Para conmemorar las protestas históricas del 11j en Cuba, Freedom House entrevista a Alessandra Pinna, Directora de Programas para la región de América Latina y el Caribe, para analizar qué están haciendo los cubanos para asegurar un futuro más libre y cómo puede ayudar la comunidad internacional.
Este artículo fue publicado originalmente en freedomhouse.org el 7 de julio de 2022.
Mientras conmemoramos el Día de la Independencia en los Estados Unidos esta semana, también recordamos la lucha constante que enfrentan las personas en todo el mundo para asegurar sus derechos políticos y libertades civiles.
El lunes 11 de julio se cumplirá un año de las protestas del 11J en Cuba, que fueron extraordinarias por ocurrir en uno de los entornos más represivos del mundo. Para conmemorar estas protestas históricas, entrevistamos a Alessandra Pinna, Directora de Programas para la región de América Latina y el Caribe, para analizar qué están haciendo los cubanos para asegurar un futuro más libre y cómo puede ayudar la comunidad internacional.
P: Gran parte del mundo desconoce la situación actual en Cuba. ¿Cómo describiría el estado de la democracia allí?
Cuba es un estado de partido único, con un sistema político que no ofrece pluralismo ni separación de poderes. Las libertades civiles, incluida la libertad de expresión, de reunión, y de creencias, están restringidas. Las personas que viven en la isla no se benefician del libre flujo de información y no pueden disentir de manera segura. Periodistas y defensores de derechos humanos (DDH) son hostigados, detenidos, interrogados, amenazados y difamados regularmente en medios de comunicación estatales como Granma y Cuba Debate.
Los cubanos ya se enfrentan a malas condiciones de vivienda y a una escasez cada vez mayor de bienes esenciales como alimentos, medicinas y combustible. Pero ahora, los cubanos también deben lidiar con el riesgo de cortes de energía debido al mal funcionamiento de las centrales eléctricas. En los países democráticos, estas dificultades tan arraigadas darían lugar a protestas callejeras, pero en Cuba esa conducta está totalmente reprimida e incluso criminalizada. Hoy en día, hay más de 1.000 presos políticos en el país, más que en Nicaragua y Venezuela juntos.
P: ¿Qué hizo que las protestas del año pasado fueran tan especiales para el pueblo cubano?
Primero, las protestas fueron especialmente grandes; de hecho, fueron las manifestaciones más grandes que ha visto Cuba desde la revolución de 1959. Incluso antes de que tuvieran lugar las protestas del 11J, los disidentes veteranos, los líderes emergentes, los nuevos movimientos y las comunidades organizadas colaboraron en los meses anteriores.
En segundo lugar, los participantes del 11J usaron Internet para persuadir a sus vecinos para que participaran. Mientras los manifestantes acudían a las redes sociales bajo el lema #SOSCuba, otros superaron su miedo e hicieron oír su voz en las calles de más de 60 pueblos de la isla.
Finalmente, los manifestantes señalaron el vínculo entre sus circunstancias económicas y políticas. La atención internacional se centró en gran medida en las preocupaciones de los manifestantes sobre los precios de los alimentos y la escasez de bienes, pero debemos profundizar más para identificar la causa de este levantamiento social sin precedentes. Los manifestantes estaban motivados por su descontento con un sistema político ilegítimo que permitió que esos problemas se enconaran. Los manifestantes corearon “¡Libertad!” porque les quedó claro que la escasez es el resultado de seis décadas de monopolización política, irresponsabilidad financiera y falta total de rendición de cuentas.
P: ¿Qué ha pasado desde estas históricas protestas?
El régimen inmediatamente reprimió a los manifestantes y el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez alentó a las fuerzas de seguridad y a los partidarios del gobierno a responder con violencia. Decenas resultaron heridas en los enfrentamientos y más de 1.400 fueron detenidos según Cubalex y Justicia 11J. El año pasado, cerca de 600 personas fueron procesadas por manifestarse. Algunos han recibido sentencias de entre seis y 30 años, incluidos menores. Se estima que más de 700 personas siguen detenidas hasta el mes pasado.
El régimen también ha refinado sus tácticas represivas, armando la legislación para criminalizar la disidencia. La primera ley en vigor después del 11J, el Decreto Ley 35, estableció nuevas prohibiciones penales sobre la publicación de información en línea, un ataque directo a las redes sociales, que se utilizaron con un efecto tremendo para envalentonar a los manifestantes.
