks:
Julian Assange
Fundador
Wikileaks
Estimado señor,
Reporteros sin Fronteras, organización internacional de defensa de la libertad de prensa, lamenta la increíble irresponsabilidad que mostró en la publicación de su artículo titulado «Diario de la guerra de Afganistán, 2004 – 2009», el 25 de julio de 2010 en la página Web Wikileaks. En ese momento, difundió en su página unos 92 000 documentos que mencionaban los nombres de colaboradores afganos de la coalición militar internacional presente en Afganistán desde el año 2001.
Wikileaks, en el pasado, realizó un trabajo útil al poner a disposición del público estadounidense e internacional información que revelaba los graves ataques a los derechos humanos y a las libertades públicas cometidas bajo la administración Bush en nombre de la «guerra contra el terrorismo». La publicación, el pasado mes de abril, de la vídeo de la masacre de un equipo de la agencia Reuters y demás civiles por el ejército estadounidense en Bagdad, en julio de 2007, tenía un interés público evidente. Apoyamos tal conducta. Responde al cambio de la administración Obama en cuanto a la aplicación del Freedom of Information Act. En efecto, en mayo de 2009, la Casa Blanca se retractó al negarse, a pesar de una conminación judicial, a hacer públicas las fotos de torturas infligidas a los presos detenidos en Afganistán y en Irak.
En cambio, divulgar la identidad de cientos de colaboradores de la coalición en Afganistán, es muy peligroso. Los talibanes y otros grupos armados pueden establecer sin dificultad alguna, a partir de dichos documentos, una lista negra de personas por matar y llevar a cabo sangrientas venganzas.
Para justificarse, declaró que se trataba de «poner fin a la guerra en Afganistán» o bien escribió que «unas filtraciones cambiaron el curso de la Historia; que pueden cambiarlo día a día y que nos pueden llevar a un futuro mejor». El hecho de que se presione mucho al gobierno de Estados Unidos y que se le cuestione la pertinencia de la presencia militar americana en Afganistán ya tenía lugar antes de la publicación de su artículo. No tenemos claro que su deseo de «poner fin a la guerra» se vea satisfecho en estas condiciones y mientras tanto, le dio, a su pesar, una buena razón a unos Estados conocidos como democráticos para vigilar Internet de más cerca.
Por otra parte, publicar sin discernimiento unos 92 000 documentos clasificados supone un problema real de metodología, y por lo tanto, de credibilidad. Un trabajo periodístico implica una selección de la información. El argumento con el que se defiende, según el que el equipo de Wikileaks no está compuesto por periodistas, no es convincente. Wikileaks es un medio de comunicación y, como tal, está sometido a las normas de responsabilidad de publicación, al igual que todos los demás.
Desde hace años, Reporteros sin Fronteras milita para que la legislación federal sobre la protección de las fuentes llamada «Ley escudo» no sólo se adopte, sino que se aplique sin discriminación a los medios de comunicación tradicionales y también a los nuevos medios Internet. Por esta razón, condenamos cualquier forma de acoso a los colaboradores o informadores de Wikileaks por parte de las autoridades o de los servicios de inmigración, tal como ocurrió hace poco al investigador Jacob Appelbaum. También denunciamos el tratamiento injusto infligido por las autoridades militares al soldado Bradley Manning, del que se sospecha haber mandado la famosa vídeo de la masacre de Bagdad. No obstante, no puede reivindicar el beneficio de la protección de las fuentes y a la vez renegar de su calidad de medio de comunicación por puro oportunismo.
El precedente que creó expone aún más a unas represalias a todos los que, de por el mundo, arriesgan su libertad y a veces su vida por informar en Internet. Tal imprudencia pone en peligro sus propias fuentes y más allá, el futuro de Internet como soporte de información. A día de hoy, 116 netciudadanos están encarcelados en unos diez países, a veces por un simple comentario en la Red. ¿Puede Usted concebir la misma situación en el país de la Primera Enmienda?
Wikileaks debe rendir más cuentas acerca de su conducta y no volver a cometer los mismos errores. Ello implica que se vuelva a empezar desde cero y por lo tanto que se apliquen nuevos métodos.
A la espera de su respuesta, le saludan atentamente
Jean-François Julliard
Secretario General de Reporteros sin Fronteras
Clothilde Le Coz
Representante de Reporteros sin Fronteras en Washington DC