(RSF/IFEX) – Lo que sigue es un comunicado de la prensa abreviado de RSF: Los predadores de la libertad de prensa Desde hace seis años, Reporteros sin Fronteras viene denunciado a «los predadores de la libertad de prensa»: esos hombres y mujeres que atacan directamente a los periodistas, o que ordenan a sus subordinados que […]
(RSF/IFEX) – Lo que sigue es un comunicado de la prensa abreviado de RSF:
Los predadores de la libertad de prensa
Desde hace seis años, Reporteros sin Fronteras viene denunciado a «los predadores de la libertad de prensa»: esos hombres y mujeres que atacan directamente a los periodistas, o que ordenan a sus subordinados que lo hagan. La mayoría son responsables políticos de alto nivel (jefes de Estado, jefes de gobierno, ministros, monarcas, etc.), pero también pueden ser jefes de milicias, de grupos armados e incluso de carteles de la droga. Generalmente no tienen que rendir cuentas a nadie por los graves atentados a la libertad de expresión que cometen. Esa impunidad es una de las mayores amenazas que hoy pesan sobre los profesionales de los medios de comunicación.
En 2007 han ingresado en la lista de los mayores enemigos de la libertad de prensa los presidentes de Laos y de Azerbaiyán, así como los carteles mexicanos de la droga, responsables del asesinato de varios periodistas. En cambio, la han abandonado el Rey de Nepal y el jefe de los maoístas nepaleses, tras la firma de un alto el fuego en el país y el regreso a la calma.
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Los talibanes han multiplicado sus ataques en el sur y el este de Afganistán. Mataron a un camarógrafo en un atentado suicida y tuvieron detenidos, durante algunos días, a dos reporteros paquistaníes. En septiembre, uno de los lugartenientes del mollah Omar amenazó de muerte a los periodistas que publican información de las fuerzas de la coalición extranjera. En Pakistán los yihadistas, que tienen su base en las zonas tribales, amenazan frecuentemente a los corresponsales que no difunden sus comunicados. Algunos imanes extremistas utilizan radios clandestinas de FM, para hacer llamamientos contra los periodistas que consideran «infieles». En Bangladesh, la policía dejó fuera de juego a algunos militantes armados que agredieron a decenas de periodistas. Pero los fundamentalistas siguen amenazando a las publicaciones liberales que denuncian el aumento del extremismo.
En Irak hay grupos armados que toman como objetivos a los periodistas de la prensa pública, o a los de medios afiliados a algún movimiento político o religioso. En los Territorios Palestinos, las Brigadas Izz al-Din al-Qassam, brazo armado de Hamas, agredieron a varios periodistas llegados para cubrir mítines políticos del primer Ministro, Ismael Haniyed. También son responsables de ataques a los locales de medios de comunicación públicos, controlados por Fatah, partido del presidente Mahmud Abbas.
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Frecuentemente, el «general de la calle» y sus partidarios hacen imperar el terror en los medios de comunicación que no sirven a la causa del presidente Laurent Gbagbo. En 2004 fue determinante su contribución al fallido intento de recuperar el control del conjunto del territorio. Antes incluso de que los soldados se pusieran en marcha, los «Jóvenes patriotas» saquearon metódicamente las oficinas de la prensa de oposición, obligando a pasarse a la clandestinidad a los periodistas que no cantaban loas a la «Refundación». Pocos días después, la «juventud patriótica» se hizo con el control de la radiotelevisión pública, una formidable herramienta de comunicación que iba a convertirse en una temible arma de propaganda. Es cierto que la ONU silenció muy pronto a los «medios de comunicación del odio». Pero la advertencia no tuvo un efecto disuasorio. A principios de 2006 los «Jóvenes patriotas» invadieron de nuevo los locales de la radiotelevisión, con el objetivo de organizar una insurrección. Blé Goudé y sus hombres señalan frecuentemente a los «enemigos de la patria»: la oposición, sus medios de comunicación y Francia.
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El presidente de la joven república de Eritrea no esconde su predilección por el totalitarismo. Para él, la soberanía de su país tiene un precio. Las libertades están oficialmente «suspendidas» desde 2001, desde que en el partido único se alzaran voces reclamando una democracia, esperada durante demasiado tiempo. Cualquier veleidad de contestación se considera «traición».
No existe prensa privada. Solo subsisten los medios de comunicación del Estado, cuya línea editorial es digna de la época soviética. Este pequeño territorio, bordeado por el Mar Rojo, se ha convertido en pocos años en una cárcel a cielo abierto, dirigida con puño de hierro por una pequeña camarilla ultranacionalista, agrupada en torno al Jefe del Estado. Al menos dieciséis periodistas han desaparecido literalmente en uno de los 314 centros de detención existentes en el país. Cuatro de ellos, entre los que se encuentra el célebre dramaturgo Fessehaye Yohannes, apodado «Joshua», no han sobrevivido a las condiciones de detención, de una crueldad inaudita. Tras calificar a los presos de criminales comunes, y después de espías, el gobierno eritreo ha decidido pura y simplemente negar su existencia.
Para ver la lista completa de los predadores de la libertad de prensa, ir a: http://www.rsf.org/article.php3?id_article=13599