Al obligar a los DDH a la prisión, al exilio forzoso o esconderse durante el año pasado, el régimen ha neutralizado un movimiento enérgico que cautivó los corazones y las mentes de millones de cubanos y empañaron las perspectivas de futuras protestas de la misma escala.
P: ¿Que se puede hacer para ayudar a HRD en Cuba?
Si bien las protestas del 11J destacaron la determinación del pueblo cubano de exigir mayores libertades, los ciudadanos, especialmente los DDH, siguen siendo vulnerables a un régimen autoritario despiadado y sofisticado. La comunidad internacional no puede dejar solo al pueblo cubano en sus esfuerzos por garantizar las libertades fundamentales y la rendición de cuentas por los abusos contra los derechos humanos.
La comunidad internacional puede presionar al gobierno cubano para que se abstenga de tácticas represivas como la detención arbitraria. Los actores internacionales deberían exigir públicamente la liberación de presos políticos como los ganadores del Premio a la Libertad 2022 de Freedom House, Luis Manuel Otero Alcántara y Maykel Castillo Pérez, quienes recibieron penas de prisión de cinco y nueve años, respectivamente, por expresar su disidencia a través de su producción artística. Además, los actores internacionales pueden presionar a La Habana para que permita la visita de representantes de organismos internacionales como el Grupo de Trabajo de la ONU sobre la Detención Arbitraria o el Comité Internacional de la Cruz Roja. De esta manera, se pueden evaluar las condiciones en las cárceles cubanas y La Habana puede rendir cuentas por el trato a los presos políticos. La Unión Europea también puede aprovechar su compromiso con La Habana a través del Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación para obtener buenos resultados.
Además, defender la libertad de internet en Cuba es crucial. La comunidad internacional debería pedir a La Habana que elimine las restricciones arbitrarias de acceso a Internet y ponga fin a la censura en línea. Los actores internacionales también deberían ampliar su apoyo a la seguridad digital y el activismo digital para que los DDH puedan eludir las restricciones estatales y protegerse contra la vigilancia.
P: Cuba ha estado bajo un régimen represivo por casi 60 años. ¿Tiene usted esperanzas sobre la futura independencia del pueblo cubano y de la sociedad civil cubana?
Las protestas del 11J demostraron que la incapacidad persistente del gobierno para satisfacer las necesidades básicas, sumada a la represión en curso, ha erosionado su legitimidad y debilitado el control social que ha cultivado durante seis décadas. La evidente brecha en la calidad de vida entre los ciudadanos comunes y los funcionarios del gobierno animó a los cubanos, incluso a los antiguos partidarios del régimen o a los que habían permanecido en silencio por temor a represalias, a protestar el 11 de julio de 2021.
El régimen cubano ha demostrado su resiliencia y resistencia, sin duda. Durante décadas, ha refinado sus herramientas de represión y vigilancia, permitiéndole amortiguar, si no silenciar, incluso las erupciones más ruidosas de insatisfacción. Después del 11J, decenas de activistas han sido exiliados, lo que obstaculizará los esfuerzos de las generaciones futuras. Además, mientras las naciones democráticas enfrentan sus propias crisis de legitimidad, La Habana continúa fortaleciendo sus relaciones con otros estados autoritarios, como Rusia, China e Irán, aprendiendo y compartiendo tácticas de represión para permanecer en el poder.
El pueblo cubano es igual de resistente frente a la represión, como lo demuestra la dedicación de José Martí a la libertad de Cuba en el siglo XIX y el trabajo actual de grupos de la sociedad civil como Las Damas de Blanco y el Movimiento San Isidro. Sus constantes esfuerzos, entonces y ahora, ofrecen esperanza. El pueblo cubano ha encontrado focos de solidaridad dentro del entorno restrictivo de su país y no cejará en sus demandas de libertad. Ha llegado el momento de que la comunidad internacional brinde todo su apoyo a los valientes activistas y a organizaciones que trabajan sin miedo para lograr ese objetivo.
Obtenga más información sobre Cuba y la historia del país en materia de libertad y democracia leyendo el último informe Freedom in the World, y visite nuestra página de Programas para América Latina y el Caribe para obtener más información sobre los programas de Freedom House en la región.