(RSF/IFEX) – RSF manifiesta el inmenso alivio experimentado, el 15 de julio de 2007, ante el anuncio de la reaparición de Enrique Galeano, de la emisora Radio Azotey. El periodista, que vivía y trabajaba en el Departamento de Concepción (Centro), no había dado señales de vida desde el 4 de febrero de 2006. Su reaparición […]
(RSF/IFEX) – RSF manifiesta el inmenso alivio experimentado, el 15 de julio de 2007, ante el anuncio de la reaparición de Enrique Galeano, de la emisora Radio Azotey. El periodista, que vivía y trabajaba en el Departamento de Concepción (Centro), no había dado señales de vida desde el 4 de febrero de 2006. Su reaparición ha tenido lugar en Sao Paulo (Brasil), donde estaba escondido. Según la prensa paraguaya, actualmente se encuentra en Uruguay, donde ha pedido asilo y quiere reunirse con su mujer y sus cuatro hijos, también refugiados en Asunción.
«Enrique Galeano ha reaparecido sano y salvo después de que hace mucho tiempo se le diera por muerto, teniendo en cuenta la investigación de alto riesgo que, antes de desaparecer, estaba efectuando sobre el narcotráfico en su región. Son muy escasas las veces que un periodista desaparecido vuelve un día a dar señales de vida; nos unimos a la alegría de Bernardina Quintana, la esposa de Enrique Galeano, y de sus cuatro hijos. Ahora, el periodista teme regresar a Paraguay. Si se diera el caso, la policía debería mantener su palabra dándole, lo mismo que a su familia, todas las garantías de seguridad. Mientras tanto, la investigación debe establecer qué ocurrió realmente. Las personas implicadas en la desaparición de Enrique Galeano tendrían que responder ante la justicia», ha declarado RSF.
Refugiado en Sao Paulo, Brasil, Galeano entró en contacto por Internet con una persona conocida a principios del mes de julio, según el diario «ABC». Su corresponsal le puso en relación con dos colegas de «Ultima Hora», Oscar Cáceres y Andrés Colmán Gutiérrez. En un artículo, publicado el 15 de julio, ambos cuentan haber viajado, cuatro días antes, a la megalópolis brasileña, donde Galeano les relató su historia.
En las primeras horas de la tarde del 4 de febrero de 2006 el periodista, que trabajaba en Azotey, llamó a su mujer al domicilio de Yby Yaú, a 35 kilómetros de allí, para decirle que regresaría antes de la caída de la noche. En la carretera, dos individuos que circulaban en un automóvil blanco le obligaron a pararse, y le secuestraron. Los agresores hablaban portugués, lo que llevó a Galeano a pensar que se trataba de dos secuaces de «Cabeza Branca» («Cabeza Blanca»), una organización mafiosa brasileña que actúa en la frontera entre ambos países. «Me dijeron: Vas a cumplir todo lo que te ordenamos, o hacemos una llamada y tu hijo Pedro es asesinado en el mismo instante», contó Galeano. Pedro es el mayor de sus cuatro hijos.
Golpeado y quemado con cigarrillos, al periodista le llevaron a San Juan Caballero (Noreste). Los secuestradores le obligaron a mostrarse por las calles de la ciudad y posteriormente a instalarse en el hotel Dina Tony, con una prostituta. En la noche del 5 de febrero dejaron en libertad al periodista en Campo Grande (Brasil), con la siguiente advertencia: «¡Si volvés a Paraguay, estás muerto!».
Temiendo por la vida de sus hijos, Galeano se plegó a la consigna y prefirió no contactar con sus familiares. «Se notaba que conocían todos mis movimientos, y los de mi familia, absolutamente todos, y podían hacer mucho daño», confió el periodista a sus colegas.
Poco antes de desaparecer Galeano había cubierto, para su emisora, el embargo de un cargamento de armas y cocaína en presencia del comisario de distrito Osvaldo Núñez, y del diputado del Partido Colorado (en el poder) Magdaleno Silva. Ambos son sospechosos de connivencia con el jefe de la «Cabeza Branca», Luiz Carlos da Rocha. A ninguno de los tres se les ha interrogado en el marco de la investigación. Ante el anuncio de la reaparición de Galeano, Magdaleno Silva ha prometido denunciar ante la justicia al Sindicato de Periodistas de Paraguay (SPP), por haberle implicado en la desaparición del periodista.