(RSF/IFEX) – Dos años después de la muerte de Martín O’Hagan, periodista irlandés del semanario «Sunday World», asesinado el 28 de septiembre de 2001, la investigación se encuentra en punto muerto. En un correo dirigido a Paul Murphy, Ministro británico para Irlanda del Norte, RSF ha manifestado su profunda inquietud por la falta de avances […]
(RSF/IFEX) – Dos años después de la muerte de Martín O’Hagan, periodista irlandés del semanario «Sunday World», asesinado el 28 de septiembre de 2001, la investigación se encuentra en punto muerto.
En un correo dirigido a Paul Murphy, Ministro británico para Irlanda del Norte, RSF ha manifestado su profunda inquietud por la falta de avances en la investigación. «La impunidad que disfrutan los asesinos de Martín O’Hagan es un insulto a la memoria del periodista, asesinado por hacer su trabajo. El sentimiento de impunidad que se ha establecido representa también un peligro real para los periodistas irlandeses, sometidos a amenazas y presiones de los grupos paramilitares, cada vez más numerosos. La incapacidad de la policía para encontrar a los culpables amenaza a la propia prensa, porque la creciente vulnerabilidad de los periodistas podría provocar una autocensura generalizada», ha declarado Robert Ménard, secretario general de RSF. La organización ha pedido a las autoridades que nombren un nuevo equipo de investigadores, independiente de la policía de Lurgan, y que pongan en marcha todos los medios humanos y económicos necesarios para una investigación profunda y transparente.
La policía ha indicado que se ha detenido a ocho sospechosos, pero que fueron posteriormente liberados por falta de pruebas, y que se han efectuado treinta y ocho registros, sin resultados. La investigación, que no ha avanzado, continúa sin embargo abierta.
La policía niega las acusaciones que aseguran que algunos altos responsables de los servicios de seguridad temen que, si se lleva ante la justicia a los asesinos de O’Hagan, queden al descubierto sus relaciones con los grupos paramilitares. Según las informaciones recogidas por Reporteros sin Fronteras, algunos periodistas piensan que la investigación está deliberadamente bloqueada porque un informador, un agente de los servicios de seguridad o de los servicios de inteligencia formaba, o sigue formando parte, del grupo responsable del asesinato de O’Hagan. Según Mick Browne, ex colega de O’Hagan que ha investigado el asesinato del periodista, uno de los oficiales que hoy se encarga de la investigación era a su vez objeto de una investigación de O’Hagan.
Según Seamus Dooley, secretario irlandés del sindicato National Union of Journalists (NUJ), tras el asesinato de O’Hagan se han multiplicado las amenazas contra periodistas, procedentes la mayoría de algunos grupos paramilitares legitimistas. Varios periodistas del «Sunday World», y del grupo Andersonstown News Group, han padecido intimidaciones.
El 12 de septiembre de 2003, un fotógrafo del semanario «North Belfast News», que pertenece a Andersonstown News Group, fue amenazado de muerte por un grupo paramilitar legitimista. La dirección del grupo de prensa afirmó que se trataba de un caso más de una serie de amenazas contra los periodistas que cubren las actividades de ese gang.
O’Hagan, de 51 años y padre de tres hijos, murió a consecuencia de disparos en la noche del 28 de septiembre de 2001, delante de su domicilio en la ciudad de Lurgan, en el condado de Armagh, cerca de Belfast. Al día siguiente reivindicaron el asesinato «los defensores de la mano roja», un nombre utilizado por los grupos paramilitares protestantes y, en particular, por el grupo militar legitimista Loyalist Volunteer Force (LVF). El periodista había recibido muchas amenazas como consecuencia de sus investigaciones encaminadas a probar que las milicias protestantes, y en particular la LVF, se dedicaban a asesinar católicos con el único objetivo de encubrir su tráfico de droga. A principios de los años 90, el terrorista legitimista Billy Wright ordenó el asesinato de O’Hagan, que fracasó.
O’Hagan investigaba para «Sunday World» las relaciones entre la policía, los servicios militares de inteligencia, los grupos armados norirlandeses y las mafias de la droga. El periodista era testigo en el juicio sobre unas alegaciones de colusión, en los años 80, entre los servicios policiales y los grupos armados protestantes.