(RSF/IFEX) – RSF está profundamente consternada por las nuevas condiciones para la concesión de carnets de prensa que, entre otras cosas, estará sometida a la aprobación de los servicios de seguridad interior, el Shin Bet. Estas medidas, que se aplican tanto a los periodistas israelíes como a sus colegas palestinos y extranjeros, son graves y […]
(RSF/IFEX) – RSF está profundamente consternada por las nuevas condiciones para la concesión de carnets de prensa que, entre otras cosas, estará sometida a la aprobación de los servicios de seguridad interior, el Shin Bet. Estas medidas, que se aplican tanto a los periodistas israelíes como a sus colegas palestinos y extranjeros, son graves y de consecuencias nefastas y peligrosas para la libertad de prensa. RSF pide que las medidas sean retiradas inmediatamente, porque representan una flagrante violación de los derechos de los periodistas.
«El estudio de las peticiones de carnet de prensa y la obligatoriedad de que lo apruebe el Shin Bet son medidas totalmente antidemocráticas, y perjudiciales para la libertad de prensa», ha declarado Robert Ménard, secretario general de la organización. «La concesión de carnets de prensa por un organismo gubernamental, y no por representantes electos de la profesión, ya era una característica israelí que no existe en ningún otro país democrático. Esta vez, con la excusa de razones de seguridad, las autoridades israelíes quieren arrogarse el privilegio de elegir quién puede y quién no puede trabajar como periodista. Esta medida permitirá al gobierno impedir, simplemente, a algunos periodistas israelíes y corresponsales extranjeros cubrir el conflicto con los palestinos».
RSF ha recogido por teléfono la opinión sobre las nuevas disposiciones de muchos periodistas israelíes y extranjeros. Todos ellos han manifestado su temor frente a lo que describen como un intento «peligroso», «patético», «hipócrita» y «contra la libertad» de control de los medios de comunicación.
Los periodistas israelíes contactados han considerado «anormal» la naturaleza de las informaciones solicitadas por el GPO (Government Press Office), tales como el «nombre del abuelo» o los «temas» sobre los que trabajan los periodistas. Por otra parte, se han indignado con la medida que lleva a que el Shin Bet se convierta indirectamente en el organismo que concede el carnet de prensa en Israel, porque el Shin Bet es una institución central de la sociedad israelí, sobre la que cualquier periodista puede un día llegar a investigar. «¿Cómo se puede escribir un artículo sobre el organismo que te concede el carnet de prensa, sin arriesgarse a perder el carnet al año siguiente?», dicen estos periodistas con preocupación. Según ellos, la medida tendrá como consecuencia intimidar a los profesionales de los medios de comunicación.
Además, el carnet de prensa del GPO es indispensable para cubrir la actualidad en los territorios palestinos, especialmente para franquear los controles militares israelíes. Sin ninguna transparencia, y con la excusa de «motivos de seguridad», el GPO se da así la posibilidad de elegir, de manera totalmente subjetiva y arbitraria, qué periodista o qué medio tendrá la posibilidad de cubrir el conflicto en los territorios ocupados por el ejército israelí. Las nuevas reglas perpetúan la discriminación ya existente contra los periodistas palestinos. En efecto, la sección 3H del nuevo reglamento establecido por el GPO precisa que a los «residentes o ciudadanos de una región en conflicto armado con el Estado de Israel» no se les concederá el carnet de prensa. Desde el 1 de enero de 2002, se le ha negado la renovación de su carnet de prensa a una aplastante mayoría de los periodistas palestinos que lo han solicitado, incluidos los colaboradores de los medios de comunicación internacionales.
Finalmente, aunque el carnet de prensa del GPO no es vital para los periodistas de los grandes medios israelíes, resulta indispensable para los periodistas freelance israelíes o extranjeros. La decisión del director del GPO, Daniel Seaman, de reducir de 8,000 a 1,000 el número de carnets de prensa concedidos a los periodistas de los grandes medios de comunicación israelíes, demuestra la intención del gobierno de seleccionar quien puede entrar la profesión, basada en criterios carentes de transparencia, e incluso criterios políticos. Los periódicos de izquierda y extrema izquierda podrían verse particularmente penalizados por estas medidas.