(RSF/IFEX) – La decisión del Comité de Naciones Unidas encargado de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) de pedir la suspensión de RSF es una prueba más -si fuera necesario- del descrédito que atraviesan las instancias de la ONU. ¿Cómo tomarse en serio a los nueve países que han votado la proposición (China, Costa de Marfil, […]
(RSF/IFEX) – La decisión del Comité de Naciones Unidas encargado de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) de pedir la suspensión de RSF es una prueba más -si fuera necesario- del descrédito que atraviesan las instancias de la ONU. ¿Cómo tomarse en serio a los nueve países que han votado la proposición (China, Costa de Marfil, Cuba, Irán, Pakistán, Rusia, Sudán, Turquía y Zimbabue), se preguntó RSF? Todos ellos, sin excepción, se burlan de las libertades más elementales. En cuanto a las autoridades cubanas, que fueron quienes llevaron la iniciativa de esta decisión, no han considerado importante ratificar los principales Pactos que se refieren a las libertades fundamentales, a pesar de que son miembros de la Comisión de Derechos Humanos. Según RSF, todo esto daría risa si no fuera porque una decisión así traduce el estado de delicuescencia de todo un sistema que contempla como unos Estados, que se encuentran entre los más predadores del planeta en materia de derechos humanos, pretenden dar lecciones a los mismos que denuncian sus actuaciones y defienden a las víctimas.
El 20 de mayo de 2003, el Comité de Naciones Unidas encargado de las ONG recomendó la suspensión, por un año, del estatuto consultivo de RSF. Para entrar en vigor, la propuesta tiene que ser aprobada por el Consejo Económico y Social -una estructura dependiente de la Asamblea General de la ONU-, que debería pronunciarse el próximo julio.
La votación es el resultado de una denuncia de la delegación cubana, acusando a RSF de haber perturbado la sesión de apertura de la 59 Comisión de Derechos Humanos, el pasado 17 de marzo en Ginebra. El representante cubano estimó que los militantes de la ONG tuvieron «un comportamiento insultante en relación con un Estado miembro» y «llevaron a efecto algunos actos incompatibles con los principios y los objetivos de la Carta de las Naciones Unidas». De los diecinueve miembros con que cuenta el Comité, nueve votaron a favor de la suspensión de RSF, seis votaron en contra (Alemania, Chile, Estados Unidos, Francia, Perú y Rumania), y cuatro se abstuvieron (Camerún, Colombia, India y Senegal).
Antes, la delegación francesa había presentado una moción de «no acción», con el fin de «impedir cualquier decisión apresurada». El representante de Francia estimó «indispensable que, por razones de derechos, principios y procedimientos, el Comité pueda oír a los responsables de RSF, antes de pronunciarse sobre una suspensión». En efecto, nunca desde 1966 el Comité de las ONG ha tomado una decisión de suspensión, o de retirada, sin previamente haber escuchado a los representantes de la ONG concernida. Varias delegaciones lamentaron «el enojoso precedente que supone esa votación».
El 17 de marzo, seis miembros de RSF lanzaron panfletos en la Sala de Conferencias mientras el nuevo presidente libio, Najat Al-Hajjaji, pronunciaba el discurso inaugural. «¡Finalmente la ONU ha nombrado a alguien que sabe de qué habla!», afirmaba irónicamente el panfleto lanzado por los activistas. RSF pretendía así denunciar la mascarada que representaba la presidencia de Libia. Y la ONG se pregunta sobre la credibilidad que puede seguir teniendo una instancia dirigida por el representante de un país que diariamente comete las peores exacciones en materia de derechos humanos (ver la alerta de IFEX del 17 de marzo de 2003).