Mientras las tensiones entre Israel e Irán aumentan, las organizaciones de derechos humanos enfrentan un momento crucial que exige reflexionar sobre si la neutralidad se alinea con su misión fundamental.
Este artículo fue publicado originalmente en es.globalvoices.org el 13 de noviembre de 2024.
Activistas veteranos de derechos humanos ofrecen sus perspectivas sobre los factores en juego
La amenaza de una guerra total con Israel siembra el miedo en Irán, con el recuerdo de la devastación ocasionada en Gaza y el Líbano. La tensión aumenta y millones de iraníes enfrentan el riesgo de sufrir daños severos, directa o indirectamente. Sin embargo, aunque la mayoría de las organizaciones civiles y de derechos humanos están fuera del país, particularmente en Occidente, debido a la brutal represión de la República Islámica, la mayoría han guardado silencio, sin presentar ningún comunicado, análisis ni una discusión sobre este conflicto.
Para explorar los motivos detrás de este silencio, Global Voices entrevistó a veteranos activistas de derechos humanos que dieron su análisis sobre los complejos factores en juego.
Décadas de trabajo
Las organizaciones iraníes de derechos humanos que están en el exilio han trabajado durante décadas para dar a conocer sobre los presos políticos y los presos de conciencia. Durante este tiempo, han documentado abusos a los derechos humanos, realizaron campañas contra las ejecuciones dictadas por el Estado y contra la discriminación hacia mujeres, minorías y periodistas. Además, han colaborado muy de cerca con el relator especial de Naciones Unidas sobre la situación de derechos humanos en la República Islámica de Irán.
Los grupos civiles que permanecen en Irán, como el Colegio de Abogados de Irán, enfrentan una enorme presión y restricciones. Las autoridades de la República Islámica han clausurado la Sociedad Estudiantil de Socorro de Imam Ali, que luchaba por combatir la pobreza y ayudar a los niños en situación de vulnerabilidad. También se ha encarcelado a activistas de perfil público, como Narges Mohammadi, la ganadora del premio Nobel que recientemente ha sido hospitalizada por graves problemas de salud.
Mohammadi, que cree en la necesidad de cambiar el régimen iraní, publicó un mensaje en contra de la guerra: “Todos los responsables de la guerra son condenados por los pobladores de las tierras arrasadas, pero también han sido atacados y vapuleados por la historia humana».
Los fondos son importantes
A pesar de estos esfuerzos, algunos activistas y ciudadanos iraníes alzaron su voz para expresar su preocupación sobre la transparencia en las dependencias de financiamiento. Estas críticas sugieren que algunas organizaciones del exterior prioricen algunos asuntos sobre otros por la influencia de los orígenes del financiamiento, con lo que sugieren que funcionan con un marco discriminatorio que fluctúa según las intenciones privadas de quienes aportan los fondos.
Nazila Golestan, productora de un medio con sede en Francia y vocera de la organización de derechos humanos HamAva, cuenta a Global Voices por WhatsApp que “las fuentes de los financiamientos influyen fuertemente en la postura de la organización, que suele socavar su supuesta neutralidad”.
Al haber trabajado con organizaciones de derechos humanos en Irán y Francia, Nazila observó que el silencio de algunos grupos sobre la guerra refleja una falta de voluntad de distanciar a los donantes. Golestan argumenta que «la misión de cualquier organización de derechos humanos verdadera debería incluir fomentar la paz y la diplomacia, sobre todo porque los conflictos impactan en los ciudadanos antes que nada».
Matt Forouzandy, activista queer iraní canadiense y artista interdisciplinario, está de acuerdo con esto. “Las fuentes de los financiamientos y las agendas políticas asociadas son decisivas al momento de formular la postura de esas organizaciones, lo que suele resultar en acciones que se alinean con las expectativas de los donantes en lugar de un compromiso real con los derechos humanos», le dijo a Global Voices.
Forouzandy, una de las voces del exilio de la comunidad LGBTQ+ de Irán, añade que «estas tendencias desilusionan cada vez más a la sociedad civil y a los activistas iraníes». El activista aboga por modelos nuevos, comunitarios para superar los desafíos actuales y fomentar la defensa de los derechos humanos».
Silencio en pleno conflicto creciente
El silencio de los grupos de derechos humanos es particularmente notable por el riesgo humanitario. Aunque la razón de ser de estas organizaciones es instar al Estado iraní a respetar la Declaración Universal de Derechos Humanos, el conflicto a gran escala entre Irán e Israel podría poner en peligro los derechos básicos de los iraníes, como el derecho a la vida, el derecho a un nivel de vida adecuado, el derecho a la educación, entre otros.
Esto es evidente con la violencia actual en Gaza, donde UNICEF informa que «cerca de nueve de cada 10 habitantes de Gaza han sido desplazados internamente. La mitad son niños. No tienen acceso suficiente a agua, comida, combustible o medicina». Se ha informado que han matado a cientos de niños, o que han resultado heridos durante este conflicto.
Además, la guerra en el Líbano pone de manifiesto el profundo impacto de estos conflictos en la población civil, pues, según UNICEF, «el conflicto ha desplazado a cientos de miles de niños y a sus familias».
Riesgo de marginación
Kamran Ashtary, artista y director ejecutivo de la ONG Arseh Sevom, con sede en Países Bajos y centrada en la organización civil iraní, advierte en un correo electrónico a Global Voices que «las organizaciones corren riesgo de marginar a las mismas comunidades que buscan representar si tratan selectivamente las violaciones de derechos humanos».
Sostiene que «no abogar por la paz podría generar la percepción de que estas organizaciones se alinean más a las agendas externas que a las preocupaciones genuinas del pueblo iraní. Tal selectividad podría ganar la credibilidad de estos grupos dentro de Irán y a nivel global».
De acuerdo a Ashtary, «un planteamiento equilibrado que condene los abusos internos del régimen iraní y, al mismo tiempo, se oponga a las escaladas que amenazan a los civiles defendería la independencia y la credibilidad».
Cuando estos activistas hablan de fondos, el riesgo de marginar a los iraníes y mantener felices a los financiadores, se pone en juego la enorme economía de financiación respaldada en gran medida por el Departamento de Estado de Estados Unidos, que asignó millones a iniciativas de la sociedad civil iraní, inicialmente destinados para ayudar a la sociedad civil».
Esta estructura de financiación se expandió significativamente: el apoyo del Departamento de Estado de Estados Unidos solo para herramientas VPN (antifiltrado) aumentó de cinco millones de dólares en 2019 a más de 30 millones de dólares en 2024″.
Momento clave
El silencio persigue a las organizaciones iraníes de derechos humanos sobre este acechante conflicto y plantea interrogantes críticos sobre cuáles son sus prioridades, independencia y dirección futura.
Mientras las tensiones entre Israel e Irán aumentan, las organizaciones de derechos humanos enfrentan un momento crucial que exige reflexionar sobre si la neutralidad se alinea con su misión fundamental.
Esta crisis presenta una oportunidad para volver a evaluar sus metas y estrategias, y toma las palabras de Dietrich Bonhoeffer, teólogo alemán que luchó contra el silencio ante el régimen Nazi y sacrificó su vida: «El silencio frente al mal es malo en sí mismo… No actuar es actuar». La forma en que respondan estas organizaciones puede, en última instancia, determinar el futuro de la defensa de los derechos humanos en Irán y en la región en general.
Escrito por Fred Petrossian