El diario dijo que bajo las condiciones actuales se torna muy difícil ejercer el periodismo con responsabilidad y profesionalismo.
(CEPET/IFEX) – Cuando apenas habían transcurrido poco más de 34 horas de un ataque a sus instalaciones por parte de hombres armados, personal del diario «Noroeste» en Mazatlán, Sinaloa, fue objeto de nuevas amenazas que exigían a esa empresa periodística el pago de 200 mil pesos (aproximadamente 15.000 USD) a cambio de no «volar» el edificio de esa empresa periodística.
Directivos del diario detallaron que aproximadamente a las 10:40 horas del 2 de septiembre de 2010, un individuo (al parecer el responsable de las advertencias previas al atentado del 1 de septiembre llamó a las oficinas para exigir 200 mil pesos y establecer las 15:00 horas como plazo para su entrega.
El directivo encargado de la negociación solicitó tiempo para responder a su solicitud, por lo que la llamada del delincuente se repitió a las 11:15 y a las 12:20 horas, para reiterar su demanda a cambio de dejar en paz a «Noroeste». Aseguró que volvería a comunicarse a las 14:00 horas, pero la nueva llamada nunca llegó.
Según los ejecutivos de la empresa, el delincuente pretendía que el efectivo se entregara en la recepción del edificio, al tiempo que advertía que el ataque realizado horas atrás era apenas una muestra de su capacidad de fuego. «Para que vean que no andamos con juegos», advirtió.
Éste no fue, sin embargo, el único incidente. Durante la mañana, periodistas que circulaban a bordo de un vehículo con distintivos del periódico fueron amenazados por los ocupantes de un auto Nissan, de color negro. Minutos más tarde, empleados de distribución de «Noroeste» fueron intimidados por delincuentes con armas largas.
La decisión ante los nuevos actos de intimidación fue suspender las labores de las áreas administrativa y comercial, y mantener en las instalaciones sólo al personal de redacción necesario para elaborar la edición del 3 de septiembre.
En su edición del 2 de septiembre, «Noroeste» incluyó en la portada un editorial en el que su equipo admite que bajo las condiciones actuales se torna muy difícil ejercer el periodismo con la responsabilidad y profesionalismo que la tarea reclama, sin embargo, se niega a claudicar en su derecho a informar.
Autoridades a nivel estatal y federal ya fueron informadas de las nuevas amenazas.