Sabemos que las medidas extraordinarias son el compañero necesario de estos tiempos extraordinarios. Proteger la salud y la seguridad de las personas es primordial. Pero eso no quita nuestra responsabilidad de garantizar que, en el futuro, tales medidas excepcionales no se conviertan en el nuevo estado de derecho.
Esta es una traducción del artículo original.
Para muchos de nosotros, la realidad de COVID-19 pasó de ser un temblor distante en el horizonte a un terremoto completo, en muy poco tiempo.
Como red global de derechos humanos, nuestro primer pensamiento en IFEX fue llegar a las organizaciones miembro: más de 100, en más de 60 países diferentes. Les preguntamos: ¿Cómo están? ¿Cómo les está afectando esto? ¿Cuáles son sus prioridades ahora frente a todo esto?
El consejo que nos dieron fue que mantuviéramos los ojos bien abiertos.
Saben bien de lo que están hablando. Una y otra vez, estas organizaciones han visto impuestas medidas de emergencia qe eluden derechos humanos, supuestamente por tiempo limitado pero que luego se consolidan como leyes; leyes contra las cuales tendrán que luchar años después de que haya pasado dicha emergencia.
Es comprensible que esto los lleve a ser más cautelosos y vigilantes. Debido a la crisis, todo el terreno ganado con tanto esfuerzo en lo que atañe a la libertad de prensa, al acceso a la información y a la libertad de expresión, podría suspenderse e incluso perderse, con poca o ninguna supervisión.
Su advertencia convence aún más si se lee junto a otro mensaje significativo que han compartido con nosotros: no es solo que debamos defender estos derechos a pesar de la crisis de salud; estos derechos son esenciales para que las personas puedan abordar y sobrevivir a dicha crisis.
Por lo tanto, están aún más preocupados de ver que la propagación de COVID-19 vaya de la mano de un aumento de información errónea, desinformación y, en algunos países, censura del gobierno, en un momento en que el acceso a información objetiva y oportuna es más importante que nunca.
A pesar de los esfuerzos para proporcionar una verificación oportuna de los hechos y alguna forma de moderación de contenido responsable, es mucho más fácil difundir información errónea que contrarrestarla. La mentira se vuelve viral y ese no es, generalmente, el caso de la corrección.
El problema se ve exacerbado por algunos líderes mundiales que están explotando esta crisis y la plataforma que la misma les ofrece para reforzar su retórica denigrando a los medios, sembrando la confusión y la desconfianza entre personas que ya están sacudidas por la pandemia y buscan ansiosamente respuestas.
Y esto en un momento en que la seguridad física de los periodistas que informan sobre la pandemia está en peligro por la exposición al virus sin las precauciones necesarias.
Además, los miembros nos dicen que los derechos a la privacidad obtenidos con tanto esfuerzo se están dejando de lado, ya que las restricciones preexistentes sobre el uso de la tecnología de vigilancia se fueron relajando con el fin de rastrear la propagación de la enfermedad y hacer cumplir las leyes de cuarentena. Hay un aumento en la legislación que se usa para silenciar a activistas y críticos del gobierno en las redes sociales. Y de mil maneras que nos afectan a todos, la pandemia está poniendo en peligro la salud de la sociedad civil en un momento en que una red de seguridad social es más vital que nunca.
Sabemos que las medidas extraordinarias son el compañero necesario de estos tiempos extraordinarios. Proteger la salud y la seguridad de las personas es primordial. Pero eso no quita nuestra responsabilidad de garantizar que, en el futuro, tales medidas excepcionales no se conviertan en el nuevo Estado de derecho.
Es por eso que el trabajo de defensa de los derechos humanos nunca debe detenerse mientras se desarrolla esta crisis. Si bien nuestra programación se ve afectada naturalmente por las restricciones necesarias en los viajes y las reuniones físicas, el trabajo de derechos humanos nunca se realiza de forma aislada. Su raíz se encuentra en conexiones personales basadas en la comprensión mutua, el respeto y la confianza. Continuaremos buscando maneras de nutrir las conexiones y la solidaridad que requiere este trabajo.
Encontrar formas atractivas de colaborar en proyectos y campañas, participar en esfuerzos críticos de promoción nacionales, regionales e internacionales, o intercambiar conocimientos y habilidades, siempre ha sido un desafío, pero ya estamos descubriendo nuevos enfoques para mantener nuestras relaciones sólidas, y activas.
Lleva mucho más tiempo construir algo que derribarlo; esto también aplica a nuestros derechos humanos.
Mantendremos los ojos bien abiertos. La libertad de expresión y el acceso a la información son muy importantes. Seguiremos vigilantes en la defensa de la sociedad civil y su trabajo esencial de promoción y defensa de estos derechos. Después de todo, nuestras acciones ahora no solo moldean el mundo en el que estamos, sino que moldean el mundo en el que todos viviremos una vez que pase esta crisis.
Annie Game es la Directora Ejecutiva de IFEX, la red global de organizaciones que promueven y defienden la libertad de expresión.
Recursos y proyectos de miembros de IFEX sobre COVID-19:
- Committee to Protect Journalists: Aviso de seguridad del CPJ: la cobertura del brote del coronavirus
- Fundación Para La Libertad De Prensa: Consejos a periodistas y medios de comunicación – Entre todos nos protegemos del COVID-19
- Fundamedios: Periodismo en Tiempos de #COVID19
- Human Rights Watch: Dimensiones de derechos humanos en la respuesta al COVID-19
- Instituto de Prensa y Libertad de Expresión: Guía del IPLEX para detección de noticias falsas en el marco del COVID-19
- Instituto Prensa Y Sociedad: Cómo cubrir el COVID-19 sin contribuir a la desinformación