De visita en Chile en junio, con motivo de la celebración de los veinte años de la estación comunitaria Radio Tierra, RSF pudo constatar lo central del tema de la información en esta ebullición ciudadana.
(RSF/IFEX) – 17 de agosto de 2011 – Hace cerca de un año Sebastián Piñera juraba «¡un nuevo Chile ha nacido!», al acoger en persona a 33 mineros que habían sobrevivido tras quedar atrapados en un yacimiento en el desierto de Atacama. Desde entonces ha cambiado el rostro del país, pero no como lo creía el habitante actual del Palacio de La Moneda. Los estudiantes se manifiestan en masa contra un sistema educacional costoso y marcado por la desigualdad ( http://www.radiotierra.cl/node/3279 ).
Movimientos sociales y ecologistas denuncian, con cierto éxito en el aspecto jurídico, el proyecto hidroeléctrico de HydroAysén. Los mineros, quienes aún trabajan en condiciones extremas y siguen recibiendo las mismas remuneraciones, van a celebrar con irritación el aniversario del rescate de «los 33». En el sur, la minoría Mapuche ha encontrado nuevo eco a sus reivindicaciones territoriales y culturales. En Santiago, los estudiantes han ocupado varias veces la sede del canal privado Chilevisión, propiedad de Sebastián Piñera antes de su investidura como jefe del Estado. Pese a la fuerte represión policíaca, el movimiento no se debilita y más de 500 comitivas se habrán aglomerado tan sólo en la capital desde el inicio del año.
De visita en Chile en junio pasado, con motivo de la celebración de los veinte años de la estación comunitaria Radio Tierra, Reporteros sin Fronteras pudo constatar lo central del tema de la información en esta ebullición ciudadana. Actores de la prensa en línea, comunitaria o alternativa, representantes de asociaciones, incluso periodistas extranjeros, todos perciben que en las protestas actuales se vuelve a cuestionar un modelo político, económico y mediático heredado de los años de Pinochet. Veinte años de poder de la Concertación de Partidos por la Democracia mantuvieron una extrema concentración de los medios de comunicación, con grandes conflictos de interés y obstáculos al pluralismo. La burbuja mediática, ¿estará a punto de estallar?
Concertación y concentración
«Cause», «Análisis», «Apsi», «Fortín Mapocho», «La Época». Con frecuencia estos nombres no significan mucho para la generación de estudiantes que hoy está en las calles. No obstante, estas revistas jugaron un rol fundamental en la llegada de una nueva época, la del referéndum de 1988 que puso fin a la dictadura y abrió la vía, dos años más tarde, a un gobierno de coalición entre partidos de centro izquierda y demócratas cristianos. Creada en 1987 con el reto del «No» a Pinochet y apoyada por una prensa aún disidente, la Concertación de Partidos por la Democracia rompería finalmente con 17 años de censura directa. Un esfuerzo crucial pero insuficiente para muchos.
Francisco Martorell, quien fue vicepresidente del Colegio de Periodistas de 2006 a 2008, dirige hoy la publicación mensual «El Periodista», que tiene un tiraje de 12.000 ejemplares y es conocida por su versión en línea ( http://elperiodistaonline.cl/ ). El periodista, que también fue colaborador de «Cause», analiza con severidad el balance de veinte años de Concertación.
«‘Cause’, ‘Fortín’ y las otras revistas de la misma corriente sobrevivieron un tiempo gracias a la ayuda exterior que se organizó bajo la dictadura. Después de 1990, la prensa dejó de constituir una prioridad para un gobierno que tenía por conquista el retorno a la democracia y nunca tocó el sistema de subvenciones implantado bajo el régimen de Pinochet. Este sistema, que había provocado la desaparición de la prensa de oposición, la mató una segunda vez tras el regreso de la democracia, cuando apenas acababa de resucitar. Para colmo, ¡hoy hay menos prensa escrita en este país que a finales de la dictadura!»
Una extrema concentración caracteriza desde entonces un panorama en el que el grupo de prensa español Prisa (propietario del diario «El País», entre otros), posee cerca de 60% de las frecuencias radiofónicas. Pero la palabra «concentración» designa sobre todo los dos oligopolios nacionales, los grupos: El Mercurio, cuyo escaparate es el periódico que lleva el mismo nombre, y Copesa, editor del diario «La Tercera» y de tres revistas. Únicos destinatarios – de hasta 5 millones de dólares anuales – del sistema de subvención instaurado bajo la dictadura, los dos conglomerados conservaron este beneficio exclusivo después de 1990. El resto de la prensa debió enfrentar sin red de protección los avatares del mercado.
Mauricio Weibel, hoy corresponsal de varios medios de comunicación extranjeros, reivindica su participación en cinco proyectos de prensa durante los últimos años. «Sin la herramienta de Internet, simplemente sería imposible emprender el mínimo proyecto de prensa alternativa», explica. «La distribución de periódicos es de por sí difícil debido a la muy particular geografía de este país. Para imprimir un periódico uno está obligado a dirigirse a los oligopolios. Incluso para difundirlo, ya que casi todos los puntos de venta les pertenecen. En cuanto a la radio, ésta depende casi por completo de un sector privado que se confunde totalmente con el financiero». Éste decide al final, y sin control público, la atribución del maná publicitario.
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